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miércoles, 20 de noviembre de 2024

El inquietante pensamiento de Jair Bolsonaro

En seis meses, muchos dudan de su capacidad como presidente...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 20/07/2019
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Jair Bolsonaro-Diputado de extrema derecha-Brasil
Bolsonaro asumió la presidencia temporal del Mercado Común del Sur (Mercosur) traspasada por Argentina.

Quizás ni sus amigos imaginaron hasta dónde llega la visión fascista del presidente brasileño Jair Bolsonaro, indicado como uno de los políticos más inquietantes de las últimas décadas. Sin inteligencia notable, resulta difícil calcular sus movimientos políticos aunque esté asesorado por lo peor de la cúpula derechista del planeta. Casi siempre actúa por su cuenta y riesgo.

Amigo personal, se vaponea, del mandatario de Estados Unidos (EE.UU.) y del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahud, ambos miembros del clan de la política capitalista mundial, amparado por la oligarquía brasileña a la que le conviene tenerlo en el poder – al menos por ahora- Bolsonaro se mueve con desfachatada libertad en Brasilia, luego de pasar casi inadvertido en la Cámara de Diputados durante 28 años.

Este presidente prefabricado, antiguo capitán del Ejército, que en casi tres décadas solo presentó un proyecto en la Cámara y se ganó una amonestación por sus posturas racistas, parecía el más indicado para ocupar la Primera Magistratura cuando la fuerte maquinaria conservadora –con mayoría en los poderes Legislativo y Judicial- inutilizó con una campaña de mentiras la candidatura del seguro ganador de las elecciones del pasado año: el hoy preso político y ex mandatario Luiz Inacio Lula da Silva.

Este individuo, que se autoproclama el Trump tropical, dado su peculiar estilo de expresarse, es una figura novedosa en el panorama político. Habla sin pensarlo mucho –que no pocos confunden con sinceridad- , controvertido, arrogante, misógino y racista. Le ha hecho mas daño a Brasil y su pueblo en seis meses que los dos años que el traidor Michel Temer estuvo al mando del país, luego de actuar solapadamente contra la presidenta Dilma Rousseff, a quien sustituyó dado que era su vice, tras derrocarla con un golpe parlamentario en 2016 para cederle el paso de nuevo al neoliberalismo en el gigantesco país suramericano.

Bolsonaro carece de palabras adecuadas, pero no le importa. Cada día aparece con algunas de las suyas: verdades y mentiras, dejando boquiabiertos a quienes creían que no podía superarse más en su pensamiento confuso.

Continuos incidentes ilustran el desempeño de este padre de tres hijos varones y casado en segundas nupcias. Ahora mismo, su familia, protegida por el corrupto poder judicial, mengua el espejismo de moralidad que dice practicar, mientras la población lo castiga con un respaldo de solo un 35%, y considera que no está apto para gobernar.

Su hijo Flavio, el senador más votado en Río de Janeiro en 2018 y su madrastra Michelle, aunque no serán tocados por la justicia que les protege, aparecen involucrados en un esquema de lavado de dinero tramitado por el chofer del entonces diputado por el Estado fluminense.

Flavio, a quien consideran un posible sustituto del padre le entregaba dinero a su conductor  Fabricio Queiroz para que lo depositara en la cuenta personal de Michelle. La trama fue descubierta y la familia Bolsonaro comenzó a ser investigada.

El pasado martes, sin embargo, el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Antonio Dias Toffoli, en una decisión monocrática, pidió a todas las instancias del Judicial que dejen de investigar a Flavio y a Queiroz, cumpliendo, dijo, una petición de la defensa de los tres acusados.

Pero el Senador sigue enredado en temas de dinero. Un informe del Consejo de Control de Actividades Fiscales de Brasil (COAF) reveló ingresos sospechosos en sus cuentas. Según el documento, entre junio y julio del 2017 Flavio recibió 48 depósitos por 96 000 dólares extraídos de los cajeros automáticos ubicados en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro.

Al Dignatario poco le importan, al parecer, las opiniones desfavorables sobre sus parientes y hasta los desplantes que recibe, como el ocurrido en días recientes cuando Brasil ganó la Copa América de Fútbol y varios jugadores lo dejaron con la mano extendida.

Ahora, en otra burla al estado de derecho informó que ¨ya está decidido¨ que su hijo Eduardo sea el embajador brasileño ante EE.UU., por lo cual fue acusado de inmediato de nepotismo por la Asociación de Diplomáticos de Brasil.

¿Qué ha dicho Bolsonaro para argumentar el nombramiento?. Pues defendió la formación y la preparación de su descendiente, sin antecedentes diplomáticos, y aseguró que su propósito es ¨acercarse cada vez más a Estados Unidos. La intención es unirnos más y más a un país con la economía más próspera del mundo para que podamos ir de la mano¨, además de que Eduardo se lleva muy bien con los hijos de Trump¨.

En su camino de pensados disparates, ya es memorable su defensa del trabajo infantil, poniéndose de ejemplo de ¨agricultor¨ a los nueve años en la hacienda que poseía su progenitor. La convicción de Bolsonaro de que los niños deben laborar y además portar armas sacudió Brasil y también a organizaciones encaminadas a eliminar la esclavitud de los asalariados más pequeños. En el país laboran para subsistir 1,8 millones de menores.

