El encanto de un sitio

Para quienes vivimos en la Mayor de las Antillas o han llegado hasta ella, no deja de alegrar la noticia de estar entre los 52 lugares para visitar en este recién estrenado año. Y es que la página de “viajes” de The New York Times ubicó a Cuba en esa posición, al listar con el número diez al Valle de Viñales, en la más occidental de nuestras provincias. Como apuntaba el reconocido diario “…hay un mundo ahí fuera” que atrae a quienes se deciden por el archipiélago como su destino turístico.

Viñales, ubicado a casi 200 kilómetros de La Habana y enclavado en la Sierra de los Órganos, del grupo montañoso Guaniguanico, revela una fascinante y atractiva historia que muchos especialistas sitúan en más de 300 millones de años. El Valle es una suerte de paisaje detenido en el tiempo. El verde intenso y el color de la tierra roja crean un contraste extraño, diferente al del resto de Cuba. Además, sus mogotes y los disímiles sistemas cavernarios existentes le dan un aire místico.

Tanto el Valle como el poblado circundante fueron declarados en 1979 como Monumento Nacional y 20 años después como Patrimonio de la Humanidad, por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), debido a la conservación de prácticas campesinas asociadas al cultivo del tabaco, la malanga y a la celebración de los guateques o fiestas del campo, en los cuales no faltan las controversias entre repentistas.

El viajero que llega a este sitio desde La Habana se deleita del cambio de tonos del verde cubano, y cuando arriba a él, la complicidad entre la naturaleza y el silencio hace que se sienta dueño de una belleza natural espléndida. Con sus más de 27 800 habitantes, Viñales conserva hoy en día los testigos arquitectónicos de la época colonial sumados a los valores ambientales.

HISTORIA Y AGROTURISMO

Hay mucho de Cuba en Viñales: desde el monumento erigido en honor al artista Domingo Ramos, conocido como el afamado pintor del Valle —cuyos lienzos dieron a conocer al mundo la belleza de ese escenario montañoso—, hasta su poblado, que conserva el tradicional escenario de un asentamiento de agricultores, representado por su calle principal, galerías de columnas a sus lados y casas de tejas rojas, junto a su majestuosa iglesia.

Este paraje reserva un espacio para la historia. De aquí son los primeros milicianos campesinos de la Mayor de las Antillas. Ellos, a pedido deFidel, formaron una patrulla para capturar la banda del excabo Lara, un esbirro de la dictadura batistiana que operaba entonces por Viñales. A Leandro Rodríguez Malagón encomendó el líder de la Revolución Cubana la tarea, quien se nutrió de otros 11 hombres, quienes cumplieron en solo 18 días, de los 90 propuestos, con el desafío que les había impuesto Fidel ante la historia cuando les dijo: “Malagón, si ustedes triunfan habrá milicias en Cuba”.

En este municipio, además, está el llamado Martí yaciente. Se trata de tres mogotes que al coincidir representan el perfil de un rostro muy semejante al del más universal de los cubanos. Allí, en el punto conocido como el Sitio del Infierno, mirando hacia el horizonte, de frente para Viñales, se puede observar esta curiosidad que no se encuentra en ningún otro lugar de Cuba.

El mérito del significativo hallazgo corresponde al profesor Onaney Muñiz, quien trabajó en el Instituto Nacional de Geografía, y durante una de sus tantas expediciones por la zona se percató del singular fenómeno, en el año 1971. Las tres elevaciones se encuentran justo en el lugar por donde atraviesa la carretera que permite el paso entre los valles de Viñales y de San Vicente.

Un lugar privilegiado ocupa igualmente el turismo agroecológico. Entre esos sitios sobresale la finca de Wilfredo en la barriada de El Capón, antiguo vertedero convertido en próspero espacio de plantación mediante el uso de variantes ecológicas como abonos orgánicos. Se trata de un área serrana que posee actualmente modernos sistemas de riego y otras tecnologías armónicas con el medio ambiente, pues están totalmente libres de agentes contaminantes.

En este espacio se conservan añejas formas de labrar el suelo, entre otras costumbres. Allí los campesinos surcan el veguerío a la usanza de sus antepasados, muchos con la yunta de bueyes, mientras los granos de café son triturados con el pilón de madera y viejos molinos, estos últimos elaborados con rocas volcánicas de Islas Canarias, traídas a Cuba por inmigrantes durante anteriores siglos.

