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martes, 8 de octubre de 2024

Cuba en los años 50: ¿oro u oropel?

Cuando intentan atiborrarnos de nuevas concepciones sobre la vida durante ese siglo en Cuba…

Greisy Cordero Suárez en Exclusivo 14/03/2017
2 comentarios
Bohio Cubano
La Ciénaga de Zapata era la zona más humilde de Cuba. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Los recientes debates en las redes sociales acerca de la situación del país en los años 50 y el contraste de “su lujo” con “las precariedades económicas” de la sociedad en que vivimos hoy, me impulsaron a desempolvar lo que seguramente no encontraremos en algunos libros de historia o bibliografías documentales. Recurrí a alguien que desde su memoria viva pudiera compartir con la juventud las verdades de una época que nadie le contó porque tuvo la oportunidad de presenciarla y hoy tiene la claridad suficiente para contarla y hasta emocionarse con sus propios recuerdos.

Mi adorable tía Isabel, quien ha desafiado los avatares de la vida durante 71 años, me cuenta que era muy pequeña cuando el golpe de Estado de Fulgencio Batista al presidente Carlos Prío el 10 de marzo de 1952, que tenía solo 7 años pero que a pesar de eso, y de los años que han transcurrido, recuerda vívidamente ese día.

“Vivía muy cerca de la estación de policía de Guanabacoa y recuerdo el sonar de las sirenas de las patrullas, la toma de este lugar por los soldados de Batista y la violencia que se desató en el país. Los casi 7 años de esta sangrienta dictadura tienen en mí varios reflejos porque al vivir tan cerca de dicha estación escuchaba los gritos de la gente detenida, el murmullo de que al hijo de fulana lo habían golpeado brutalmente o de que a la hija de la vecina se la habían llevado”.

Mira Greicita -como cariñosamente me llama-, yo soy del pueblo de Norma Porra y por eso recuerdo cuando la cogieron presa y todo lo que se comentaba sobre eso porque, a pesar de que era yo una niña y de que mi familia trataba de protegernos de todo este ambiente, no se podía vivir en una urna de cristal, me dijo.

“Hoy se tratan de presentar los años 50 como de gran auge económico pero una cosa es el oropel y otra el oro. El oropel estaba en La Habana, en los grandes cabarets que se abrieron, en los establecimientos lujosos donde era muy popular el juego, en el cine Radio-Centro, pero…¿cuánta gente tenía un peso para ir al cine? Recuerdo la cantidad de personas que morían de hambre en las calles, los indigentes, la pobreza, que la gente iba a comprar un centavo de azúcar a la bodega. La Habana era un prostíbulo, aquí había barrios donde muchachas como tú no podían ir. El barrio Colón era un antro de perdición. La gran fiesta de mi vida era ir a comer bocadito al ten-cent de Monte, lo hacíamos una vez al mes y que casualidad, mi mamá nunca tenía hambre”.

Con lágrimas en los ojos y visiblemente emocionada llamó mi atención: “recuerdo los comentarios de las muertes y los asesinatos, que posteriormente se hicieron públicos, pero que en aquel momento nadie conocía; recuerdo los bonos del 26 de julio que se vendían y que se escondían en mi casa; recuerdo el rechazo de la población a los problemas y los vicios del país, pero también el ambiente de terror que se respiraba y el miedo a la represión. Yo viví eso personalmente en mi familia porque mi familia no estaba completamente comprometida con la Revolución, pero mi papá sentía cierta afinidad con las nuevas ideas de transformación de la sociedad porque ninguna persona decente, con una mínima conciencia de humanidad podía estar de acuerdo con Batista o podía no simpatizar con los jóvenes revolucionarios. Él trabajaba en la compañía eléctrica de Tallapiedra, y en uno de los momentos en que colaboraba con el 26 de julio fueron a registrar mi casa pero se equivocaron de dirección y terminaron en la casa de mi abuela. La policía desbarató todo aquello y luego fueron a buscarlo nuevamente en noviembre de 1958 a mi casa, pero no se lo pudieron llevar porque mi papá estaba enfermo con Tifus y entonces, el Tifus salvó a mi papá”.