Tales declaraciones eran puras mentiras. Para aclarar el asunto, su hermano  Renato Antonio, declaró a la revista Crescer lo contrario. "Mi padre tenía un estilo bohemio, pero nunca dejó a uno de sus hijos trabajar porque pensaba que teníamos que estudiar¨.

Tal parece que a Jair Mesías, nombre que se agregó cuando fue bautizado hace dos años en el río Jordán como evangélico, le está yendo fatal, aunque no lo demuestra.  

En medio de grandes manifestaciones de protestas por la reforma de las jubilaciones y pensiones de corte neoliberal, ya aprobada por los diputados, estalló una denuncia en el sitio digital The Intercept, que demostró de manera categórica que el Ministro de Justicia, Sergio Moro, ex fiscal e investigador principal del escándalo Lava Jato, manipuló junto a varios fiscales el juicio contra Lula da Silva.

Moro condenó a Lula por delitos no comprobados a ocho años y un mes de prisión, pero ahora se ve envuelto en una maraña de corrupción, compra de jueces, y otros delitos, que lo llevaron ante el Congreso Nacional para, aseguró, demostrar su inocencia.

Desenmascarado en su conspiración contra Lula y la democracia brasileña  el ex juez de Curitiba decidió utilizar a la Policía Federal para tratar de intimidar al periodista, ganador del premio Pulitzer, Glenn Greenwald, editor de The Intercept. En medio del embrollo Moro solicitó, y Bolsonaro lo aprobó, una licencia de cinco días sin que se conociera su destino.

De escándalo en escándalo –el familiar, el judicial, el de su ministro, de asesores- el Presidente también está comprometido en una investigación solicitada por el PT contra dos de sus colaboradores en el STF, los fiscales Deltan Dallagnol y Roberson Pozzobon, supuestamente enriquecidos gracias a la fama que adquirieron cuando trabajaban con Moro en el Lava Jato (en alusión a la fregadora de autos donde se conoció el complot existente en la Petrobras).

Estos magistrados obtuvieron grandes ganancias con la explotación comercial de sus experiencias en el caso. Los dos articularon un proyecto de conferencias gracias a contactos establecidos durante la operación que enjuició a políticos y dirigentes empresariales de alto nivel, según el sitio The Intercept y el diario Folha de Sao Paulo. 

La arena internacional tampoco escapa de los criterios enrarecidos del Mandatario. Esta semana, Bolsonaro asumió la presidencia temporal del Mercado Común del Sur (Mercosur) traspasada por Argentina, y en su primer discurso afirmó que en su plan de acción están ¨eliminar el sesgo ideológico del bloque, limpiar su estructura, revisar el arancel externo común y acelerar las negociaciones comerciales con grandes economías de todo el mundo¨.

Junto a sus pares de Uruguay, Argentina, y Paraguay en el Centro de Convenciones de la Estación Belgrano de Santa Fe, además de invitados como el derechista presidente chileno, Sebastián Piñera, el gobernante brasileño abogó porque, ¨más que una Patria Grande¨, como siempre anhelaron los próceres de América Latina, ¨cada país de América del Sur sea autónomo¨. O sea, la aplicación del axioma ¨Divide y vencerás¨ para quebrar la unidad continental implantada por los gobiernos progresistas en los últimos 20 años.

A contrapelo de las críticas que recibe el acuerdo recién suscrito por el Mercosur con la Unión Europea, Bolsonaro se pronunció por mas Tratados de Libre Comercio. Organizaciones sociales y políticas de Europa y Latinoamérica han advertido que esos convenios poseen un impacto negativo en los derechos humanos.

Para analistas políticos de la talla de Emir Sader, ¨Brasil vive en un entorno de mentiras¨ –las mismas que transmitieron las redes sociales para que esa mayoría del pueblo brasileño que carece de educación, tanto instructiva como ideológica, lo eligiera Presidente.

Sus decisiones encaminan a Brasil a la ruina, dada su posición entreguista a Washington. Hace pocos días comunicó con sincera alegría que Brasil fue aceptado por EE.UU. como aliado extra-OTAN, un estatuto especial que posibilita la entrega de artículos excedentes de defensa y la organización de maniobras conjuntas.

Ya lo había adelantado en marzo pasado durante su visita a la Casa Blanca, cuando Trump afirmó que ¨estaba considerando conceder privilegios militares a Brasil “ya sea en la OTAN o en algo relacionado con una alianza”. En aquella reunión Bolsonaro hizo una barbaridad histórica cuando decidió entregarle al Pentágono la base de Alcántara, en la zona amazónica, para ser utilizada por los soldados estadounidenses, con misiles apuntando hacia Venezuela.

Poco creíble por los políticos y la prensa seria internacional, el llamado ¨fake new¨ mueve a Brasil, por terrenos sumamente peligrosos.

Para el teólogo e intelectual Leonardo Boff, ¨Bolsonaro haría bien al país y al mundo si renunciase a la presidencia, para la cual confesó no tener vocación. Lo ideal, si tuviese un mínimo de generosidad y un poco de amor al pueblo, sería que lo hiciese por sí mismo antes de verse obligado a ello por el hundimiento total del suelo que lo sustenta¨.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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