Si el tema no fuera tan sensible pareciera una broma de mal gusto del presidente Trump: la firma de un decreto ejecutivo separando a los niños de las familias que ingresan por la frontera con México y abandonando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU al mismo tiempo.
Las imágenes de niños solos y encerrados en jaulas que los propios medios estadounidenses se han encargado de divulgar, han estremecido a una gran parte de la opinión publica de ese país y de muchos otros.
Quizás fue la enorme presión, la crítica generalizada de las propias Naciones Unidas, de personalidades y países, pero también de su círculo familiar cercano y de su propio partido, que le hizo dar un giro inesperado y dar marcha atrás a la decisión que había tomado de separar a los infantes de sus padres.
La ironía de que busca “mantener a los familiares unidos”, no podía ser más perversa. La orden ejecutiva de detener la separación de los niños de sus padres constituye a mi juicio un giro muy fuerte para un presidente que insistía a toda costa en la política de “tolerancia cero”, y de que no existía otra opción que separar a las familias que ingresaran ilegalmente por la frontera y que pasaran a la justicia como criminales. Tal vez estemos en presencia de una mayúscula crisis política ante la polémica directiva de la que ha tenido que retractarse.
La marcha atrás de esa orden ejecutiva es también un sinsentido, no separar a los niños de sus padres, pero mantenerlos a todos juntos en centros de detención, es un brutal absurdo. También su propia orden encuentra un límite legal, tiene que encontrar la autorización judicial que dictamine que los niños pueden permanecer detenidos junto a su familia por más de 20 días y derogar el Acuerdo Flores de 1997, y eso es un escollo difícil de resolver.
La afirmación del presidente de que el gobierno puede decidir la separación de la familia por ley es una falsedad, pues no existe tal regulación legislativa al respecto, es solo un cambio en el criterio del Fiscal General de los EE. UU. de imponer la “tolerancia cero” a las llegadas ilegales al país.
El malévolo argumento esgrimido por el ultraconservador Jeff Sessions, de que “cualquier adulto que intente ingresar al territorio de los EE.UU. de forma irregular y sin los procedimientos correctos de asilo se considera un delincuente y se le procesará judicialmente aunque no tenga antecedentes penales, ha sido calificado por muchas organizaciones y personalidades de corte fascista, semejando a la segregación de la Alemania nazi.
Inmediatamente se produjeron reacciones como la del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU Zeid Ra'ad Al Hussein, en el marco de la 38 sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, quien llamó a las autoridades de EE. UU. a terminar con esa práctica forzada de separación de los niños de sus familias, la que calificó de cruel.
Por su parte, la directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Henrietta Fore, emitió un comunicado que señala: “…parte el corazón ver cómo niños, algunos de ellos bebés, y que buscaban refugio en Estados Unidos, son separados de sus padres. (…) Los niños, sin tener en cuenta de donde vienen o cuál es su estatus migratorio son niños antes que nada. Los que no tuvieron otra opción que huir de sus hogares tienen el derecho a ser protegidos, tener acceso a los servicios esenciales y estar con sus familias, como cualquier otro niño”, agregó la alta funcionaria de la ONU en su declaración.
Conmovió el llanto y la incertidumbre de los niños separados de sus familias y alojados en Texas (Foto: EFE).
En su obstinado empeño de no escuchar las críticas desde su entorno, Trump ha ordenado al Pentágono evaluar el envío de los niños que vayan llegando con su familia a la frontera con EE.UU. a las bases militares en su territorio. La cifra a considerar estaría en el orden de los 20 mil. Tal decisión implicaría que una orden judicial pueda extender el límite de permanencia en esos lugares indefinidamente, pues no estarían en centros de detención, sino supuestamente libres y a cielo abierto en albergues del ejército estadounidense.
El tema de la separación de las familias no es nuevo en realidad, solo que era un drama que se mantenía en silencio y alejado de los focos mediáticos. Pero ha terminado por estallarle a Trump en su objetivo de utilizar al Partido Demócrata en su cruzada contra la inmigración irregular.
La estrategia de presionar a la bancada demócrata en ambas cámaras del Congreso para que modifiquen las leyes migratorias de EE.UU., acepten limitar los criterios de asilo y construir un muro en la frontera con México, no le ha funcionado al presidente.
Numerosos legisladores demócratas, así como el expresidente Bill Clinton, sostuvieron que Trump utiliza a los niños migrantes como una “herramienta de negociación” política. También el Partido Republicano se ha mostrado dividido ante este tema. Al dar marcha atrás en su decisión, los padres serán llevados juntos a sus hijos, pero continuarán en los centros de detención de la frontera.
La ejecución de estos procesos legales contra los inmigrantes puede tomar meses e incluso años, la administración de Trump buscará cambiar el Acuerdo de Flores de 1997, que prohíbe al gobierno mantener a los niños detenidos, incluso con sus familias, por más de 20 días. El decreto no cambió absolutamente nada en términos de reunir a las familias que fueron apartadas con anterioridad. La lentitud judicial conlleva que algunos de los inmigrantes tengan que esperar varios años hasta que se fije una fecha para el juicio que decidirá si serán deportados o no de EE. UU. Funcionarios de su propia administración descartan que la orden ejecutiva presidencial pueda permitir un rápido reencuentro de las familias que ya fueron separadas y su futuro dependencia del proceso legal en la corte correspondiente. El dilema ahora es el encarcelamiento indefinido de toda la familia, aunque este unida.
Y en medio de la crisis que el mismo se creó, el Gobierno de EE.UU. determinó abandonar el Consejo de Derecho Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, tildándolo de “hipócrita”, tras haber recibido críticas por sus medidas migratorias.
Esta decisión descabellada del Presidente Trump le puede costar la perdida de capital político y de credibilidad para llevar adelante su obstinada batalla por el tema migratorio
La controversia se volvió una prueba clave de la determinación de Trump de llevar su postura contra la inmigración hasta las últimas consecuencias prácticas, y ha tenido que ceder al mayor cuestionamiento moral que ha recibido desde fuera y desde su Partido. Podría parecer que rectificó, pero la presión lo obligó a dar marcha atrás a su mordaz decreto. El tema migratorio es un largo y espinoso camino para esta administración.
Zelarn
23/6/18 11:11
Nada nos debería sorprender de un imperio que ha masacrado aldeas enteras repletas de civiles, niños incluidos; sin mirar hacia atrás; pero esto es el COLMO (si cabe un colmo para esta gente). La Melania se apareció a "preocuparse" con el despliegue mediático que la acompaña en uno de los puntos donde están los niños detenidos en Texas, vistiendo un chaqueta que decía "A mi no me importa y a ti? Revelador de la manera de hacer del actual jefe de la Casa Blanca.
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