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lunes, 7 de octubre de 2024

La espiral de los indisciplinados

El individualismo que se apodera de algunas personas les provoca creer que la propiedad estatal socialista, por ser de base colectiva, no requiere cuidado y respeto...

Iris Leydi Madera Iglesias en Exclusivo 27/12/2016
2 comentarios
Indisciplinas sociales
Muchas son las indisciplinas sociales que todavía persisten en nuestra sociedad. (Maylin Guerrero Ocaña / Cubahora)

 El 7 de julio de 2013, en la Primera Sesión Ordinaria de la VIIl Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Raúl Castro aseveró: “Es hora de que nuestros colectivos obreros y campesinos, los estudiantes, jóvenes, maestros y profesores, nuestros intelectuales y artistas, periodistas , las entidades religiosas, las autoridades, los dirigentes y los funcionarios a cada nivel, en resumen, todas las cubanas y cubanos dignos que constituyen indudablemente la mayoría hagan suyo el deber de hacer cumplir lo que está establecido, tanto en las normas cívicas como en leyes, disposiciones y reglamentos. (…) tengo la amarga sensación de que somos una sociedad cada vez más instruida, pero no necesariamente más culta”.

Tres años después, continúa sobre el tapete la necesidad de erradicar manifestaciones de corrupción, rescatar el acatamiento a las normas  y  fomentar una cultura cívica en nuestra sociedad. Unos alegan que precisamos de leyes más severas  para el control de indisciplinas sociales y otros desmanes, por tal motivo infringen las disposiciones ya existentes. Otros  solo se hacen de la vista gorda para simular que el tema les afecta poco. 

-¿Quién tiró la tiza?- pregunta el muchacho, su carita pícara esconde culpabilidad luego de “portarse mal en clase”. Los demás ríen en complicidad, mientras las fracciones de Matemática todavía están pendientes en la libreta.

-¡Indisciplinado!-dice la maestra y acto seguido, le ordena abandonar el salón, en un intento de amonestar al estudiante que perturba el transcurso de una buena lección, así como la concentración de sus compañeros.  

-¡Indisciplinado!- repite también el padre, en casa. Vaya vergüenza le ha provocado el hijo. Debido a sus travesuras, una vez más lo manda a llamar el director de la escuela.  Después de castigarlo severamente con la amenaza de no comprarle el nuevo IPhone para su cumpleaños, termina el hombre su cerveza, y lanza por la ventana la lata vacía.

-¡Indisciplinado!-piensa la adolescente que pasa  por el parque. Dicen en la televisión que “No se bota basura al pavimento” y que “Reciclar es comenzar”, por eso recoge el envase de Bucanero y lo deposita en el cesto más cercano.  Va sonriendo. El joven de sus sueños recorrerá mañana esta misma área y encontrará una sorpresa: Yumisleydi ama a Víctor.

Así figura el “original” graffiti, hecho a crayola, sobre el mármol de un monumento incompleto cuyos trozos  ya fueron sustraídos  por el artista de la esquina. Sí, ese mismo, el vendedor de mesas y adornos.

“El mejor escultor de La Habana”,  como todos le llaman, jamás carece de clientela. Sus modelos van desde lo más comercial, hasta  los diseños refinados. Está de moda el mármol  y, da negocio, por eso lo extrae de donde sea, en las tarjas históricas o las excelentes piezas que una vez  fueron parte de las lápidas del cementerio. Un tipo las trae cada mes, y se las vende a buen precio. “Por la izquierda, tú sabes, hay que sobrevivir….” explica  a los amigos  interesados por  sus fuentes emisoras de materias primas.

¡Indisciplinado!- siente ganas de gritarle unos de sus parientes, pero sabe que si lo hace, tendría que espetárselo a sí mismo pues el también comete desatinos, en tanto desvía víveres del almacén de la empresa, que por arte de magia, van a parar a su despensa y refrigerador.

Quizás el individualismo que se apodera de algunas personas les provoca creer que la propiedad estatal socialista, por ser de base colectiva, no requiere cuidado y respeto. Lejos de culpar al de al lado, sin mirar nuestros propios errores, avancemos con la meta puesta en el decoro, la autocrítica y la exigencia.  Intentemos, pues, para el año venidero, romper los eslabones de esa cadena que ata al estudiante, el padre, la graffitera, el artesano….  la espiral de los indisciplinados.


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Iris Leydi Madera Iglesias

Se han publicado 2 comentarios


Ariel
 27/12/16 9:11

Buen trabajo, aunque soy del criterio de que la disciplina entra primero por la obligación. Si detrás del indisciplinado aparece el policía, un inspector, o una persona que le haga pagar bien caro su acto, estoy seguro que se resolverían muchos asuntos. Hay autoridades que tienen que cumplir con su razón de ser, hay comportamientos que no se deben tolerar y creo que con la conciencia ciudadana no alcanza para solucionar el tema de las indisciplinas.
 

 

Daimi
 27/12/16 9:07

triste realidad, pero es así, se han perdido las normas más elementales de convivencia y no tiene que ver con la edad, lo mismo es indisciplinado un joven que una persona madura, tiene que ver sencillamente con la falta de educación, nunca he viajado a otros países del mundo, pero amigos que lo han hecho se cuidan muchísimo de votar siquiera la envoltura de un minúsculo caramelo en la calle, pues la multa no se las quita nedie de encima, una buena suma de dinero....es increíble cómo hoy hay tantas cosas "normales" que a veces me parece que la anormal soy yo.

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