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miércoles, 20 de noviembre de 2024

La otra guerra

Casi extinguido la agresión externa y terrorista contra Siria, los enemigos del país apuntan contra la recuperación nacional...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 10/07/2019
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Recuperación de Siria
El impulso a la estabilidad interna es una de las tareas prioritarias. (Foto: Hassan Ammar spuntny)

Lo cierto es que el proceso de retorno de refugiados al país y el empeño de hacer resurgir la nación luego de ocho años de devastación a manos de Washington, sus socios occidentales, las satrapías árabes, Israel, y los grupos terrorista utilizados por semejante orquesta externa, resulta desde hace un buen tiempo una de las metas y ocupaciones claves del gobierno que encabeza Bashar el Assad.

Con la liberación de más de dos tercios del territorio nacional y los recientes golpes contra los remanentes del Estado Islámico y Al Nusrah (la versión siria de Al Qaeda), el impulso a la estabilidad interna es una de las tareas prioritarias.

Y si buen algunos medios hostiles especulan indecentemente sobre la “verdadera suerte” de los que vuelven a sus hogares y ciudades devastados, los testimonios de toda suerte en las áreas de retorno hablan de la existencia de escuelas y viviendas remozadas, centros de trabajo rehabilitados o en camino de hacerlo totalmente, de puestos de salud pública con una atención efectiva, y hasta de la presencia de vida cultural y entretenimientos comunes a otras urbes del mundo que no han enfrentado ni por asomo lo que lo que ha debido resistir el pueblo sirio.

Y en esta hora de inicio del trabajo creador, junto a las autoridades locales, se empeñan también los aliados que contribuyeron a la derrota directa de los terroristas, Rusia, Irán y el Hizbolá libanes, así como aquellas naciones que, en su interés de establecer un orden mundial multipolar, asumen que la solidaridad con Siria es un elemento clave en ese propósito.

Washington y sus aliados persisten no obstante. De manera que aún protegen a lo que resta de los grupos yihadistas, les entregan  nuevas partidas de armas, y les confían la destrucción total de cuanta instalación civil caiga en sus manos, en la búsqueda de eternizar la inestabilidad y detener la recuperación.

Frente a ellos, la voluntad nacional de salir adelante y el sostén concreto de buena parte del planeta.

Así, mientras Washington y sus aliados prometen represalias a aquellos que se involucren en negocios económicos con Siria, las autoridades de Damasco indicaron que no aceptarán en grado alguno la presencia en ese esfuerzo de las naciones cuyos gobiernos le fueron hostiles durante estos ocho años. En pocas palabras, están excluidos de todo proceso financiero o de ejecutar inversiones en el país cuyo hundimiento promovieron.

La prioridad en ese sentido -enfatizaron- la tienen y tendrán las empresas sirias que tuvieron que salir al exterior o dejar de funcionar por cuenta de la guerra impuesta, y aquellos países que siempre mantuvieron su respaldo a la integridad nacional.

En ese sentido funciona desde hace dos años la Oficina de Asuntos Económicos para la Recuperación, que en fecha reciente informó de miles de propuestas extranjeras para invertir en el país, de las cuales más de cuatrocientas ya están aprobadas.

No pocas de esas empresas, ampliaron las fuentes, son rusas, chinas, de la India o propias de inmigrantes sirios, interesadas en  los más disímiles aspectos de la recuperación, desde la construcción de infraestructuras  y el fomento de servicios, hasta el desarrollo industrial.

En el caso de Beijing, precisaron los voceros sirios, los intereses de colaboración comprenden “plantas de elaboración de acero y de fabricación de automóviles, además de estimular otras fuentes de empleo y ayudar a estabilizar la economía, lo que significa que las metas van más allá de la prioritaria reconstrucción de posguerra.”

Mientras, del otro lado, el de los agresores, rumiar la impotencia e insistir en el sabotaje es todo cuanto queda con relación a un país, un pueblo y un gobierno que han sabido resistir y vencer, que no eluden el apoyo leal de sus amigos, y  que marcan un freno de altos quilates estratégicos a la ofensiva hegemonista en Oriente Medio y Asia Central.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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