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martes, 19 de noviembre de 2024

Ministro de Justicia de Brasil manipuló fiscales contra Lula

El ex juez federal de Curitiba condenó al expresidente a la cárcel...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 15/06/2019
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Ministro de Justicia de Brasil Sérgio Moro
Abogados solicitaron la suspensión de Moro como Ministro de Justicia, tras conocerse la manipulación del juicio que derivó en la prisión de Lula.

El supremo Tribunal Federal de Brasil retomará el próximo día 25 un pedido de Habeas Corpus presentado por la defensa del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva a la luz de nuevas revelaciones periodísticas que comprometen la veracidad del ex juez federal Sergio Moro, actual ministro de Justicia y Seguridad Pública del fascista Jair Bolsonaro.

 

El ministro Gilmar Mendes, del STF, confirmó que esa instancia juzgará la solicitud de Habeas Corpus presentada por los abogados de Lula, en la que se denuncia la parcialidad de Moro, premiado por Bolsonaro con un ministerio por su papel como articulador del complot para apartar al exmandatario de la política.

 

No es la primera vez que los defensores de Lula, condenado a ocho años y un mes de prisión por el exjuez que ejercía en Curitiba, Paraná, acusan al ahora ministro de manipular pruebas y de influir en fiscales para evitar que el político más popular de Brasil pudiera presentarse a las elecciones del pasado año y ganarle al candidato de la ultraderecha, como hacían prever las circunstancias políticas del país.

 

Moro era una especie de héroe en Brasil luego de ejercer como líder de la investigación sobre la corrupción en la estatal Petrobras y sus vínculos con la constructora Odebrecht, que comprometió y llevó a la cárcel a políticos corruptos, como el exjefe de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha.

 

Ahora se comprobó que manipuló la causa infundada y las fases del complot contra el expresidente por un sistema judicial corrupto. Aún sin pruebas, el exjuez hizo un juicio amañado y lo condenó a ocho años y un mes de prisión, aunque más de 80 personas testificaron a su favor y la fiscalía no presentó pruebas concretas.

 

Algunos medios desvinculan la decisión del STJ con la actitud de Moro y de otros ministros judiciales, pero la inclusión del análisis del Habeas Corpus denota la importancia de las denuncias publicadas en The Intercep Brasil (en portugués), del periodista estadounidense Glenn Greenwald el pasado día 9.

 

El escándalo estalló tras conocerse por The Intercept el intercambio de mensajes desde sus celulares, de Moro con el fiscal del STF Deltan Dallagnol, también fiscal de la operación Fregadora de autos (Lava jato), llamada así porque fue en un sitio de ese tipo donde se entregaron documentos que comprometían a parte de la clase política en el poder entonces.

El equipo de defensa de Lula señaló que usará esas conversaciones entre varios fiscales, y de estos con Moro para solicitar la anulación de un proceso que siempre fue considerado viciado, y la liberación inmediata del detenido.

Para la derecha brasileña era muy importante quitarle a Lula la posibilidad de entrar de nuevo al Palacio del Planalto. Si lo hubiesen declarado inocente como merecía, habría fracasado la millonaria estrategia de la derecha en Brasil, organizada desde Estados Unidos, de impedir que el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) retomara el poder luego de tres mandatos y medio ininterrumpidos de gobierno.

 

A pesar del golpe parlamentario contra la expresidenta Dilma Rousseff en 2016 —sin pruebas incriminatorias probadas— pero con la complicidad de los tres poderes, el exmandatario pensaba candidatearse para los comicios del pasado año y todas las encuestas lo daban como favorito, dejando a Bolsonaro en porcentajes ridículos.

 

¿QUÉ OCURRE CON MORO?

 

Moro, quien ganó notoriedad como investigador principal del Lava Jato, abrió un expediente contra Lula da Silva, quien exigió en su presidencia que se llegara al fondo de la corrupción de Petrobras.

 

El fundador del PT, de 73 años, de gran prestigio local e internacional, fue acusado por el juez de poseer un apartamento lujoso en la playa de Guarajá, en el litoral paulista, regalado por la constructora O.A.S. a cambio de contratos en Petrobras.

 

Aunque el panel defensor demostró que el inmueble nunca estuvo a nombre de Lula o alguno de sus familiares, que tampoco lo habitaron, y que la supuesta regalía nunca existió, según declararon funcionarios de la firma supuestamente benefactora, Moro lo condenó en Primera instancia, ratificada en Segunda y luego por el STJ.

 

Moro destapó también una serie de supuestos sobornos de la constructora Odebrecht al exdignatario, los que ni siquiera utilizó en el juicio debido a la edad del acusado y los años que tendría cuando obtuviese su libertad y ya no constituirá un peligro político.

