//

martes, 5 de noviembre de 2024

Un japonés rico en Cuba

Miichiro Shimazu sigue riéndose del calendario en tierras del sur del occidente cubano...

Diego de Jesús Rodríguez Molina en Exclusivo 21/10/2014
7 comentarios

A las longevas relaciones amistosas entre Japón y Cuba, que ya remontan los 400 años, se unen como todo un símbolo de larga vida los 107 años de edad que cumplirá este 2014 el primer nipón en arribar a esa edad en Isla de la Juventud, territorio cubano donde surgiera uno de los mayores asentamientos de inmigrantes asiáticos y cuyos descendientes —también llamados nikkei en todo el orbe— mantienen esos lazos con la tierra de sus ancestros.

Pero, a diferencia de los cortos años vividos (no más de 51) por el samurai Hasekura Tsunenaga —el primer japonés en visitar San Cristóbal de La Habana—, Miichiro Shimazu se sigue riendo del tiempo y del calendario en esta ínsula del sur occidente cubano que acogió a los llegados de los lejanos parajes del Sol naciente hace casi 90 años ya.

Hasta el hogar de ancianos Francisca Navia Cuadrado, de la capital local, que lo acogió hace 17 años, me fui a hablar con este hombre con el que había conversado largamente en su centenario, pero que en este otoño lo encuentro con la misma vitalidad y espíritu del bambú, esa planta flexible y fuerte de variado uso en la cultura oriental.

Caminando por sus propios pies, dejándose ayudar solo por el bastón…, me saluda con la marcialidad de siempre, mientras inclina su cabeza y levanta con reverencia su mano derecha.

MI DESTINO

Me recibe con más recuerdos y alegrías que palabras, la mayor parte de ellas en una mezcla singular de vocablos en su idioma natal con los del español aprendido en Cuba, adonde llegó con alrededor de 20 años, a finales de la década de los 20 del pasado siglo.

“No soy de mucho hablar —advierte— pero si algo he aprendido en mi larga vida es a ser agradecido. Por eso no me canso de decir gracias a Dios y a Fidel por todo esto…”, exclama al tiempo que mira a su alrededor, a esa institución que hoy se remodela, amplía, diversifica la alimentación y mejora sus variados servicios; entre los que están medicina y enfermería, rehabilitación, fisioterapia, podología y lavandería, así como psicología desde este año.

Sus trabajadores, mujeres la mayoría, conforman un colectivo que con paciencia y dedicación siembran amor y dan vida a los años.

La asistente de enfermería, Rafaela Cedeño Casola, me ayuda a comunicarme con Miichiro, como si fuera un familiar cercano al que mima y consiente cada día.

“Me atienden con esmero, son mi familia, me siento tan bien que ni tengo que tomar medicinas y estoy como en casa. Yo no vivo tan lejos, en la zona del río Júcaro, donde residía antes de venir…

”Gracias al Hogar de Ancianos, a sus trabajadoras —insiste él—– estoy vivo y feliz. Me siento a gusto y ni pienso en salir de aquí”.

Rafaela elogia su buen apetito, puntualidad, respeto y habitual disciplina.

Recordé lo que me había comentado siete años atrás este agricultor japonés, que sigue disfrutando de los beneficios de la seguridad y atención social en Cuba: “Hasta la embajada de Japón me ha invitado a ir a mi país natal en varias ocasiones y yo no he querido ir… No hay otro lugar en el mundo mejor que este”.

En similares términos se refiere también a la nación donde vivió la mayor parte de su vida: “En Cuba he descubierto tranquilidad, seguridad, una naturaleza y gente extraordinarias, únicas, tan especiales que siento que este era mi destino”, confiesa.

CÁRCEL Y AMENAZA DE DESALOJO

Incontables son las vivencias atesoradas, que se remontan a cuando tuvo su parcela “en el latifundio de un norteamericano que acaparaba los mejores terrenos de la costa Oeste, cercanos a Santa Bárbara, hoy La Demajagua, y me amenazó con desalojarme, hasta que llegó un buen hombre y me dijo que no me fuera porque esa tierra era de Cuba”.

“Entonces no tenía ni electricidad —comentó—. Pero ahí no paró la cosa, cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, en los primeros años del 40, me llevaron preso hacia La Habana como si fuera un espía, solo por haber nacido en Japón” que como potencia fascista estaba en guerra con EE. UU.

”Me retuvieron en la capital tres meses, no por culpa de los cubanos, sino del gobierno de Estados Unidos, que aunque no pudo probar por qué me acusaban, insistió en que me recluyeran con los otros japoneses durante unos tres años, en el campo de concentración en el cual convirtieron el Presidio Modelo.

