Aurora Basnuevo: más cubana que las palmas

POSEEDORA DE UN DON SINGULAR

Su gran popularidad en Cuba se debe, ante todo al carisma del  personaje de Estervina Zuasnábar y Zubizarreta, que interpreta en el programa radial más popular del país. Alegrías de sobremesa, con libretos de Alberto Luberta, como pareja de su esposo en la vida real, el primer actor Mario Limonta, como Sandalio “El volao”.

Posee el don de la improvisación, lo cual se aprecia en algunos de sus aportes a los libretos. Lo aprendió en una parte importante de su carrera, en el teatro Martí, como actriz del teatro bufo. Allí sus triunfos le convirtieron en la única sucesora del vernáculo cubano y en el Premio Nacional del Humor 2004, la primera mujer que obtuvo tan preciado galardón.

Por ello, Aurora y Mario actuarán en la gala inaugural del Teatro Martí, que se efectuará próximamente en el teatro que lleva el nombre del Héroe Nacional de Cuba, en una obra de Alberto Luberta que responde a los cánones del género, en el cual ella interpretará a la mulata y Limonta personificará al negrito, bajo la dirección de Alfonso Menéndez.

UNA NIÑA PRECOZ ÁVIDA DE ESTUDIAR

—¿Tus juegos de niña?

—Era una niña muy buena que jugaba a las muñecas y a las Cuquitas, aquellas muñequitas de papel que tanto nos gustaban. Siempre me gustó estudiar. Nací en Colón, en Matanzas. Al lado de mi casa había una escuela de Kindergarten, equivalente al Preescolar de hoy, y yo iba de visita y así fui aprendiendo a leer y siempre estaba adelantada para mi edad.

“A los nueve años estaba en sexto grado y a los diez entré a la Secundaria Luz y Caballero, terminé ese nivel y a los trece años me presenté al examen de ingreso en la Escuela Normal de Maestros de La Habana y aprobé. Estudie magisterio por las noches y por la tarde asistía a las clases de repujado, estampado y decorado en cuero en la Escuela de Artes y Oficios”.

PRIMEROS PASOS DE UNA ARTISTA POLIFACÉTICA

—¿Sentías inclinación por alguna manifestación artística?

—Quería saber de todo y como me gustaban la música y el canto, me inscribí en un conservatorio particular cerca de Artes y Oficios, en la calle Belascoaín, y allí estudié hasta tercer año de piano, teoría y solfeo, que me ayudaron muchísimo en mi verdadera vocación. Mi mamá me buscaba esos cursos para evitar que anduviera por la calle, el problema de ella era ocuparme el tiempo. ¡Esa Matilde era la candela! Cuando yo iba a fiestas y bailes tenía que ir con chaperona.

UNA ESTRELLA NACIENTE LLAMADA AURORA

—¿Cómo surgió en ti la vocación por el arte?

—No surgió, estaba escondida y me sorprendió cuando empezó a transmitirse el programa de televisión de José Antonio Alonso, el creador de La Corte Suprema del Arte, donde acudían cantantes del arte lírico, de la canción y la declamación, quienes se sometían al juicio del jurado y tenían la oportunidad de seguir actuando en ese espacio, si antes no le tocaban la campana.

“Cuando fui a competir me temblaba hasta el pelo, pero me arriesgué, con mi vestidito prestado. Interpreté como pude la canción Oigan. Y la campana no sonó. Me eligieron Estrella Naciente, escondida de mi mamá, hasta que me vio una tarde y le gustó verme cantar porque me aplaudió cuando llegué a la casa.

"Ya graduada de magisterio ejercía como maestra sustituta y participaba en las clases que proporcionaba el programa y monté repertorio, porque en el programa había un astro naciente, el actor y declamador Mario Limonta, del cual me enamoré como una loca, pero cuando nos casamos me dijo que no había más programa, ni más canto porque yo era su señora y que siguiera de maestra o me dejaba. Pero me las arreglé para no perder ninguno de mis dos amores: el arte y mi esposo de toda la vida”.

AGARRÉ LA OPORTUNIDAD POR DONDE PODÍA

—¿Cómo lograste burlar la prohibición de Mario?

—Aunque Mario intentó ponerle punto final a mi carrera, lo único que pudo fue escribir unos cuantos puntos sucesivos, porque conmigo no hay quien pueda. Yo asistía frecuentemente a sus ensayos con el grupo Guernica y trataba de ir aprendiendo de teatro, sin que él sospechara lo que yo estaba tramando, mientras él ensayaba La excepción y la regla, de Bertolt Brecht, dirigida por Cuqui Ponce de León.

