La osteoporosis es un padecimiento de los huesos que se caracteriza por la reducción de la densidad mineral ósea y el deterioro de la textura del hueso. Esto provoca que los huesos se tornen débiles y proclives a fracturarse, inclusive con contusiones pequeñas o sin aparente trauma.
El padecimiento es frecuentemente llamado "el ladrón silencioso" pues pudiera progresar sin sintomatologías notorias hasta que se produce una fractura. El primordial factor de riesgo para desarrollarse una osteoporosis es la reducción de la masa ósea, que acostumbra volverse menos marcada con los años.
Elementos como los cambios hormonales, sobre todo en mujeres postmenopáusicas debido a la disminución de estrógenos, a la genética y a una alimentación deficiente en vitamina D y calcio pudieran contribuir al progreso de la enfermedad. Otros componentes comprenden la ausencia de actividad física, la ingestión exagerada de bebidas alcohólicas y la adicción al tabaco.
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El diagnóstico de la osteoporosis se efectúa mediante exámenes de densitometría ósea, que calculan la densidad mineral ósea. La terapéutica pudiera comprender ejercicios de resistencia, variaciones en el estilo de vida, como es una alimentación rica en vitamina D y calcio, así como medicinas específicas para prevenir fracturas al fortificar los huesos
La previsión y el manejo de la osteoporosis son esenciales para conservar la calidad de vida y disminuir el peligro de fracturas y otros varios inconvenientes relacionados con esta patología.
Prevención y tratamiento de la osteoporosis
La previsión de la osteoporosis empieza con una sólida base desde la niñez y la juventud, que es cuando los huesos se encuentran en su etapa de mayor desarrollo.
Es esencial seguir una alimentación rica en vitamina D y calcio, ya que estos nutrimentos son esenciales para el progreso y conservación de una óptima masa ósea.
Las verduras de hojas verdes oscuras, los alimentos lácteos, los frutos secos y los alimentos fortificados son insuperables fuentes de calcio, en tanto que la vitamina D se puede conseguir mediante la exposición al sol y consumiendo comestibles como huevos y pescados grasos.
También, el ejercicio sistemático, fundamentalmente el adiestramiento con pesas y prácticas de soporte de peso como correr o caminar, contribuyen a fortificar los huesos y optimizar su espesor.
En la adultez, en necesaria la continua prevención junto con un estilo de vida saludable que comprenda actividad física, una dieta equilibrada y evitar hábitos tóxicos como el excesivo consumo de alcohol y la adicción al tabaco.
Aquellos con antecedentes familiares de osteoporosis o que reúnen otros factores de riesgo deberán hacerse periódicamente exámenes de la densidad ósea. Además, es conveniente conservar un saludable peso corporal, pues tanto la delgadez extrema como el sobrepeso pudieran perjudicar la salud ósea.
El régimen terapéutico de la osteoporosis se diferencia según el compromiso del padecimiento y los componentes propios del paciente. Para los enfermos leves, se pudieran aconsejar modificaciones en el estilo de vida, como sería optimizar la alimentación e incrementar la actividad física.
En los casos más avanzados, los médicos pudieran indicar medicinas que contribuyen a demorar la merma ósea o inclusive a aumentar la densidad ósea. Estas medicinas incluyen moduladores selectivos de los llamados receptores de estrógeno (SERMs), bifosfonatos y terapias hormonales, entre otros.
Al mismo tiempo del tratamiento médico, es decisivo orientar métodos para la prevención de caídas, que son un factor frecuente de fracturas en individuos con osteoporosis. Esto pudiera conllevar a la adecuación del domicilio para descartar inseguridades, el empleo de dispositivos de asistencia si fuese preciso y la participación en programas de ejercicio que optimicen la coordinación y el equilibrio.
Un conjunto que combine tratamiento médico, prevención y prácticas de seguridad pudiera ayudar de modo significativo a manejar la osteoporosis y recuperar la calidad de vida de aquellos que la padecen.
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