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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Bolsonaro en crisis con Policía Federal y Ministerio de Justicia

El controvertido presidente brasileño dice:¨quien manda soy yo¨...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 21/08/2019
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Huelga en Brasil contra Bolsonaro
En junio de 2019, huelga convocada por las principales centrales sindicales contra la reforma del sistema de jubilaciones que impulsa el presidente de Brasil Jair Bolsonaro.

El presidente brasileño Jair Bolsonaro dejó este fin de semana dos perlas de su controvertida actitud personal: primero aseguró que para preservar el medio ambiente solo se debía evacuar el intestino días alternos, y luego desacreditó a su ministro de Justicia, Sergio Moro, con su interferencia personal en asuntos internos de la Policía Federal (PF) de Río de Janeiro, fuera de su potestad.

En otra de lo que muchos califican como payasada pública –que engrosa una extensa relación- Bolsonaro respondió de manera grosera a la pregunta de un periodista sobre la posibilidad de conciliar el crecimiento económico y el cuidado del medio ambiente, teniendo en cuenta el desafío de alimentar a la creciente población mundial.

El reaccionario mandatario dijo al reportero que lo escuchaba incrédulo: ¨Basta con comer un poco menos. Me estás hablando de contaminación ambiental. Sólo con hacer caca día sí, día no, mejoraremos bastante nuestra vida", mientras salía de la residencia presidencial en Brasilia.

Esa ¨bolsonorada¨ como llaman en Brasil las locas frases de este evangelista y ex capitán del Ejército cayó como una bomba en medios que defienden el planeta y su peligroso futuro.

Pero, qué puede importarle el medio ambiente a este individuo que está desmantelando la Amazonía con una acelerada deforestación del llamado ¨Pulmón del planeta¨. Solo el mes pasado fueron destruidos, bajo su orden, unos 2 254 km de bosques, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INIEB) en Brasil.

Esto representa un 278% más respecto a los daños reportados en julio del 2018, que ascendían a 596 600 kilómetros cuadrados.

Para quien dice mandar en Brasil, la respuesta a las advertencias científicas fue la destitución del director del INIEB, Ricardo Galvao, por publicar los datos sobre los daños a la Amazonia este año.

El Ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, admitió que la acción de desmantelar los bosques ¨va en aumento¨ y nombró en lugar de Galvao al militar Darcton Policarpo Damian, un defensor, al igual que su jefe, de la industria agropecuaria, a la que el gobierno está favoreciendo en detrimento de una región hasta ahora sagrada para Brasil.

Ante el desastre, Alemania primero, y ahora Noruega, suspendieron su ayuda al mantenimiento ordenado del Pulmón del Planeta debido a la irresponsable politica de Bolsonaro, quien afirmó que ¨no necesito el dinero de ningún país¨ con lo que abrió una brecha diplomática con las dos naciones europeas.

La nación escandinava era el principal donante del Fondo Amazonía, creado en 2008 durante la presidencia de Luiz Inacio Lula da Silva para proteger la selva tropical que concentra 30% de la flora y fauna del planeta  tierra y es un factor importante con respecto al cambio climático.

Esa zona virgen está amenazada no solo por la deforestación sino también por la presencia de soldados de Estados Unidos, país al que el jefe de gobierno cedió el uso de la base espacial de Alcántara, en esa región, a pesar de las advertencias de las Fuerzas Armadas locales.

Tras el comunicado del ministro noruego de Clima y Medioambiente de Noruega, Ola Elvestuen, el jefe de gobierno brasileño respondió lleno de sarcasmos: ¨tome su dinero y ayude a Angela Merkel (la canciller federal) a reforestar Alemania".

Si su actitud ante la lucha por la preservación de la Tierra causó críticas a nivel mundial de organizaciones ambientalistas y personalidades políticas y científicas, al Mandatario poco le disgustaron, pues, en otra de sus imprevistas declaraciones, afirmó que ¨prefiero estar bien con los de adentro (la oligarquía agrícola) que con los de ¨afuera¨, o sea, los dos estados europeos.

El antiguo diputado federal durante 28 años, donde ganó repudio por su discurso discriminador contra una colega a la que insultó con un ¨nunca te hubiese violado porque eres muy fea¨, este fin de semana demostró que intenta hacer lo que quiere en Brasil.