“Una tarde se me acercó y me dijo que me había visto por televisión y le gustaba como yo cantaba. Me preguntó si sabía actuar y cuando le dije que nunca lo había intentado, me sugirió que me incorporara a las clases del grupo sobre el método de Stanislavsky. Empezaron los ensayos de La pérgola de las flores, el musical que dio inicio al grupo Rita Montaner. Seguí ensayando con la decisión de agarrar la oportunidad por donde podía. Un día Mario fue a un ensayo y me dijo que estaba terrible. Por otra parte, Cuqui no me decía nada. En la víspera del estreno, le expresé mi preocupación a Cuqui. Solo dijo una palabra: maravillosa. Y su satisfacción me hizo crecerme en escena. Luego vinieron muchas obras que protagonicé: Habitación 406 y Las yaguas”.

LA ÚNICA SUCESORA DEL VERNÁCULO

—Háblame acerca de las temporadas cuando actuaste en el Teatro Martí, junto a figuras emblemáticas del teatro vernáculo, también conocido como bufo, un reflejo del costumbrismo en la escena cubana.

—Del grupo Rita Montaner pasé al Teatro Martí, a sugerencia de Eduardo Robreño, en obras de autores muy reconocidos del género vernáculo del teatro cubano, como el propio Robreño y Enrique Núñez Rodríguez, en obras como El guajiro Pedro Manso, El remero respetuoso y Tambores, como parte del elenco donde brillaban Alicia Rico, Candita Quintana y Carlos Pous, y hasta sustituí a Candita, en Yo soy aquella. Eso fue de “ahora para luego”, pues se enfermó de repente. Ella me felicitó, al final de la función, y ese fue un premio muy grande para mí.

ESTERVINA ES PARTE DE MI PERSONALIDAD

—¿Cuáles son tus coincidencias con Estervina?

—Pienso que, en algún sentido, existen semejanzas con este personaje, hacia el cual siento especial cariño porque ha protagonizado importantes momentos de mi carrera, que se extienden hasta hoy, y en ocasiones —sin yo quererlo— irrumpe en mi vida cotidiana. Como es tan bromista y bastante imprudente, dice una de las frases que la tipifican, y se proclama como la mulatísima, como la conoce el pueblo. Ella es así y no hay quien la calle. Pero tiene tanta chispa que ¡me encanta!?

“Estervina me ha llevado al pueblo, pues me ha permitido contribuir a la alegría de muchos. Me siento muy compenetrada con ella porque hace 48 años que la interpreto y ya forma parte de mí, pues por ella me pusieron la mulatísima y recibí un trofeo como la diva del humor en Pinar del Río, lo cual valoro mucho.

”Me ha permitido protagonizar Alegrías de sobremesa, con Mario, un programa de Radio Progreso que adoro y que me reserva hermosos momentos, por su repercusión en Cuba y el mundo”.

HUELLAS IMBORRABLES EN LA BASNUEVO

—Tu versatilidad y tu energía desbordante han dejado otras huellas imborrables en tu carrera, ¿podrías citar algunas de ellas?

—Recuerdo con mucho cariño al programa de televisión San Nicolás del Peladero, donde interpretaba a la mujer del Sargento Arencibia, con Mario en ese papel, durante veintiún años. Otro espacio que rescató ambos personajes y fue muy grato para nosotros, La descarga, dirigido por Julio Pulido. Y también poseen gran valor las escenas de Cómo quedo yo, por sus mensajes que contribuyen a la educación formal.

“El cine ha significado una vía de expresión incomparable para mi, muy especialmente el cubano, por el corto de ficción Adela, con guión y dirección de Humberto Solás, que formaba parte de Barrio Cuba y el quiso separarlo, como algo especial que estrenó en el Festival de Cine Pobre, en Holguín. He participado también en varios largometrajes europeos, pero considero como los más importantes Salsa, filme francés de Joyce Buñuel, en el que me vi precisada a hablar francés, y la brasileña Estorbo, con texto de Chico Buarque y dirección de Ruy Guerra.

”Tengo varios proyectos para el cine, pero hay uno que me parece el más interesante; un largometraje que cuenta, además, con las actuaciones de Rosita Fornés, Mario Limonta, Alejandro Rodríguez, Enrique Molina y Natalia Herrera”.

—¿Cuáles son los ingredientes del humor cubano, a tu juicio?

—Es un ajiaco donde hay de todo. Hasta al llanto la gente le saca risa y forma parte de quienes habitamos este país. El cubano se distingue por su jocosidad, porque casi siempre usa el choteo como parte de la vida cotidiana, el humor nutre y brota de su optimismo ante cualquier situación y esto puede apreciarse en la nostalgia de los cubanos que viven en otros países, por la nostalgia que sienten por la tierra más bella del mundo.

—¿Influencia de Cuba en tu carrera?

—Ha sido, es y será la savia que me nutre, porque lo cubano está presente en mi vida. Yo no puedo estar lejos de esta isla, y mucho menos vivir en otro lugar, aunque sea una estancia muy corta. Cuando pasan 15 días no lo aguanto, me pongo triste y quiero regresar y eso me ha ocurrido en las filmaciones. Yo soy cubana repolla, tan cubana como las palmas. Y mi país lo defiendo con los dientes. Cubana primero y siempre cubana.