Malas nuevas para USA

En una virtual guerra multifacética contra los polos internacionales que considera sus oponentes claves en el intento por reimponer su voluntad a escala planetaria, Washington no parece tener otro remedio que morderse la lengua y rumiar entre dientes sus desaciertos.

La batalla comercial contra China no se muestra ni mucho menos a la medida de los deseos de Donald Trump, toda vez que dentro de los propios Estados Unidos el elevar los aranceles a los productos chinos que virtualmente inundan el comercio interno de la primera potencia capitalista se percibe, ante todo, como un grave problema para las empresas y productores locales ligados al voluminoso intercambio con Beijing, a la vez que apunta a golpear con fuerza el bolsillo y el poder adquisitivo de los consumidores norteamericanos.

Mientras, en lo que concierne a Rusia, contra la que la Casa Blanca y sus aliados han desplegado severos paquetes de sanciones en los últimos años a cuenta de su “injerencia” en Ucrania, la “anexión” de Crimea, o su “intervención militar” en Siria, entre otros “pecados”, los más recientes informes especializados en materia económica también establecen conclusiones totalmente opuestas a las aspiraciones gringas.

Así, por ejemplo, hace apenas unas horas la entidad calificadora Fitch Group, surgida el 24 de diciembre de 1913 en Nueva York como Sociedad Fitch Publishing y hoy con sede doble en esa ciudad y Londres, elevó el rango de calificación crediticia de Rusia “después de analizar y observar que ese país ha consolidado la base política segura y fiable que proporciona una estabilidad macroeconómica mejorada al disminuir la dependencia de los precios del petróleo en su economía.”

Además, prosigue la entidad, “Moscú ha podido mantener una mayor resistencia frente a las conmociones externas.”

Las estimaciones de Fitch Group coinciden con los criterios del Banco Central ruso, que también por estos días, y en su anual “revisión de riesgos en los mercados financieros”, destacó el actual “nivel de resistencia” de la economía nacional, a pesar de las continuas sanciones promovidas desde el exterior con el propósito de perjudicar sus avances.

Estas valoraciones se producen justo cuando Washington anunció otro paquete agresivo contra la economía rusa, en el cual se pretende, entre otras cosas, “vetar la extensión de cualquier préstamo o asistencia financiera o técnica a Moscú por instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, así como restringir su acceso al sistema bancario multilateral de desarrollo, al mercado estadounidense para emisiones primarias de la deuda soberana rusa no denominada en rublos, y al financiamiento de esa deuda.”

En pocas palabras, la persistencia en el uso de los mecanismos comerciales y financieros como arma para debilitar los incuestionables avances de Moscú y Beijing hacia su conversión en poderosas potencias que ya, y con toda objetividad, conforman los más vitales pivotes anti hegemonistas del orbe.

Y es que, como indicaba el presidente ruso, Vladímir Putin, en junio último en sus habituales reuniones con la prensa nacional y extranjera, Washington y sus aliados  están empeñados en frenar el desarrollo de los dos gigantes de Eurasia, y la única respuesta que cabe es fortalecer aún más la economía y la colaboración de los agredidos en un propósito común.

A los ojos de la Casa Blanca “somos competidores”, añadió el jefe del Kremlin, de ahí que se busquen toda clase de pretextos para complicar nuestros vínculos con Washington y Occidente.

Todo ello ha obligado a Rusia, según razonó Putin, a desarrollar áreas industriales en las que antes no podía competir, y a esforzarse por sustituir importaciones.

Los expertos destacan además que la agricultura rusa también recibió un nuevo impulso después de que el Kremlin impusiera limitaciones a sus importaciones alimentarias desde los países que se habían unido a las sanciones de Washington.”

"Si queremos ocupar un lugar digno bajo el sol, sentenció Putin, debemos ser más fuertes, ante todo, económicamente"…y, a todas luces, así está ocurriendo.