La cubanía nunca ha estado sola en las Parrandas de Remedios, de hecho es uno de los puntales que sostienen la tradición. Las calles de la villa han sido cómplices de esos momentos en los cuales se define la naturaleza de la historia. Desde los elementos artísticos hasta sucesos en apariencia intrascendentes, el alma de la nación pervive entre los hacedores del festejo. En 1902 se produjo la inauguración de la República y en 1917 el barrio El Carmen tomó de la bandera cubana el triángulo, colocándolo en el mismo lugar dentro de su enseña. Esa decisión se realizó en una asamblea de los partidarios de dicho bando como homenaje y reconocimiento de los nuevos tiempos corrientes. Pero antes, San Salvador había expuesto en la plaza en 1899 un trabajo llamado ¡Viva Cuba Libre!, el cual se abría al compás del Himno Nacional y aparecía una joven que representaba a la cubanía rompiendo las cadenas coloniales. A dicha pieza le hizo guardia de honor el Mayor General Carlos Roloff y fue todo un suceso entre los mambises que habían tomado la plaza en medio de la contienda.
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Más allá de eso, el joven Francisco Carrillo era un ferviente seguidor de su barrio San Salvador y hacía sus jolgorios por las calles remedianas. Nadie imaginó que poco tiempo después, ese mismo hombre sería un General de las tres guerras de independencia y que estaría en el exilio en Nueva York, junto a su amigo José Martí. De Carrillo, el Apóstol dijo que era como un dios que contaba las historias de las heroicidades en la Guerra Grande. El héroe de San Salvador llegó a ocupar el cargo de vicepresidente durante la República y a ser una de las figuras prominentes de la historia.
Pero los homenajes siguieron a lo largo del siglo XX. En el año 1905, según señala la prensa local, San Salvador hizo una torre inmensa de porcelana. Un gallo, símbolo del barrio, salía a partir de dos alambres desde los altos del cercano Hotel Mascotte y se transformaba en una imagen de Cuba, representada por una mujer envuelta en la bandera nacional.
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El Carmen ese mismo año realizó un monumento que contenía un busto de José Martí. Eran tiempos en los cuales el país vivía de nuevo convulsiones que ponían en solfa cuestiones existenciales y las Parrandas estaban ahí como plataforma, como vehículo para expresarlo. Al año siguiente San Salvador exaltó a Antonio Maceo y El Carmen colocó en la plaza un obelisco consagrado a la Guerra de Independencia. En Remedios hubo conspiraciones de relevancia y el ideario estaba vigente.
Las Parrandas han expresado incluso los periodos de convulsión y más definitorios. En 1930 no se hicieron debido a las tensiones políticas y aunque volvieron en el 1931, en 1932 los dos barrios tiraron plantas tropicales para la plaza en señal de protesta contra Machado. Las Parrandas de 1933 se trasladaron a enero de 1934 (debido una vez más a las pugnas políticas) y se hizo entonces en el barrio San Salvador el trabajo de plaza Tras el Kremlin surgió un nuevo sol, de Guillermo Duyos. Esta pieza era un homenaje al movimiento obrero revolucionario y una forma de protestar contra el orden imperante. Los comunistas de Remedios apoyaron la hechura del trabajo de plaza, que contó además con el recelo de elementos de la burguesía local y demás personas de ideología de derechas. Las torres del edificio de Moscú iluminadas por un foco de gran potencia en medio de la plaza de la ciudad fueron una potente imagen de las ansias de libertad del pueblo, así como de un cambio de las condiciones de vida.
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Incluso la entrada de Cuba en la Segunda Guerra Mundial del lado de los aliados hizo que se le dedicaran trabajos de plaza al suceso. San Salvador dio muestras de ello: en 1941 con su Obelisco de la Victoria, en 1943 con su monumento llamado Por la victoria y hacia un mundo mejor y en 1946 con un homenaje al soldado cubano. Eran formas en las cuales la memoria histórica quedaba registrada, también porque las Parrandas sirven como espacio para la reflexión sobre cuestiones profundas y complejas para aprehender las grandes preguntas del momento. En el 1950, cuando el centenario de la bandera, ambos bandos les dedicaron sendos trabajos de plaza a dicho suceso. Fue un instante en el cual dejaron de lado la rivalidad y las pugnas para apasionarse por aquello que nos une como país y que constituye la simbología patria. Al año siguiente, San Salvador hizo un obelisco a Carrillo y El Carmen otro a los 50 años de la República.