 

El portal Intercepción Brasil investigó durante meses basándose en archivos inéditos obtenidos por una fuente anónima, que demuestran “discusiones internas y actitudes controvertidas, politizadas y legalmente dudosas del equipo de trabajo de Lava Jato”.

 

En los tres reportajes exclusivos aparece Moro coordinando con los fiscales para encarcelar a Lula.

 

Uno de ellos mostró a varios fiscales que hablaban abiertamente sobre su deseo de impedir la victoria en las elecciones presidenciales de 2018 del PT y las medidas adoptadas para alcanzar ese objetivo.

 

Quedó en evidencia las discusiones para evitar a toda costa una entrevista de Lula da Silva a la columnista del periódico Folha de S.Paulo, Mónica Bergamo, ya que su divulgación hubiera influido en la elección de Fernando Haddad, candidato presidencial que suplió al encarcelado ex mandatario.

 

The Intercep también denunció que en varias ocasiones Moro iba más allá de sus funciones, sugiriendo al fiscal Dallagnol que cambiara el orden de las fases de Lava Jato, daba consejos estratégicos y pistas informales de investigación y anticipando al menos una decisión, siempre según el medio de prensa.

 

En uno de los párrafos demuestra la participación del ministro del STF Luiz Fux en esa mentirosa campaña judicial.

 

Los reportajes también sostienen que Moro demandaba a Dallagnol que agilizara nuevas operaciones y le brindaba consejos e indicios informales, además de anticipar algunas de sus decisiones y echar una bronca al fiscal como si fuera su superior.

 

En abril de 2016 —cuatro meses antes del golpe contra Rousseff—, el fiscal escribió un mensaje dirigido a sus colegas del grupo anticorrupción, en el cual les indicaba que conversó con Fux y su positiva respuesta. De inmediato copió el texto donde Fux se comprometía a integrar la trama, informó a Moro y en el mismo mensaje digital —todos enviados a través del servicio de Telegram— este le respondió: “Excelente, en Fux nosotros confiamos”.

 

Tras las revelaciones, los cuestionados negaron la hipótesis de colusión y cuestionaron la forma en que las conversaciones fueron obtenidas, pero el escándalo tomó las calles y periódicos como Folha de Sao Paulo y Estadao, de gran circulación, solicitan la renuncia de Moro y los restantes investigadores judiciales del Lava Jato.

 

Solo el periódico O Globo, alineado con la derecha, publicó una corta reseña de lo acontecido, pero sin tomar partido.

 

La Orden de los Abogados de Brasil solicitó el pasado lunes la suspensión de Moro como ministro de Justicia, tras conocerse la manipulación del juicio que derivó en la prisión de Lula y su salida del escenario político local.

 

La Asociación profesional recomendó que se tomara igual medida con todos los fiscales del caso Lava Jato, de forma que la investigación sea hecha sin sospechas.

 

Joao Paulo de Martinelli, abogado penal y profesor en el Instituto de Derecho Público en Sao Paulo, afirmó que “Si se demuestra que estos mensajes son ciertos, hubo parcialidad del juez a la hora de declarar culpable a Lula. Que un juez guíe a la fiscalía representa una grave violación de la Constitución y de los derechos humanos”.

 

Para analistas del Eurasia Group, los reportes de The Intercept “tendrán importantes repercusiones políticas” para Moro, no directamente para Bolsonaro, quien insiste en imponer una serie de reformas económicas neoliberales rechazadas por la población.

 

“Las informaciones generan grandes interrogantes acerca de los alegatos de la fiscalía de que las investigaciones no tenían intenciones partidistas”, dijeron.

 

Moro se defiende con argumentos que algunos medios, como Estadao, califican de superficiales y poco creíbles.

 

En declaraciones a reporteros, el ex juez federal dijo que “no hay ninguna tendencia en esos mensajes”, y no podía confirmar si eran reales porque “no los he guardado”, lo que pocos creen dada la gravedad de las conversaciones.

 

Además, calificó al medio denunciante de “sensacionalista”, pues no demuestra, precisó, ningún complot contra el exmandatario.

 

Los reportajes producidos a partir de archivos filtrados por una fuente anónima exponen “discusiones internas y actitudes altamente controvertidas, politizadas, legalmente dudosas del equipo de trabajo de Lava Jato”, recordó Brasil de Fato.

 

Pero, tal como recuerda el viejo axioma de que “las mentiras tienen patas cortas”, la trama contra Lula sale a la luz, mientras se espera que en los próximos días sean revelados nuevos elementos del papel jugado por Moro y los fiscales al servicio del capital brasileño para que un fascista como Bolsonaro dirija la mayor y más importante nación de América Latina.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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