El ultraderechista Iván Duque, ahijado político del senador Álvaro Uribe, ganó este domingo la presidencia de Colombia, en lo que se considera un retroceso histórico para la segunda nación más desigual de América Latina, que cae de nuevo en un etapa donde Estados Unidos jugará un rol muy peligroso para la región.
Duque obtuvo 10 millones 347 mil votos para un 53,96% del sufragio, bajo las banderas de la coalición del Centro Democrático, fundado y liderado por Uribe, y del Partido Conservador, del expresidente Andrés Pastrana.
Gustavo Petro, aspirante del movimiento Colombia Humana y de la Coalición por la Paz, alcanzó ocho millones 22 mil votos para un 41,83% de la votación, lo cual constituye una victoria para el progresismo en una nación conservadora y tradicionalista.
Las autoridades electorales dijeron que el 4,21% de los electorales votó en blanco, en tanto fueron anuladas el 1,36% de las boletas. De los 36 millones de colombianos habilitados para el sufragio, acudieron a las urnas 19 millones 472 mil, para un 47% de abstencionismo.
El nuevo mandatario asumirá por un período de cuatro años el próximo 7 de agosto. También había ganado la primera ronda electoral el pasado 27 de mayo, con un 39% contra un 25% de Petro.
Aun cuando miles de personas se pronunciaron en las últimas horas en las redes sociales contra el nuevo representante de los intereses del gran capital y el ultraderechismo radical, los votos dijeron que una mayoría decidió el futuro inmediato, aunque hubo centenares de denuncias de irregularidades y fraudes en varios estados.
Para varios analistas, quien en realidad ganó las presidenciales fue Uribe y ponen como ejemplo que el departamento de Antioquía, donde el fomentador de los grupos paramilitares fue gobernador, votó en masa por el bogotano Duque, al que desconocen por completo.
Para el abogado y analista Juan Carlos Galindo, “el panorama que dejan los comicios es desesperanzador. Se ha matado, apreció, un sueño de la población”, según analizó ante las cámaras de Telesur en Bogotá.
El nuevo mandatario colombiano representa un peligro no solo en lo interno, donde se espera la agudización de la crisis agrícola, los asesinatos selectivos, el fortalecimiento de los grupos mafiosos.
Sin pensar en lo que una guerra de 50 años representó para su país, confirmó que hará una reforma a los Acuerdos de Paz firmados por el saliente presidente Juan Manuel Santos en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).
Respecto a ese documento suscrito en La Habana y reiterado en Cartagena de Indias, Duque afirmó que lo hará trizas, siguiendo los criterios de su padrino político, uno de los mayores opositores de la paz. La guerra civil deja ocho millones de víctimas, entre ellas más de 250 mil fallecidos y siete millones de desplazados.
Quiere decir que luego del desarme de las guerrillas y su conversión en el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), ahora el Acuerdo está en una situación ambivalente, pues Duque advirtió, por ejemplo, que quedará anulado el derecho otorgado a esa fuerza de tener diez representantes en el Congreso Nacional.
De igual manera, habría que esperar el pronunciamiento del Ejército de Liberación Nacional (ELN), en conversaciones en Cuba con el gobierno de Santos, respecto a las posiciones guerreristas del nuevo mandatario, quien fuera senador entre 2014 y 2018.
Numerosos politólogos consideran que Duque será una marioneta de Uribe. Queda claro que por sí mismo no hubiese conseguido la victoria frente a Petro, exalcalde de Bogotá, quien mostró la posibilidad de un nuevo país, y de ahí la enorme votación lograda en condiciones desfavorables, incluso con tres atentados en su contra durante la campaña.
Estas fuentes consideran que nunca en los últimos 70 años de la política colombiana, un candidato de centroizquierda había alcanzado una votación de más de ocho millones de boletas favorables, lo que significa que una alta porción de la sociedad anhela un cambio político.
La presencia del nuevo mandatario también representa un desafío para las naciones progresistas vecinas. Cuando era presidente Uribe, un egocéntrico representante de la oligarquía local, afirmó que no había bombardeado Venezuela porque no había tenido tiempo.
Aunque recibió una contundente respuesta del fallecido mandatario Hugo Chávez, su sucesor Santos lidera el llamado Grupo de Lima, en el que se agrupan algunos de los más conservadores gobiernos de la región que, guiados por Washington, exigen una intervención militar en la vecina Venezuela.
En territorio colombiano hay siete bases militares de Estados Unidos, y como afirmó un analista este domingo en Telesur: “Ellos no tienen que pedir permiso para lanzar un ataque desde aquí, pues están en su casa”.
No obstante este panorama que parece muy desalentador para la izquierda colombiana, el exaspirante Petro entiende que estas elecciones poseen varias enseñanzas, y la primera, dijo, es que hay que formar un bloque único de partidos y movimientos progresistas para contrarrestar la embestida del uribismo.
“Todavía no somos gobierno -afirmó- pero lo seremos” y son varios los políticos entrevistados que advirtieron que ahora lucharán por ganar las bases municipales con comicios anunciados este año.
senelio ceballos
21/6/18 5:41
Gracias Lic. L.VALENZUELA!! por tan buen articulo...Solo le falto gritar al final......VENEZOLANOS!!!! CUIDENSE!!.. a esconderse!!!! que viene la .........El guajiro en el MUNDIAL -2018, pero navegando por aqui tambien!!.ATNECION!!! ATENCION AL DIRECTOR TECNICO [ especilaistas para internet ] de cubahora.....Ultimamente entra a ud es muy, muy dificil....Cubasi. invasor, ljc-debate y otros se entra rapidamente...Pero vuestra web-espacio...REVIERTE!! NO DEJA ENTRAR A UDS..miren que ha pasado ultimamente.....Gracias el guajiro chambero permanente-navegador!!
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