Viñales forma parte también de recientes productos como la Ruta del Tabaco y el Canopy, que tuvieron su estreno en el décimo evento internacional sobre turismo y naturaleza (Turnat 2015), con sede en el reconocido destino. La primera propuesta ofrece a los visitantes un recorrido por la cadena del cultivo y procesamiento de la hoja, una historia que se remonta cientos de años en el tiempo, con visitas a importantes vegas y otras infraestructuras de la preindustria. Mientras que en la segunda, en la carretera que va hacia la comunidad el Moncada, aproximadamente a dos kilómetros de la entrada al Mural de la Prehistoria, se puede disfrutar del Canopy, con 900 metros de extensión y ocho plataformas. Esta popular diversión también conocida como tirolesa o tirolina, consiste en puntos de llegada y salida en lugares con pendiente, unidos por un cable, por el cual se deslizan los turistas por la acción de la gravedad.

Varias instituciones culturales —dos bibliotecas, una Casa de Cultura, una galería de arte, dos cines, una librería, un grupo de teatro, así como varios círculos de amigos del libro, de la música, artes plásticas, club de fotografías, cines móviles y proyectos culturales como el llamado Alas de Colibrí— hacen de este paraje también encantador desde las artes todas. Así la plaza Polo Montañés o el Patio del Decimista deleitan a los viajeros con sus propuestas.

NATURALEZA ADENTRO

Atractivos del lugar son además sus cuevas, como la de José Miguel y la del Indio, muy significativas en cuanto a forma y originalidad. Esta última es una caverna que alcanza los 300 metros de extensión, y en su interior corren dos ríos subterráneos. También está Gran Caverna de Santo Tomás, denominada “La reina de las espeluncas”, que fuera caracterizada y tipografiada por el Doctor Antonio Núñez Jiménez, considerado el cuarto descubridor de Cuba.

Quienes desean conocer la evolución de la vida en sentido natural en Cuba pueden llegar hasta el Mural de la Prehistoria, situado en el valle de Dos Hermanas y pintado sobre la piedra de una de las elevaciones. En cada uno de los trazos de las 12 piezas se aprecia el proceso evolutivo de los hombres y los animales en la Sierra de los Órganos, en sus distintas etapas. Ahí están representados los indios guanahatabeyes, especies de mamíferos, animales gigantescos, así como algunos moluscos.

No menos seductoras son sus formaciones montañosas: los mogotes, únicos en la Mayor de las Antillas. Esas formaciones geomorfológicas son muy originales y algunas llegan a medir centenares de metros de altura, semejando una gran diversidad de formas, estilos y maneras de ver la naturaleza. Según los especialistas, solo son comparables con las localizadas en China y la península de Malaca.

Formados por piezas calizas y erosionados por las fuertes lluvias del clima tropical, los mogotes no solo son un elemento turístico más, sino remanentes de una de las zonas más antiguas de Cuba. Asimismo existen otras elevaciones, como Alturas de Pizarras, constituidas por una variedad de rocas, las más antiguas existentes a lo largo del país y también en el área caribeña.

La localidad es muy rica en aves, se destacan el zunzuncito, el tocororo, cartacuba (todos multicolores), paloma y zunzún. Los moluscos están representados por más de cien especies y subespecies de caracoles. Mientras que los reptiles también están bien representados por varias especies de lagartijas, majá de Santa María, iguanas, entre otros y los mamíferos por la Jutía Conga.

Atesora entre sus atractivos instalaciones hoteleras dispuestas a cumplir con el más exigente de los gustos: Los Jazmines, La Ermita y Rancho San Vicente, creadas en 1960 por iniciativa de Fidel. Las tres ofrecen al visitante un confortable hospedaje en medio de un escenario excepcional, donde se mezclan valores naturales únicos, la conservación del entorno y la acción del hombre en las labores agrícolas, como el cultivo del tabaco.

Conocer algunos de los secretos que hacen de nuestro tabaco el mejor del mundo no solo es un atractivo de Viñales, sino también saber acerca de la vida de sus productores, probar su café y degustar los tabacos, conociendo así su cultura y tradiciones. A la par se puede visitar la única destilería existente en el mundo del ron Guayabita del Pinar, planta endémica de Pinar del Río con cuyos frutos se realiza este auténtico ron.

En este paraje —donde perduran rocas del período jurásico y fósiles de ammonites, moluscos extintos hace unos 65 millones de años— resulta preferido el Palenque de los cimarrones, réplica de un campamento de esclavos huidos (siglo XIX). También el Jardín de Caridad, con su rica historia y exuberante vegetación y la casa del campesino, devenido artesano que trabaja las raíces y la madera para darle vida a sus creaciones.

Quienes observan Viñales desde una de sus elevaciones encuentran la diversidad de su cultura: los bohíos desparramados, los sembrados, la cultura campesina, los animales... En él, lo mismo se encuentra un fósil viviente como la Palma Corcho (declarada Monumento Natural Nacional), que un tallador de raíces, un puerco viviendo en el patio como algo común o cientos de personas que llevan en sí toda la historia. Esa es la magia del Valle, mirar hacia cualquier dirección y encontrar algo que sea capaz de asombrarnos.