Un Doppler cubano mirando al Sur

“En Cuba tenemos 8 radares meteorológicos. Cinco de ellos miran al Sur, hacia el Caribe” Así comienza su presentación en la blogosfera —acaso la única “sfera” que le quedaba por explorar— el científico camagüeyano Dr. Orlando Lázaro Rodríguez González, director del Centro Nacional de Radares, quien se define como un cubano corriente, convertido en especialista en radares meteorológicos, que después de 30 años de trabajo tiene algunas cosas para contar.

Quince años atrás un equipo de ingenieros, especialistas y técnicos camagüeyanos encabezados por Orlando, lideraron la primera automatización de la red de radares meteorológicos cubanos, integrada por los instrumentos de La Bajada, Casablanca, Punta del Este, Pico San Juan, Camagüey, Pilón y Gran Piedra. En marzo de 1988 habían conectado por primera vez un radar a una computadora, utilizando, junto a sus competencias profesionales, una capacidad de innovación que ha sido reconocida en varias ocasiones.

Tras la automatización lograron digitalizar las imágenes obtenidas, pero los receptores seguían siendo analógicos, lo cual solo permitía recabar la intensidad de la señal, nunca el rumbo ni la velocidad del fenómeno atmosférico medido.

Ahora vuelve a ser noticia el Centro Nacional de Radares al anunciar la terminación exitosa de la fase de prueba del primer radar Doppler hecho en Cuba, que lleva por nombre VESTA/RD-200SX.

EN EL RASTRO DE LAS ONDAS

“El efecto Doppler consiste en calcular las distancias y movimientos de un objeto teniendo en cuenta la doble frecuencia, es un fenómeno que aparece cuando hay un emisor en movimiento y un receptor estático, este es el principio básico de nuestro radar—señala Orlando— que incluye como mejora un receptor digital. El receptor digital reduce el margen de error de los datos de frecuencia que llegan hasta él”.

Además de medir con un alto nivel de exactitud la velocidad de los flujos internos de los ciclones, el nuevo radar mejorará los pronósticos referentes a otros fenómenos no menos importantes como tornados, granizos y aeroavalanchas.

“El movimiento de los vientos y las lluvias dentro de un huracán es trascendental para hacer un pronóstico certero, de ello depende la determinación de cuáles serán las zonas de mayor intensidad de las lluvias, por ejemplo”.

Según el Dr., otra de las ventajas del recién estrenado instrumento es que permite reducir el error por ecos fijos, o frecuencias lanzadas por el radar que rebotan en objetos sin interés meteorológico como montañas y construcciones altas. “Ya anteriormente habíamos desarrollado una tecnología para eliminar los ecos fijos, pero indudablemente el Doppler es superior también en este sentido”.

LA ODISEA DEL HETERODINO

“Todo este asunto de armar aquí un Doppler comenzó en septiembre de 2004, durante el paso del huracán Iván por la región occidental del país. Entonces el comandante Fidel preguntó al Dr. José Rubiera qué podría hacerse para mejorar los pronósticos de huracanes, y de allí surgió la idea”, recordó Orlando.

“Entonces empezó la complicación del oscilador heterodino: la única y más importante pieza que faltaba para completar el ensamblaje. Ingleses, canadienses, italianos, empresas, compañías, gestiones aquí y allá… y todo el mundo se echaba para atrás en el último minuto al conocer las regulaciones comerciales que el bloqueo de Estados Unidos impone contra Cuba.

Hasta que un día al fin logramos conseguir el heterodino y embarcarlo para acá… desarmado y en nuestros bolsillos”

Un radar Doppler cuesta más de 4 millones de dólares en el mercado internacional. Sin embargo el prototipo hecho Camagüey, desarrollado sobre la base del radar MRL-5 que funcionaba antes en este territorio, tuvo un costo de cerca de 350 mil dólares. No obstante Orlando asegura que con el dominio óptimo de la técnica y utilizando los radares existentes, el costo puede reducirse hasta los 100 mil por cada instrumente modernizado.

Los servicios meteorológicos cubanos son de referencia mundial; y junto a los de Argentina y Brasil se consideran los mejores de América Latina. No obstante, el área geográfica que ocupa nuestro país se encuentra atrasada tecnológicamente, y muchas veces carente de personal calificado, por eso el moderno instrumento permitirá, además, hacer desde aquí estudios sin precedentes en la atmósfera de la región.

Las mediciones meteorológicas en Cuba tienen su más lejana y concreta referencia en el Observatorio Meteorológico del Colegio de Belén, que comenzó a funcionar al amparo de frailes jesuitas en marzo de 1858. En ese tiempo solo unos pocos países del continente europeo y los Estados Unidos contaban con observatorios similares, de perfil científico.

Aunque su radio de captación de datos numéricos es de 150 Km, el Doppler de Camagüey puede “ver” tormentas intensas y altas en una distancia de hasta 450 Km.