”Con la Revolución —rememora con luz en sus ojos— vinieron mejores tiempos… La Ley de Reforma Agraria me hizo dueño de la tierra, donde cultivaba melones, pepinos y otras hortalizas, y luego integré una cooperativa campesina que dio nueva vida a la gente del campo”.

Acompañado y feliz

Sin preguntárselo me ratifica su afirmación de años atrás: “Soy un hombre rico, la naturaleza me lo ha dado todo…”. Solo que entonces, tras lo dicho, tarareó una de las canciones de su infancia, y ahora el brillo de su mirada entona toda su música interior.

—¿Cuánto dinero tienes? —le pregunta en broma la enfermera asistente.

—Nada, nada… —le repite en tono enfático y mira fijamente a su cuidadora como diciéndole: “No necesito, ¿quieres acaso más de todo lo que tengo”.

“Si algo he aprendido muy bien, además de ser agradecido, esconfiar más en nuestras propias fuerzas y la de los demás, aprovechar mejor la mente, nuestra voluntad”, advierte el anciano de mediana estatura y delgado, mientras gesticula con sus inquietas manos.

¿Y cuál es su secreto para estar a punto de cumplir los 107 años este 24 de diciembre?, le interrogo, más en busca de consejo que de receta mágica.

“No tengo ninguno, pero, si pudiera dar un camino, dijera que la vida en armonía, en equilibrio con la naturaleza, en paz con uno mismo, con los demás…”, sentencia con sabiduría a flor de labios este hombre, que no tuvo descendencia, pero en su callado andar, sin embargo, se siente el hombre mejor acompañado y feliz del mundo.


Compartir

Diego de Jesús Rodríguez Molina

Se han publicado 7 comentarios


jose barba
 27/10/14 8:23

para Shimazu san mi admiracion y respeto, conoci de su estilo de vida en solitario, trabaje en La Isla como profesor, conoci y comparti con miembros de la comunidad japonesa y sus descendientes, muy laboriosos y educados todos. Mis felicitaciones Shimazu san y gracias por su mensaje, armonia, paz y naturaleza son ingredientes para una buena salud, agregamos no a las adicciones. Saludos a los pineros y cuiden mucho su patrimonio, siempre con Uds. este aprendiz de Cojimar.

Maricel
 23/10/14 17:08

Es grandioso llegar a esa edad con tantan vitalidad, pero debemos aprender a vivir como dijera este lonjevo, si pudiera dar un camino, dijera vivir  la vida en armonía, en equilibrio con la naturaleza, en paz con uno mismo, con los demás, tengo la vendición de tener a mi abuela materna con 106 años y goza de esa misma vitalidad, tan clara, tan entusiasta que aún participa en las actividades por el dia de la mujer y la FMC y para que sea más bonito es capaz de hacerle poemas y decimas a la Revolución y homenaje a Vilama. Esos es grandioso, aprendamos a vivir como ellos sin vicios, sin rencorres, con el alma abierta a todo lo bueno que nos da la naturaleza.

Mairyn
 23/10/14 11:23

Hola Diego, soy periodista también y me alegró mucho saber que Shimazu se ha recuperado. En enero de este año lo visité para realizar un trabajo y sufría una demencia que sí le dejaba algunos momentos de lucidez, pero muy efímeros y cuando hablaba lo hacía con una mezcla de japonés y español. Ahora, su entrevista deja ver que ha mejorado muchísimo, me gustaría tener más detalles al respecto, saludos.

Ada Ibis Gómez
 21/10/14 15:51

Realmente es asombroso, este hombre es realmente increíble, cómo quisiera que Dios y la vida me premiaran con tanta energía y fuerza de voluntad.

Jorge Carlos
 21/10/14 10:56

Tengo 50 años y siempre que puedo ,pido un batido de guanabána, fijese donde pongo el acento .y asi lo pido ,la mayoria de la gente me mira como a bicho, y es que hace ya unos cuantos años ,pasaron un documental que en mi familia se recuerda siempre, donde un japones que vivia en La Isla, hablaba con sus plantas y ´´las oia´´pidiendole un poquito de agua o abono y entre sus cultivos tenia guanabána, claro , despues rectificaba.Será esta persona la misma del documental?.Me llama la atencion que este en un hogar, porque aquel tenia una familia inmensa.

Cecilia Habanera desde FB
 21/10/14 10:50

woww

Michel
 21/10/14 10:41

Gracias a Diego por este tan buen trabajo, conozco a una familia descendiente de japonese de que viven en la Isla, y son gente maravillosa... los más cercanos a los japoneses están viejitos, pero siempre queda una representación

Deja tu comentario

Condición de protección de datos