Raúl Paz: mi sueño es dirigir una ópera

Ese Raúl Paz que se conoce hoy fue un chiquito inquieto de pelo alborotado que desandaba la tierra pinareña de San Luis, aprendiendo un poco de canto y de música en la Casa de la Cultura y desafiando a sus padres, que querían estudiara una carrera de verdad, “de cosmonauta en adelante”.

Lo confiesa así y arranca luego miradas de asombro cuando revela su gran sueño: “me encantaría dirigir una ópera…una puesta en escena de La Traviatta podría ser. Se lo propuse a la ópera de Holguín, quizás podamos hacerlo porque adoro el canto clásico. Respeto mucho ese trabajo, lleva mucha disciplina y sé que el trotamundos que llevo dentro, mi espíritu de juglar,  no hubiera estado tranquilo si hubiera decidido andar ese camino, pero hoy me queda ese anhelo pendiente”.

Por fortuna, como declaró en alguna ocasión, “hay que saber lo que no se quiere hacer para saber lo que sí se quiere hacer”. No es un trabalenguas, es más bien una máxima que ha guiado sus pasos, sobre todo cuando al inicio uno tiene tantas ideas en la cabeza y tiene que elegir.

“Trabajé en Nueva York alrededor de dos años con Tito Puentes y otros músicos. Aprendí a bailar, claro, y la salsa tuvo entonces esa época en mi vida pero me di cuenta que no era eso a lo que me quería dedicar, y por ahí empecé. Sucedió también cuando estudiaba 12 grado en el preuniversitario vocacional de Pinar del Río, y optaba por estudiar en el Instituto Superior de Arte o, en el caso de que no me aceptaran, estudiar arquitectura. ¿Te imaginas cuántos edificios se estuvieran derrumbando ahora?”

Y las sonrisas no se resisten porque con su guitarra en mano, no puede negarlo. “Esto es lo que me da ganas de vivir. Componer mi propia música, cantarla en escenarios en los que pueda ver la reacción de la gente. Además, no tengo mucha paciencia para actuar, porque un plano puede demorar mucho, aunque tuve mi oportunidad con Fernando Pérez en Hello Hemingway y en unas aventuras de las que nadie se acuerda, Más allá del tiempo, transmitidas en televisión antes de la conocida Shiralad”.

—Entonces, cumpliste aquel compromiso que hiciste siendo adolescente…

—Pues, mira que sí. Yo era un estudiante en la escuela, y cuando se dijo que una delegación de alto nivel visitaría el Centro, empezaron a crearse las condiciones para recibirla. Yo integraba un grupito de música y debíamos tocar para que los visitantes disfrutaran de una música de fondo mientras se trasladaban de un área a otra.

“Llegó Raúl, nuestro presidente actual, y cuando se detuvo a saludarnos yo aproveché la oportunidad para decirle que nuestros instrumentos estaban en muy malas condiciones, que necesitábamos mejorar para tocar mejor. Si supieras…se comprometió a mandarnos instrumentos nuevos y me dijo que debía comprometerme a ser músico. En verdad pensé que se olvidaría de nuestra situación pero no fue así. Cuando vi llegar los instrumentos nuevos, asumí el reto..tenía que ser músico, ¿no?

La casualidad lo llevó a esas experiencias en la actuación, aunque en serio vino después el teatro musical, en Europa, a donde viajó luego de ganarse una beca de estudios en la capital francesa. “Ha sido mucho tiempo fuera de Cuba. Primero en Uruguay, Brasil, Argentina..y mira que ahora le debo estar más en los escenarios de Latinoamérica porque mi música, como resultado de una mezcla de muchos ingredientes, bebe mucho de las sonoridades de esa región”.

—¿Cómo llega Raúl Paz a La otra esquina?

—Conozco a Ernesto Fiallo, su director, desde hace tiempo y siempre me había dicho que cuando hiciera una telenovela quería que mi música estuviera en la banda sonora. Me mandó el guión, me motivó la idea y lo que debía ser al principio algunos temas, se fue complicando, me fui enamorando del proyecto y compuse más.

“Cuando uno se enamora de lo que toca, de lo que ve, de lo que tiene cerca, de lo que oye, de lo que sueña, todo está salvado porque hay que enamorarse de todo y con eso se podrá mover al mundo. De ese trabajo, salió entonces un grupo de temas que estarán incluidos en un disco en el que todavía trabajo, al que se sumarán Alain Daniel, Laritza Bacallao, Leoni Torres y otras voces.

“La otra esquina fue una experiencia única…Ahora me siento martes, jueves y sábados a ver la novela y el público debe saber que trabajé mucho porque en esos 80 capítulos hay mucha música detrás”.

—Ven, ven, tu décimo fonograma, premiado en el Cubadisco, es ante todo una invitación…

—Sí, es una manera de decir Aquí estoy, ven y disfruta de lo que tengo para dar. Hay mucho optimismo en sus temas…Por ejemplo, te aconseja  que hace falta reír, soñar, cambiar de aire y pensar en grande…Por ahí va todo, por el espíritu positivo que hay que tener siempre dentro, para que todo marche bien

“Con esa filosofía hay que vivir para no tropezar. Imagínate, cuando empecé a presentarme en escenarios europeos yo no era el típico cubano que se conocía. Ni negro, ni viejo, ni fumaba tabaco…Y en la vida tienes que aprender a desprenderte de los clichés, y asumirte tú mismo. En el caso cubano todo es quizás, mejor, porque como somos un gran ajiaco, siempre habrá mucho que mostrar”.