El dilema global y nacional de los valores

Cuentan que Maquiavelo antes de morir dictó una “revelación divina” esa que es conocida como “el sueño de Maquiavelo”, donde dice que preferiría ir al infierno para hablar de política con los grandes sabios, Aristóteles, Sócrates y Platón antes de ir al paraíso y aburrirse con los santos y beatos; hoy yo solo quiero conversar acerca de los valores, no los del Down Jones, no en Wall Street sino en Cuba; solo deseo opinar respecto a esos que dicen quiénes somos, cómo actuamos y hacia dónde vamos.

UNA REALIDAD INNEGABLE

No recibí ninguna premonición en algunos de mis sueños, solo que Freud habló que lo onírico es reflejo de la realidad y cuando leo El malestar en la cultura y La interpretación de los sueños me asustó, sí, no es que vea a Jack el Destripador ni al Asesino del Zodíaco, tal vez permeado por Allan Poe, el misterio me abraza y creo muchas veces que la humanidad regresa a la era paleozoica; la Isla no escapa de ello y aunque bordee el precipicio en el que esta la mayoría, varias aristas detentan un somero análisis del tema.

ENTRE LITERATURA Y FILOSOFÍA, UN TEST NECESARIO

Ni Kipling y menos Nietzsche detallarían una selva tan nítida como la que aparece en estos tiempos cuando hablamos de sociedad, esta que hoy pide a gritos un Zaratrusta , ese hombre nuevo que imponga sus pautas en el antro que es el mundo de hoy.

Nuestro socialismo, ese que empezamos a construir desde enero de 1959, trabaja desde entonces en el mejoramiento del ser humano, pero todo no es color de rosa, falta mucho por hacer todavía y retomar el camino es casi obligado.

PUNTO DE QUIEBRE

El respeto, la cortesía y la bondad parecen viajar en otra galaxia con Asimov y la Saga de la Fundación, esa en la que creemos que la ficción es realidad pero que termina situándonos en tiempo y espacio; en este planeta que bien Ray Bradbury pudiera denominar Desolación y del que nuestro país bien pudiera ser como un sol de luz a pesar de que las indisciplinas en las guaguas, parques y plazas dejen mucho que desear.

Parece que los valores llegaron del exterior, estuvieron un tiempo aquí y luego emigraron a otros confines, aquellos que Galilei miró en su telescopio hace unos quinientos años y que hoy solo Poirot y Sherlock Holmes pudieran encontrar para salvar a la humanidad de un nuevo diluvio universal provocado por la globalización neoliberal que tiende tentáculos por doquier y refleja sus matices en la música que escuchan nuestros jóvenes, el modo de vestir, la ostentación y el gusto por la banal.

El egoísmo coloca la tabla para que el “sálvese quien pueda” sea la norma de orden, porque El señor de las moscas queda chiquito ante lo material y Golding parece torpe ante tanta indecencia en el léxico y tanta barbarie al actuar.

Cierto es que lo absoluto no existe en nada, ya Einstein teorizaba al respecto, cuando esbozaba la bien conocida Teoría de la Relatividad; pero cuando el tema de conversación sean los valores hay tela por donde cortar.

¿CULPABLES O NO?

Muchos tienden a acuñar responsabilidades a la escuela, pero Jean Paiget, el célebre psicólogo suizo, resalta en su famosa Teoría Cognitiva la importancia de la familia y ese contexto inicial bajo el cual desarrollamos nuestras vidas.

La honradez, la honestidad y la decencia cabalgan como meros fantasmas por un cementerio de animales de tal modo que Stephen King escribiría otra parte a su conocida novela, esos valores nos remontan con todo al pasado y evocan nostalgias de una época en las que el espíritu relegaba al olvido lo material.

Necesario es trabajar para rescatarlos y entonces pensar que todo fue un deja vu o una triste pesadilla.