“Recuerdo también, el endeudamiento de mi familia para poder salvar a mi papá del Tifus porque en aquella época había aparecido un antibiótico muy importante llamado Cloranfenicol y mi papá tenía que tomar tres pomos a la semana y cada pomo valía 5 pesos, eso era una fortuna en aquella época, 15 pesos a la semana era muy difícil que cualquier familia obrera lo pudiera pagar. Solo la solidaridad humana del boticario que nos fió y permitió que poco a poco se le pudiera pagar, mantuvo a mi papá conmigo”.

“Yo no pude ir a cumplir el sueño de mi vida que, en aquel momento, era estudiar en la Normal, no solo porque esa institución se cerró, sino también porque no tenía la edad y para ingresar había que ser amigo de un politiquero o tener una cantidad que hoy parece ridícula pero que en aquella época era muchísimo, 400 pesos para pagar una dispensa para la matrícula. Recuerdo que, a pesar de mi papá trabajar en la compañía cubana de electricidad, donde supuestamente estaba la aristocracia obrera, en mi casa había 1 par de zapatos para salir y otro para andar.”

Como joven cubana no puedo dejar de sensibilizarme ante testimonios como este, que nos demuestran que el presente no se puede separar del pasado y que sin conocer bien el pasado no hay futuro. Ante los intentos, de personas que ni siquiera estuvieron allí, de atiborrarnos de nuevas concepciones sobre la vida de los años 50 en Cuba y de contarnos una película donde supuestamente todo era “auge, desarrollo y majestuosidad”; me pregunto ¿por qué millones de personas vivían en la total pobreza?, ¿por qué el salario de Batista era de 144 000 dólares?, ¿por qué nuestros niños tenían que trabajar y vagar en las calles en busca de un plato de comida?, ¿por qué solo un grupo selecto tenía la oportunidad de asistir a la escuela y no morir de enfermedades curables?, ¿por qué los índices de mortalidad infantil se encontraban por encima de 40?, ¿por qué los millares de indigentes y desnutridos, los ancianos olvidados, los negros maltratados, los campesinos en barracones de techo de guano y con piso de tierra desprovistos de sistemas sanitarios?, ¿por qué la guardia rural, la policía, el ejército y el gansterismo?, ¿por qué se aplicó censura de prensa 630 de los 759 días que duró la dictadura?, ¿por qué ni una sola palabra en los 58 periódicos y los 26 canales de televisión?, ¿por qué el miedo?... #TenemosMemoria


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Greisy Cordero Suárez

Estudiante del Instituto Superior de Relaciones Internacionales

Se han publicado 2 comentarios


sachiel
 16/3/17 12:41

Con las glorias, se olvidan las memorias, dice el refran... Yo publicaria de nuevo las Bohemias de esa epoca, con todas las fotos de los desmanes y asesinatos de ese régimen, a ver si se le revuelve la conciencia a algunos que todavia dicen que era mejor que ahora. Si, mejor para el adinerado, al que n nuncao le importaba qué pasaba mientras tuviera su coima asegurada. y si hay que recordar, y no olvidar

Javier Nd
 14/3/17 15:26

muy emotiva la historia como esa hay miles en Cuba lo que pasa que con el tiempo a las personas se les olvida lo que pasaba y por eso hay que estudiar la historia, mis padres se casaron en el año 1957 ( hoy viven y estan juntos todavia) y el viejo cuenta que el dia de la boda se fueron para una casa alquilada y se quedo deviendole al chofer de alquiler el peso del pasaje osea que no tuvieron luna de miel en ningín hotel, mi madre era maestra y ganaba 57 pesos mensuales vivia en la ciudad y para ganarselo tenia que ir al monte a dar clases por que en la ciudad no habia cabida, cuando nacio mi hermana mayor, no tuvo licencia de maternidad, por lo que se la tenia que llevar con ella para el monte pues si no no ganaba, y mi padre ganaba 15 pesos al mes en una fabrica de queso y mantequilla, la historia hay que contarla para que no se piensen que todo es maravilla y que antes el 80 por ciento de la población pasaba hambre de la grande, ahora queremos oir solo lo que se dice bueno de los años 50 pero lo malo ahy que decirlo más que lo bueno para que no vuelvan nunca más 

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