Se abre el juego

La rutina se aviva, y aun cuando las urnas abrirán sus bocas para 2020, las agencias de opinión, las encuestadoras y toda una pléyade de analistas y medios informativos, ya comienzan a tratar el asunto de quién podría sustituir para entonces al irascible Donald Trump en su cargo al frente de la Oficina Oval, o si el magnate inmobiliario cumpliría su sueño de una segunda vuelta al frente de la primera potencia capitalista.

El asunto, por tanto, despierta un sinfín de conjeturas. El primer punto es que hasta hoy el jefe de la Casa Blanca mantiene una escala de preferencia once puntos por debajo de los niveles de rechazo que contabilizan diferentes fuentes, y entre las causas de ese  mayoritario malestar nacional se citan, entre otros aspectos, los desacuerdos con su desempeño externo, malos ojos hacia las medidas bruscas y represivas que caracterizan su actuación en el sensible terreno migratorio, desapego hacia su comportamiento no pocas veces déspota, irreverente y grosero; sensación de que no parecería estar en sus cabales en muchas de las decisiones que asume, sus contradicciones con sus promesas fundamentales de campaña, el ser asiduo a la mentira y a la manipulación, y en los últimos tiempos los temores a la repercusión local de su política de acudir a sanciones y al desparpajo arancelario globales contra trascendentes suministradores de la mayoría de los útiles y productos de amplio consumo para la población norteamericana.

En consecuencia, las más recientes encuestas corroboran textualmente que Trump suma “un 42 por ciento de aprobación y un 53 por ciento de desaprobación”, y que pese a su interés de convertirse en el candidato del Partido Republicano para la lid electoral del próximo año, no son pocos los miembros de esa agrupación que no aplaudirían su investidura.

Mientras, del lado demócrata la carrera en busca de un aspirante de consenso parecería cobrar fuerza. El anuncio del exvicepresidente Joseph Biden (compañero de fórmula de gobierno de Barack Obama entre 2009 y 2017) de postularse a la presidencia parece haber caído como una onza de oro entre los líderes del “partido de oposición”, toda vez que hasta ese momento figuras como Bernie Sanders, de corte más liberal a lo acostumbrado, eran consideradas por la tradicional jefatura demócrata como no muy gratas en la disputa por venir.

Biden aparece lanzado de lleno a la búsqueda de la nominación, y en un reciente acto de proselitismo realizado en Columbia, Carolina del Norte, no dudó en tildar a Trump de “payaso” y de decir “cosas ridículas” de forma constante.

De hecho, ya el iracundo presidente había hecho alusión a las aspiraciones de Biden y del propio Sanders, y en uno de sus muchos mensajes digitales afirmaba que “el Comité Nacional Demócrata está nuevamente empleando su magia buscando cómo destruir al loco Bernie Sanders… favoreciendo al más tradicional, pero no tan brillante y somnoliento Joe Biden”.

Vale indicar que al menos una veintena de políticos demócratas parecen decididos a buscar la candidatura presidencial por el partido, lo que complica un tanto el panorama dentro de esa agrupación.

Los encuestadores y publicistas, no obstante, han ido más lejos en sus búsquedas, y un muestreo con fecha del pasado 12 de junio precisó que Donald Trump perdería las elecciones de 2020 no solo frente a Biden y Sanders, sino además en un enfrentamiento con otros posibles candidatos del bando opuesto.

Biden, dicen las cifras citadas, ganaría a Trump por 53 % de preferencia contra 40 %, mientras Sanders saldría triunfador con mayoría de 51 % sobre 42 %.

Por demás, y es un dato interesante, dos aspirantes mujeres también vencerían al actual presidente. Se trata de Kamala Harris, con ventaja de 49 % contra 41 %, y Elizabeth Warren, 49 % por 42 %… así que, a esperar por lo que viene.