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domingo, 6 de octubre de 2024

Los estudiantes deben vencer por sí mismos

Manuel Valle Fasco, director de Formación Profesional del Ministerio de Educación superior, reflexiona sobre la nueva estrategia educacional...

en Cuba nos une 08/09/2016
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Sobria y funcional se erige la sede del Ministerio de Educación Superior (MES), uno de los edificios ministeriales más céntricos en La Habana y, de paso, de los más modestos. Es como un pequeño microchip que emite comandos a la vasta red de computadoras: allí se cavilan las políticas que siguen numerosas e imponentes universidades. Y desde una de sus laberínticas oficinas, el doctor Manuel Valle Fasco dirige la formación profesional de toda la educación superior.

No lo hace solo, claro está, sino con muchos expertos que han desencadenado ese proceso, catalogado por algunos como el más dramático desde la reforma universitaria de 1962. Muchos entendieron que es “para ya”, como un ucase con toque de queda, pero la agenda tiene previsto terminar el cambio en 2021. De hecho, solo 27 por ciento de las 101 carreras del país propuso empezar en septiembre con el plan de cuatro años: Ciencias Pedagógicas, Meteorología, las dos carreras del Instituto de Diseño Industrial (Isdi) y Cultura Física, además de una solicitud de la Licenciatura en Turismo.

No quieren sobresaltos. Es más: las carreras pueden volver atrás si no les resulta el nuevo plan, asegura Valle Fasco a los periodistas de Juventud Técnica, rodeado de un puñado de doctos asesores quienes cargan con esa mirada suspicaz que queda de tantos años entre aulas y debates.

“El proceso de formación hoy no puede ser el mismo de hace diez años”, saetea. “Se dice que los conocimientos en determinadas ciencias envejecen aceleradamente; por ejemplo, en informática, cada 72 días hay conocimientos nuevos y si esto no se lleva a la docencia, nos anquilosamos en la formación de profesionales”.

El doctor Valle Fasco enseña sus cartas: buscar una manera diferente, transformadora y contemporánea de desarrollar el proceso de enseñanza y aprendizaje y, sobre todo, insistir en que se trata de una etapa en que los estudiantes deben vencer los contenidos por sí mismos.

Según valora, el proceso tiene tres importantes momentos: el pregrado, la preparación para el empleo –antes dicho como adiestramiento laboral– y el posgrado. “El primero no culmina con la preparación de un especialista”, advierte el profesor, quien lamenta del actual plan de estudios –elogiado por su dinámica, eso sí– que no satisficiera la meta de formación continua y que el graduado no siempre fuera a laborar en el eslabón de base de producción.

En ese lugar, dice, es donde el joven va a encontrar los problemas generales y más frecuentes de su profesión y donde de manera innovadora va a ir dándoles solución y va a aprender. “Allí va a establecer un diseño curricular adecuado que debe conformarse de acuerdo con los empleadores que recibirán a los egresados”.

LA LEY DE LOS PUPITRES

¿Qué necesita la sociedad hoy?, se pregunta Valle Fasco y entrecruza los dedos. “Demográficamente, la nuestra camina hacia el envejecimiento poblacional, lo cual implica que un sector productivo se estrecha. De ahí que se requiera, cada vez más, formar graduados lo más rápidamente posible”.

 “La universidad llegó hasta el pregrado, pero el empleador debe sentirse responsable de continuar esa formación, de lo que quiere con ese egresado, y para eso debe proyectar la capacitación”, asevera Valle Fasco, mientras admite que la casa de altos estudios tiene la responsabilidad de satisfacer la demanda de los empleadores para la superación, así como la de los graduados.

“Aunque está instituido que en todos los centros laborales debe trazarse un plan de superación individual, sabemos que eso a veces no funciona”, relata el director del MES. “Estamos buscando que pase a regularse con una ley la responsabilidad de todos los organismos, de continuar la formación de los egresados”.

LA CARRERA POR LAS CARRERAS

La educación superior en Cuba tiene tres tipos de cursos: diurno, para trabajadores y a distancia. Cada carrera posee un centro rector o universidad responsable que vela por la calidad requerida, y este se apoya en la Comisión Nacional de Carrera, integrada por expertos de todos los centros del país donde se imparte la disciplina.

La Comisión es el ente metodológico que valora y diseña los contenidos a impartir como currículo básico (80 por ciento del total de la carrera). Las horas clase incluyen el currículo propio, que se conforma según las necesidades de cada lugar, y el currículo optativo/electivo, que se vincula a las necesidades del estudiante.

“Pudiera ocurrir que alguna carrera demuestre que no es posible impartir todos los programas en cuatro años. Igualmente, una universidad puede determinar que en este momento no tiene condiciones para realizar ese análisis y prefiere posponer la discusión de su propuesta”, ejemplifica así el profesor la flexibilidad existente.

La proposición de cambio de plan se somete a defensa pública, tal como una discusión de tesis doctoral, a la que tiene acceso y voz cualquier ciudadano que así lo desee. “También buscamos que en su calidad de expertos de la profesión, los empleadores sean los oponentes junto con los de carácter metodológico”, acota.

Acuña el perito que si bien internacionalmente existe una tendencia a carreras de tres o cuatro años, “no nos proponemos fotografiar la experiencia de Bolonia ni la de Estados Unidos”.

Igualmente advierte que el tema económico no es el que mueve esta transformación, aunque reconoce que el cambio “también pudiera dar una mejor respuesta a las necesidades de la sociedad.


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