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lunes, 7 de octubre de 2024

Aida y el hombre que hizo crecer un pueblo

En el poblado rural de Jobo Rosado en Sancti Spiritus una mujer hace suyo el recuerdo del Comandante en Jefe, a quien le agradece su vida y el desarrollo de su comunidad...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 29/11/2016
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Aida, entrevista
Aida, entrevista (Ana María Domínguez Cruz / Cubahora)

Aida Noris pensó que era solo un sueño, "mejor dicho, una pesadilla". Era muy tarde en la noche del viernes 25 de noviembre, y escuchó mientras conciliaba el sueño, que Fidel había muerto. "No quise creerlo cuando desperté el sábado porque yo estoy aquí, en Jobo Rosado, gracias a él".

- Y se lo agradece?

- Claro que sí. Yo llegué a este pueblo cuando tenía solo 22 años y vine a alfabetizar para cumplir con sus ideas, con su proyecto de enseñar a leer y a escribir a todos los cubanos. Aquí me enamoré, imagínate..Hice mi familia y no regresé a Santa Clara. Lo más emocionante para mí es que vi crecer este pueblo y eso también se lo debemos a ese gran hombre.

Mi presencia en este pueblo rural perteneciente al municipio espirituano de Yaguajay no tenía nada que ver con Aida. Fui en busca de la doctora y la enfermera del consultorio para encontrar allí sus historias de vida en esa comunidad, y cuando quise escudriñar en las leyendas del lugar y en la riqueza histórica que podía atesorar, no titubearon en mencionar a Aida.

"Aida lo sabe todo, es la maestra de todos, y puede contarte lo que quieras saber de este pueblo", me dijo la doctora.

Y tenía razón. En su humilde casita, Aida, madre de una hija y abuela de tres nietos, me recibió con dulzura y agradeció que la visitara. "Jobo Rosado no era nada de lo que ves aquí hoy cuando yo llegué a este lugar. En 1961, cuando vine a alfabetizar, no había luz eléctrica, casi nadie salía leer ni escribir, y empecé a vivir con los pobladores como si fuera una más".

Antes de hablarme de sus vivencias en Jobo Rosado, Aida frenó las lágrimas en sus ojos. "Es que me cuesta creer que Fidel haya fallecido porque todavía me acuerdo cuando lo vi en la Universidad de Santa Clara, cuando llegó en la caravana en 1959 y cuando nos habló a todos los alfabetizadores de la brigada para estimularnos, para que entendiéramos que un pueblo que no sabe es un pueblo fácil de engañar, y no quería eso para Cuba. Fidel ha hecho crecer este pueblo y otros en el país, y a él le agradecemos la vida nueva que nos regaló".

Aida fue de las jóvenes que en Santa Clara guardó bonos del Movimiento 26 de julio, y corrió muchas veces para que la policía no la capturara junto a los estudiantes que, como ella, hacían huelga en su instituto. Su madre siempre tuvo miedo y la envió a Cienfuegos terminar los estudios, pero Aida se mantuvo vinculada a la lucha contra Batista.

"Eran otros tiempos...Se pasaba hambre de verdad, se vivía con miedo a la policía, y nadie imaginaba que podían existir las mejoras que llegaron después. Vivir en Jobo ahora, con luz eléctrica, con la doctora y la enfermera ahí tan cerquita, con las computadoras para los niños en la escuela, con la posibilidad de que todos estudien en la universidad, se lo debemos a Fidel".

Y Aida rebuscó en su memoria otros recuerdos y fue tácita en sus enseñanzas. "Yo aprendí mucho en Jobo Rosado y te aconsejo que no críes un hijo malcriado porque ese después no valora las cosas y el esfuerzo que hay que hacer para lograrlas. Un estímulo moral vale más que uno material, y la vida es más rica cuando se tiene mucho adentro, como decía José Martí".

Fue muy sincera esta mujer de 78 años, a quien hice sonreír cuando le pedí que me contara su romance con Pedro, su esposo de toda la vida. Se entristeció de nuevo cuando volvió a hablarme de Fidel, y yo solo lamenté que personas como ella, fervientes revolucionarias de verdad, no hayan sido lo suficientemente reconocidas en un país que ayudó a construir desde su honestidad y profesión de corazón. Lamenté que su casita fuera tristemente humilde y que otros se aprovechen de cargos y responsabilidades para enriquecerse y abusar del poder, cuando no tienen ni la mitad de los sentimientos puros que guarda Aida.

Pero a ella no le importa nada de eso. No busca compararse con nadie y prefiere seguir siendo querida por los habitantes de Jobo Rosado. Ella está ahí gracias a Fidel y eso le basta para sentir su pecho repleto de emociones.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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