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lunes, 7 de octubre de 2024

Nos sobran motivos para la fiesta

Aún conmocionados por la noticia del 25 de noviembre pasado, los cubanos volvieron a reunirse para agasajar la vida...

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 01/01/2017
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Amanecer en La Habana
Fidel está en cada rincón de Cuba y solo eso basta para festejar en grande. (Radio Rebelde)

La madrugada acaba, comienza a clarear el alba. La fiesta terminó y los brindis se agotaron justo en la puerta que separa al año viejo del nuevo. Algún que otro madrugador ya está en la calle, pero la mayoría sigue perezosa entre las sábanas, después de recibir el 2017 a plenitud, con todo lo que merece el acontecimiento.

Este diciembre finalizó como es habitual entre nosotros, con música, bailes, guirnaldas, cerveza y ron; con cenas suculentas, muñecones incendiados en las calles y cubos de agua para limpiar los caminos; con alegrías, inconformidades y retos por cumplir. Hubo regocijo, mucho regocijo en Cuba, este último día del último mes del 2016.

Una “bola” extraña había corrido de boca en boca. Decían que no habría fiestas de fin de año, ni música alta, ni bailes, ni algarabías y que una ley seca se impondría de casa en casa. La muerte del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana resultó el motivo de un mal intencionado rumor que dejó boquiabierto a más de uno. Parecía inconcebible que con tantos motivos para el festejo esta Isla quedara vestida y sin bailar.

Aún conmocionados por el golpe del 25 de noviembre, que como puñal en medio del pecho paralizó el corazón de este país, los cubanos volvieron a reunirse para agasajar la vida y esperaron jubilosos las doce campanadas para poner punto final a otro año cargado de sucesos. A los logros personales de cada uno se sumó el orgullo colectivo de vivir en una nación que se levanta sobre el dolor, que se recupera de sus males y sigue con terquedad el rumbo, que se convierte con asombrosa frecuencia en noticia mundial y que nos abraza para que quepamos todos en su Revolución, tan única.    

La celebración se hizo inmensa en esta Isla hermosa también por el privilegio de haber tenido entre nosotros a un hombre como Fidel que se dio en cuerpo y alma a la construcción de un mejor país y en su empeño alumbró a todos. Nos sorprende el primer amanecer de enero sin su presencia física, pero la Revolución que fundó llega imparable al 58 aniversario con un montón de sueños cumplidos y otros aún por cumplir.

Fidel está en cada rincón de Cuba y solo eso basta para festejar en grande, para bailar hasta el amanecer, para cantar y brindar, para sentirnos privilegiados y, sobre todo, para honrarlo cada día de este nuevo año haciendo el bien a los demás.

Si así fuera, el 2017 también merecerá otra gran fiesta.


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...


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