El hombre que sostiene la pancarta con recortes de periódicos tiene 76 años. Cada dos de octubre, desde hace cinco décadas, ha estado en el mismo lugar. Corrió mucho cuando en 1968 el ejército atacó la Plaza de las Tres Culturas y reprimió la manifestación estudiantil. Es uno de los sobrevivientes de la matanza de Tlatelolco.
Tuvo suerte, pero su tristeza no ha terminado. Una joven con un pañuelo negro en la cabeza se acerca para conversarle. Parecen el símbolo del grito infinito. Conectan dolores, coraje, esperanzas. Han venido como otros miles, a la manifestación que conmemora cinco décadas de la tragedia.
Cuando se sintieron los balazos, en la noche del 2 de octubre de 1968, muchos se refugiaron cerca del edificio Chihuahua. Desde allí, en el apartamento 209 de la entrada C, se produjo el primer disparo que provocó el tiroteo. Habían caído dos bengalas como contraseña de ataque, muchos miembros del Batallón Olimpia se hacían pasar por civiles, los militares tomaban la plaza.
Cerca de ocho mil personas fueron sorprendidas por la agresión, más de dos mil terminaron en la cárcel y en la explanada, los camiones y las tanquetas del Ejército recogieron cadáveres durante toda la noche. Mientras, los bomberos limpiaban la sangre. Llovía.
Varias generaciones se unen por causas comunes (Fotos de la autora).
El monumento “La Estela de Tlatelolco” fue inaugurado el 2 de octubre de 1992 en honor a las víctimas. Allí puede leerse la descripción del día siguiente a la matanza: “La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo y en la televisión, en el radio, en el cine no hubo ningún cambio en el programa. Ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete (pues prosiguió el banquete)”.
Ofrendas en la base del monumento “La Estela de Tletelolco” rinden honores a los asesinados el 2 de octubre de 1968.
Este 2 de octubre de 2018 los jóvenes realizan performances, dibujos, instalaciones, carteles…El arte y el coraje son protagonistas.
Desde entonces, la impunidad ha dolido mucho y México aún no alcanza justicia para sus muertos. Al contrario, aumentan. Son diversas las razones de las velas, las flores y las estampas religiosas que cubren la escalinata al pie del monumento a las víctimas, en la Plaza de las Tres Culturas. Muchos padres han llevado a sus hijos y se combinan imágenes del Che, Lenin y Marx entre banderas y camisas. El olor a maíz, los pregones, los cánticos indígenas y los performances fueron solo el inicio de una manifestación que llegó hasta el Zócalo.
Muchos habitantes de Ciudad de México que no participaron directamente en la manifestación, detienen su paso para ver la marcha e, incluso, muchos acompañan las consignas.
Los jóvenes muestran de muchas formas su descontento con la realidad socioeconómica y política que viven.
No hay edades, no hay raza, no hay clase social. Marchan ancianos, inválidos, niños, estudiantes, obreros. Surgen grafitis y carteles como señal de que todos van por el camino correcto: “Libertad”, “Ni perdón, ni olvido”, “No le temo a la represión del Estado, le temo al silencio de mi pueblo”… Muchos cuentan hasta el 43, en orden cardinal, como si los estudiantes de Ayotzinapa marcharan junto a ellos.
Las calles de la Ciudad de México se han paralizado y son un hervidero: “¿Por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?”, “Se llama Díaz-Ordaz, se llama Echeverría, se llama Peña Nieto, la misma porquería”. Ninguna garganta escatima fuerzas este 2 de octubre de 2018.
Durante casi dos horas han estado llegando manifestantes hasta el Palacio de Gobierno, en el corazón de la ciudad. Un ímpetu común los acompaña a todos: la resistencia del señor de la pancarta va en cada uno de ellos. La joven del pañuelo negro parece multiplicarse hasta en la bandera: muchas manos llevan el estandarte de luto y conmociona ver la ausencia del rojo y del verde alrededor del águila icónica. Un minuto de silencio recuerda las víctimas, el primer disparo, los cadáveres en la explanada, la impunidad, los desaparecidos, las injusticias, el descontento, las esperanzas: ¡Tlatelolco! ¡El síndrome Tlatelolco!
En el Zócalo todas las banderas están a media asta. Muchos manifestantes portan la enseña nacional con sus franjas roja y verde transformadas en listones negros.
Varios participantes en el acto conmemorativo colocan ropa y zapatos al interior de un mapa de la República Mexicana (dibujado en la explanada del Zócalo) y gritan "Venceremos".
Según la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, en la marcha participan 90 mil personas.
La conmemoración del aniversario 50 de la matanza de Tlatelolco es, sobre todo, una muestra de que la izquierda latinoamericana aún late, aunque muchos en el mundo se empeñen en decir lo contrario.
Silvia María Jerez
8/10/18 14:45
Me encantó, creo que como todo lo que haces es GENIAL, la combinación de lo histórico con el human´´ismo que desprende tu comentaripo es excepcional. Te adoro, espero continúes haciendolo así...me encanta.
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