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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Tony, el agente Oliverio

Después del triunfo revolucionario, el comandante del Ejército Rebelde Tony Santiago desempeñó el difícil papel de desafecto a la Revolución...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 09/01/2016
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A medianoche del 9 de enero de 1961, el comandante del Ejército Rebelde Antonio Santiago García, Tony, como todos le conocían en su natal Placetas, abordó el pesquero nombrado El Pensativo para marchar hacia territorio norteamericano.

Durante meses había desempeñado el difícil papel de desafecto a la Revolución para ganarse la confianza de los conspiradores contrarrevolucionarios del centro del país. Y lo había conseguido, pues había penetrado una de las principales organizaciones terroristas estrechamente vinculada a la CIA.

Aquel 9 de enero, ya como el agente Oliverio de los órganos de la Seguridad del Estado, asumía su más importante misión: penetrar mediante el aval de esa organización terrorista a la contrarrevolución radicada en Miami.

Partían junto con él en El Pensativo sus dos más estrechos colaboradores: los combatientes Francisco Pequeño Páez y Lisandro Sánchez Nieto, dos antiguos correos de las guerrillas rebeldes en Las Villas durante la insurrección contra la tiranía batistiana.

El cuarto tripulante de la embarcación era su patrón, Juan Hernández Roy, quien al igual que Pequeño y Sánchez Nieto había respondido afirmativamente ante el llamado de la contrainteligencia cubana para asumir junto a Tony esta difícil encomienda.

El Pensativo, un pesquero de una vela y motor de unos 60 pies de largo, zarpó sin dificultad. Los oficiales de la Seguridad del Estado que atendían a Oliverio y sus subordinados esperaron infructuosamente el mensaje de su agente en el que confirmaría su llegada a territorio norteamericano.

Pasó el tiempo. Un pescador halló restos del pesquero. Luego apareció parte de la embarcación. Pero no había una explicación coherente de lo sucedido.

Entretanto, muchos en Cuba consideraban a Tony Santiago y sus compañeros como traidores a la Revolución. Y los contrarrevolucionarios, conocedores o no de su verdadero fin, propagaban falsos rumores en los que se acusaba a la Seguridad de haberlo “desaparecido”.

TONY, EL DE PLACETAS

Antonio Santiago García nació en Placetas, en la hoy provincia de Villa Clara, en el centro de la Isla, el 19 de septiembre de 1923, en una familia de clase media. Era el quinto entre seis hermanos.

Desde joven mostró la rebeldía que lo caracterizó y que en sus primeros estudios le hizo tener problemas en el colegio religioso privado donde cursaba estudios. La familia lo envía a Estados Unidos a la edad de 18 años.

Al entrar ese país en la II Guerra Mundial, Tony se alistó voluntariamente en la Marina de Guerra estadounidense para luchar contra el fascismo. Se entrenó como zapador y artillero.

Participó en numerosos combates en el Pacífico contra los militaristas japoneses. Demostró un extraordinario valor en las batallas de Iwo Jima y Okinawa.

Regresó a Cuba en 1948 y contrajo nupcias. Volvió a Estados Unidos en 1952, donde lo sorprende la instauración de la tiranía batistiana en marzo de ese año, hecho que repudió desde el primer día.

El asalto al cuartel Moncada por Fidel y la Generación del Centenario (26 de julio de 1953) le mostraron la única vía posible de oposición al oprobio: la lucha armada. Logró vincularse con los fundadores del Directorio Revolucionario y con ellos se alzó en las montañas villareñas.

Se destacó en los combates y pronto tuvo la jefatura de un comando. Cuando su organización sustituyó por traidor al coordinador provincial, Tony fue seleccionado para asumir esta responsabilidad.

Trabajó por la unidad revolucionaria sin descanso y el Che lo reconoció así cuando las columnas invasoras que habían partido de la Sierra Maestra llegaron al Escambray y confraternizaron con la tropa del Directorio.

Por todos estos méritos, le impusieron las estrellas de comandante del Ejército Rebelde.

Después del triunfo, pasa a desempeñar diversas responsabilidades. Denunció las intrigas de algunos excompañeros de luchas, quienes ya involucionaban hacia la traición, y renunció a su grado de comandante, aunque siempre patentizó su confianza en la Revolución y sus líderes.

La contrarrevolución vio en él a un elemento fácil de captar y comenzó a reclutarlo. Los órganos de la Seguridad del Estado orientaron a Tony a seguirles el juego. Se convirtió así en el agente Oliverio.

Escaló altas posiciones en las filas enemigas y a la vez que le suministró importantes datos de las actividades de la contrarrevolución a la contrainteligencia cubana, logró contactar con la Estación CIA de La Habana.

SE DEVELA PARTE DEL MISTERIO

Tal parece que la CIA detectó la misión de Tony y sus compañeros y ordenó su asesinato. Lo cierto es que, tres años después de su muerte, uno de sus asesinos narró a un combatiente cubano la forma en que murieron esos agentes de la Seguridad del Estado.

En alta mar, relató, El Pensativo fue tiroteado por una lancha artillada y una avioneta, ambas de la CIA, las cuales lo hicieron zozobrar. El terrorista, quien viajaba en la lancha, se ufanaba en su vileza de haber rematado a los tripulantes del pesquero que, heridos, sobrevivían aferrados a los restos de la embarcación.

Uno de ellos, al adivinarle sus intenciones, enfrentó al sicario con un grito de Patria o Muerte.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.

Se han publicado 1 comentarios


Amante de la historia
 9/1/16 19:41

Bella historia. Gracias por compartirla!

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