Las Parrandas se dejaron de hacer en los años de 1956, 1957 y 1958 debido a que muchos de sus protagonistas estaban imbuidos en las luchas de entonces y porque el país vivía tiempos de gran tensión. Incluso en 1958, la entrada de los rebeldes en la ciudad de Remedios se produce casi en la misma fecha de celebración de los festejos (26 de diciembre).
Cuando un remediano quiere tomar el pulso de la situación social, mide la calidad de sus Parrandas, los temas que se tratan en las mismas y demás requisitos. Ni siquiera el centenario de las luchas cubanas quedó fuera de esta manifestación de las artes populares. En 1968, San Salvador hizo un trabajo de plaza en honor a Carlos Manuel de Céspedes. El ímpetu parrandero, no obstante, se detuvo en 1969 por la Zafra de los Diez Millones, que fue un parteaguas en la historia nacional. Volvieron en 1970 y se reflejaron los vuelos espaciales, las relaciones internacionales, los festivales de la juventud y los estudiantes, los conflictos bélicos. Todo lo que incluía a la realidad cubana, todo lo que era propio del camino de nuestro pueblo.
Quizás uno de los sucesos que más se recuerden sea en pleno periodo especial de la década del 90 del siglo XX, cuando San Salvador hizo un trabajo de plaza llamado Las leyendas de Remedios, en el cual salía como descubrimiento en lo más alto la santa patrona de la ciudad, la Virgen del Buenviaje. El efecto en los presentes fue impresionante, muchos se arrodillaron. Eran tiempos difíciles en el país, en los cuales se requería de mucha fe y cubanía para enfrentar las dudas y los dolores. En 1999, San Salvador vuelve a marcar otro hito con una pieza sobre el cambio de milenio, titulada Nuestra era. El trabajo era un remolino de luz que iba narrando los hitos desde el nacimiento de Cristo hasta el descubrimiento del átomo. Un ángel desde un lateral de dicho monumento le ponía voz y actuación. Y es que allí quedaban expresadas las palabras de esperanza y de fe del pueblo en los años que estaban por venir y en la era que se inauguraba.
El trabajo más alto que se haya hecho en Remedios se expuso en la plaza por parte de San Salvador en el año 2000, se llamada Adagio y era dedicado a Alejandro García Caturla. El monumento excedió todo tipo de dimensiones, tanto en alto como en ancho y su potencia lumínica se podía ver desde kilómetros de distancia. El Carmen ya había hecho en 1998 otro trabajo de plaza titulado Homenaje a Carpentier. Y es que las Parrandas han tenido un aparte para darles su sitial a las figuras que conformaron la cubanía desde su aporte como intelectuales, artistas y creadores. En particular estos dos, que además de amigos, sí aportaron a una vanguardia cultural que se preocupaba por la cuestión de la soberanía y de la identidad.
Las fiestas no son un suceso sin conexión con Cuba y el mundo, sino que funcionan como un medidor social. En el siglo XXI, han pasado por grandes accidentes como el del año 2017, en el cual resultaron heridos un grupo de niños y de jóvenes que afortunadamente salvaron la vida. Los festejos parranderos se han dejado de dar por la situación de la pandemia de la covid 19, pero manteniendo su espíritu intacto. Ha habido problemas logísticos, de interpretación, malentendidos y hasta conflictos mayores, pero las Parrandas siguen adelante.
A la altura del nuevo siglo, las fiestas lograron ser Patrimonio Cultural de la Nación y Patrimonio de la Humanidad. Una doble condición que prestigia a sus hijos y los hacedores, pero que marca más que nunca el deber de realizarlas con la calidad y la prestancia de siempre. Y es que las Parrandas son una pequeña nación que vive dentro de la nación grande y que cada 24 de diciembre convierten a Remedios en una villa de jolgorio, en una ciudad viva. La soledad queda desterrada de las calles.
Cuando llegó el año 2022, los parciales de San Salvador y El Carmen se aprestaron a celebrar los más de 200 años de la tradición, pero siempre desde la alegría y la tradición. Los tiempos son para adentrarnos en lo más hondo de un suceso que nos define como cubanos de la región central y que nos hace para siempre auténticos.
Esa soledad de las calles remedianas, ese aire de pueblo fantasma, dejan de ser los rostros cada vez que Cuba se pasea por la villa.
Yamikel Turiño Rodríguez
14/12/22 20:35
Hola saludos, quisiera algunos link donde se hable más de las parrandas, Camajuani, Caibarien y otros
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