Vietnam y Cuba fortalecen más sus vínculos en temas agrícolas con la continuidad de un programa que promueve la obtención de variedades de granos de alta calidad y adaptables a las adversidades del cambio climático.
Se trata del Proyecto de Cooperación para el Desarrollo de Cultivos de Maíz y Leguminosas, precisó aquí a Prensa Latina Daysbel Toledo Díaz, especialista del Instituto de Investigaciones de Granos (IIG), perteneciente al cubano Ministerio de la Agricultura (MINAG).
El también coordinador general de esta iniciativa, que hasta el momento involucra a las provincias de Matanzas y Mayabeque, explicó que esta comenzó en 2009 con una primera etapa concluida con excelentes resultados.
Comentó que en ese momento, cuando se trabajaron el maíz y la soya, se alcanzaron todos los objetivos propuestos y el financiamiento internacional y el equipamiento entregado por Vietnam hicieron posible que los planes de producción de los cultivos aumentaran en esos territorios y se introdujeran nuevas variedades para mejorar las existentes.
Luego se aprobó una segunda fase del proyecto en 2014 y hasta 2017, con el objetivo de introducir frijol negro y maní.
El investigador del IIG, perteneciente al Grupo Agroindustrial de Granos del MINAG, señaló que desde el pasado año se trabaja en esa etapa con las mismas provincias.
Añadió que las últimas se escogieron por las propiedades de sus suelos, muy fértiles y con importante humedad, entre otras características que propician el desarrollo de esas plantaciones.
Esta es una experiencia nueva para los productores que trabajan en el proyecto, quienes están conscientes de lo que hacen, acotó.
Al profundizar en el tema, agregó que aquí se encuentran cuatro especialistas cubanos, de los cuales dos se preparan en leguminosas (frijoles, maní y soja) e igual cantidad en maíz, los que reciben formación, en institutos, en temas de mejoramiento genético de cultivo por la necesidad de ello en las variedades cubanas de esas especies.
El intercambio entre los dos países se fortalece además en el tema de los germoplasmas (material que se conserva como semillas, cultivo de tejido o plantas establecidas en colecciones de campo). A Vietnam se traen variedades que son analizadas y estudiadas, y a Cuba se importan otras del país indochino.
La Isla dispone de seis tipos de soya vietnamita, totalmente diferentes a las existentes en la nación caribeña y de un ciclo de vida corto y con alta producción.
Eso mismo se pretende lograr con la introducción de variedades de maíz, maní y frijol, adelantó, al precisar que, aunque el territorio caribeño cuenta con un alto porcentaje de variedades de ese último y de híbridos del primero, se hace necesaria su mejora.
Los resultados de esta experiencia no se verán a corto plazo, pero ya en Cuba se obtienen altas producciones de frijol y maíz, aseveró.
Sobre ese último recordó que en la Isla el que más se utiliza es el tierno, para el llamado tamal o guiso, pues no existe mucha cultura de su uso como seco, el que mayormente se trabaja en el mundo.
Por ello, dijo, el país avanza en la incorporación de ese tipo de grano en la producción, ya sea para semilla o para alimento animal.
En ese contexto, subrayó que aunque en los últimos años se ha cumplido el plan de frijoles y de maíz, en Cuba aún falta desarrollar más esa esfera desde el punto de vista técnico y de equipamiento, para ganar también en experiencia y calidad.
Con los nuevos métodos aprendidos, añadió, se logran mejoras hasta del propio suelo, por la rotación de los cultivos.
En tal sentido, explicó que el campesino se entusiasma cuando llega a sus manos una variedad que tenga una semilla pura, con alta calidad, y que posea lo necesario para trabajar.
Agregó que eso es precisamente lo que se está potenciando, para que puedan llevar a los otros sus experiencias, basados en el concepto de ayudar a la situación agroalimentaria del país.
Sobre la preparación aquí de los especialistas cubanos, Toledo indicó que se entrenan no solo en los institutos de maíz y leguminosas, sino también en casi todos aquellos que tienen que ver con la parte agrícola pertenecientes a la Academia de Ciencias de Vietnam, como el de suelos, la producción de plantas, los recursos fitogenéticos y el mejoramiento genético.
Actualmente se lleva a cabo el primer curso de esta segunda etapa, de cinco meses, en el que participan cuatro especialistas.
Mientras, en Cuba se encuentran seis expertos vietnamitas, dos para maíz e igual cantidad para leguminosas, uno para la mecanización y un traductor, que rotan por cada una de las empresas y trabajan directo con los productores.
Respecto al equipamiento donado por Vietnam, refirió que incluye tractores de pequeña escala, sembradoras, cultivadores, fumigadoras, más dos plantas de beneficio.
Estas nuevas tecnologías permiten elevar la calidad de la maquinaria, disminuir el marco de siembra, incrementar la producción y los rendimientos, así como garantizar las campañas venideras.
Además, se posibilita obtener variedades resistentes a la sequía, la salinidad de los suelos y a las plagas y enfermedades. Al respecto comentó que en Cuba están apareciendo algunas, debido al cambio climático, que no existían.
El investigador reconoció en todo este trabajo el esfuerzo del Instituto de Investigaciones de Granos, rector, dentro del MINAG, de la labor encaminada a obtener las nuevas variedades y las semillas certificadas básicas, de alta calidad, que hoy se usan en el proyecto, y del capital humano que se prepara con los vietnamitas que se encuentran en Cuba.
También el alto nivel científico en esta materia del país indochino. Al respecto, dijo, "a pesar de las particularidades y diferencias en ese campo, constatamos que vamos por el mismo camino".
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