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domingo, 24 de noviembre de 2024

¿Por qué Cuba no fue independiente en 1898?

Desde las acciones en torno a la rendición española en Santiago de Cuba comenzó a evidenciarse que Estados Unidos desconocería a los cubanos y a sus instituciones insurrectas...

Ariel Eusebio Pazos Ortiz en Exclusivo 12/08/2021
2 comentarios
General William Shafter-Calixto García
El general William Shafter, jefe del ejército desplegado por Estados Unidos contra España en la Mayor de las Antillas, prohibió el acceso de las fuerzas bajo el mando de Calixto García a la importante ciudad.

El 12 de agosto de 1898 cesaron oficialmente las hostilidades entre España y Estados Unidos, que hacía poco había entrado en guerra contra el deteriorado imperio español. Para ese año los cubanos tenían la conflagración contra su metrópoli prácticamente ganada.

Sin embargo, el protocolo suscrito para el armisticio no hizo alusión a la libertad de la Mayor de las Antillas. No mencionó al gobierno cubano en armas. Tampoco hubo presencia de cubano alguno cuando se firmó. Desde las acciones en torno a la rendición española en Santiago de Cuba comenzó a evidenciarse que Estados Unidos desconocería a los cubanos y a sus instituciones insurrectas.

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Las tropas norteamericanas habían entrado en Santiago el 17 de julio de 1898. El general William Shafter, jefe del ejército desplegado por Estados Unidos contra España en la Mayor de las Antillas, prohibió el acceso de las fuerzas bajo el mando de Calixto García a la importante ciudad. Como si fuera poco, contrario a la tradición independentista de llevar el poder revolucionario a los territorios liberados, mantuvo en los puestos de la administración a las autoridades españolas.

El intelectual cubano José de Armas, corresponsal del periódico estadounidense The Sun durante el desembarco norteamericano, dejó escrito que “mientras el general Shafter necesitó del general Calixto, se comunicaba con él, poniéndolo al corriente de todas las operaciones. Una vez que acordó con los españoles la rendición de la plaza se apartó del general cubano, a quien llegó a ocultar la importante operación que iba a realizar”.

Lo dispuesto en relación a Santiago no fue iniciativa personal de Shafter. Su respuesta a la paradigmática carta-protesta remitida por el entonces Lugarteniente General del Ejército Libertador demuestra que su modo de proceder se atenía a los planes de Washington:

“Yo no puedo discutir la política del Gobierno de los Estados Unidos, al querer que continúen en sus puestos temporalmente, las personas que los ocupaban. Para que usted se entere bien, le remito copia de las instrucciones del Presidente que recibí ayer, las cuales resuelven cualquier dificultad que pueda suscitarse en el gobierno de este territorio, mientras esté ocupado por los Estados Unidos”.

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Sé, por último, que Ud. ha dejado constituidas, en Santiago, a las mismas autoridades españolas contra las cuales he luchado tres años como enemigos de la independencia de Cuba. Yo debo informar a usted que esas autoridades no fueron nunca electas por los habitantes residentes en Santiago de Cuba, sino nombradas por decretos de la Reina de España.

García a Shafter, 17 de julio de 1898

Si el armisticio interpotencias del 12 de agosto echó a un lado a los mambises y no se les reconoció como vencedores, la representación de sus genuinos intereses también resultó excluida cuando el 10 de diciembre de 1898 en París se firmó el “Tratado de Paz entre los excluida cuando el 10 de diciembre de 1898 en París se firmó el “Tratado de Paz entre los Estados Unidos de América y Su Majestad la Reina Regente de España, en el nombre de Su Augusto Hijo Don Alfonso XIII”.

“España renuncia todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba”, proclamaba, desde su primera oración, el Artículo 1 del Tratado de París. A continuación, el texto advertía que, una vez evacuada por España, Cuba sería “ocupada por los Estados Unidos”.

El primero de enero de 1899 el general norteamericano John Brooke se hizo cargo del gobierno militar. Así, imprecisa su situación política y jurídica, quedó Cuba tras el canje de ratificaciones del Tratado, hecho por España y Estados Unidos el 11 de abril de 1899 en Washington.

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La caída de Santiago de Cuba significó la derrota de la corona española. Incongruentemente, tras el cese de las hostilidades entre España y Estados Unidos el Ejército Libertador no pudo utilizar en su favor los recursos del campo. Hacerlo sería considerado como hurto y daño a la propiedad.

De acuerdo con los historiadores Eduardo Torres-Cuevas y Oscar Loyola Vega, el hambre se enseñoreó del ejército mambí. Se sumó el efecto del bloqueo naval estadounidense, que impidió la llegada de ayudas del exterior. En contraposición, a los combatientes peninsulares, explican los autores del libro Historia de Cuba. 1492-1898, las tropas norteñas les repartían abundantes raciones.

En esas circunstancias de precariedad, con miles de mambises en los campamentos, se abrió paso la alternativa de licenciar al ejército anticolonial. La nefasta idea, en definitiva, se materializó.

Para fines de 1898 Tomás Estrada Palma disolvió el Partido Revolucionario Cubano, agrupación que había organizado la Guerra Necesaria. Por su parte, la Asamblea de Representantes, enfrentada con Máximo Gómez y desconocida por los norteamericanos, no logró cohesionar a las fuerzas patrióticas y se autodisolvió el 4 de abril de 1899.

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Circula el rumor que, por lo absurdo, no es digno de crédito, general, de que la orden de impedir a mi Ejército la entrada en Santiago de Cuba ha obedecido al temor de venganza y represalias contra los españoles.

Permítame Ud. que proteste contra la más ligera sombra de semejante pensamiento, porque no somos un pueblo salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada; formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero, a semejanza de los héroes de Saratoga y de Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía.

García a Shafter, 17 de julio de 1898

Los mismos principios de marginación y no reconocimiento a los representantes del pueblo cubano, implementados al cierre de las hostilidades hispano-norteamericanas, prevalecieron cuando se formalizó la paz mediante el Tratado de París.

Dicha paz representó para España el fin de su imperio de ultramar. Sin embargo, con el fin de la guerra los cubanos no obtuvieron aquello por lo que venían vertiendo su sangre hacía 30 años: la formación de un Estado nacional verdaderamente libre y soberano.

La política estadounidense de eludir la realización de compromisos explícitos con las instituciones cubanas, surgidas en el fragor de las gestas independentistas, y la estimulación de las discrepancias entre sus principales líderes dieron saldos favorables a las expectativas imperialistas.

La Mayor de las Antillas pasó de un tipo de dominación a otro. No erró Máximo Gómez cuando expresó a fines de 1898 que Cuba no era “libre ni independiente todavía”.


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Ariel Eusebio Pazos Ortiz

Periodista graduado de la Facultad de Comunicación de la UH en el año 2019. Profesor de la Facultad de Comunicación. Máster en Historia (2023).

Se han publicado 2 comentarios


Anibal TS
 25/8/21 9:24

Muy buen trabajo es necesario se reproduzca en todas las plataformas de TIC para que se tome conciencia de lo que ha sucedido con nuestro querido país y lo que aún sigue en planes por USA.

Saco
 12/8/21 23:11

Así si merece la pena leer sobre historia.

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