El blanco de sus desaires ahora fue el ministro de justicia Sergio Moro, el juez federal de Curitiba implicado en un complot con varios fiscales para encarcelar al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y evitar que se presentara a las elecciones de 2018 donde ganó el llamado ¨amigo de Donald Trump¨.

Moro fue denunciado el pasado junio por el portal The Intercept por manipular el juicio contra Lula y condenarlo sin pruebas, supuestamente siguiendo órdenes de la Embajada de EE.UU. en Brasilia, ya que él es graduado de un curso especial para jueces impartido en el país norteño para luego ser empleados en tramas que evitarían el retorno de líderes progresistas a los gobiernos de América Latina.

Investigador principal del caso Lava Jato (lavado de coches), que involucra a la petrolera estatal Petrobras con la firma constructora Oberdretch, también aparece implicado en un complot donde tanto culpables como inocentes, todos políticos de nivel relevante, han sido enjuiciados y condenados.

 Moro, famoso por su actitud impecable ante los presuntos corruptos del esquema del Lava Jato, también metió la mano para evitar que Flavio, el hijo de Bolsonaro cayera en manos de la justicia por lavado de dinero cuando era diputado por Río de Janeiro. En la operación participaba su chofer Fernando Queiroz y su madrastra Michelle.

El ahora prófugo Queiroz, depositó 1,2 millones de reales (mn) en las cuentas de Michelle, pero aunque hay pruebas suficientes para enjuiciarlos a los tres el Ministerio de Justicia no ha movido una hoja.

Ahora que el juez está a la espera de que el Supremo Tribunal Federal decida su impugnación o no por su actitud poco honorable y delicitiva en el Lava Jato, el pasado fin de semana Bolsonaro decidió intervenir la jefatura de la PF en Río de Janeiro, lo cual dejó perplejo al alto mando de ese órgano.

Pasando por encima de Moro, de quien depende la PF, el presidente dimitió a Ricardo Saadi –quien había manifestado su deseo de dejar el cargo para evitar el choque por el caso de su hijo- y nombró en su lugar a Alexandre Silva Saraiva, un delegado con el que mantiene contacto desde que fue electo. 

La actitud del Mandatario abrió una crisis entre el Palacio de Planalto, la PF y Moro, afirmó el periódico FolhaPress.

Desde el pasado viernes, Bolsonaro dio señales de intervención en el órgano policial, y ante ciertos conatos de protestas, dio por terminado el incidente con absoluta claridad: ¨Quien manda aquí soy yo, lo voy a dejar bien claro. Doy libertad a todos los ministros, pero, reiteró, quien manda soy yo¨.

Lo mas grave de esta situación, según evaluación de la cúpula policial, es que hace muchos años ningún presidente interfería en sus asuntos internos. Peor aún: la Dirección General de la PF tenía pensado nominar, cuando Saadi saliera, al delegado Carlos Enrique Oliveira.

De acuerdo con FolhaPress, Moro precisará tomar cartas en el conflicto, determinante para el futuro de los uniformados.

Sin embargo, hay que esperar pues el Ministro está debilitado por la divulgación de los mensajes que mostraron su actuación conspirativa en asociación con los fiscales que decidieron en los distintos procesos del Lava Jato, incluida la condena de Lula da Silva.

Si la elección de Silva Saraiva es del presidente del país entonces es considerada política, y quiebra los estatutos de la PF. La libertad interna para nominaciones y cambios es tenida como un principio importante para blindar a la policía de presiones externas en su actuación y en las investigaciones.  

Saraiva está en la Superintendencia de la PF en Amazonas desde 2017 y cuando fue electo, Bolsonaro conversó con él cerca de tres horas. Mientras, Oliveira es superintendente de Pernambuco desde abril pasado.

Bolsonaro no tiene límites y necesita gente de confianza en sus alrededores. Durante las fiestas de Carnaval, a principios de este año –los que considera diabólicas-, un video en el que se observaba una pareja gay teniendo relaciones anales, lo que causó revuelo en la población.

Lo más preocupante para este controvertido personaje, fue la reacción de varios militares de alto nivel –ellos ocupan siete carteras ministeriales- por lo que calificaron de una grosería, y culparon de la idea a Carlos Bolsonaro, otro de los tres hijos hombres del presidente.

Según el periódico Folha de Sao Paulo, el choque de Carlos con los uniformados es notable en una serie de áreas políticas: desde el apoyo de los Bolsonaro a emprender medidas agresivas contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hasta sus presuntos vínculos con los paramilitares de ultraderecha en barrios periféricos de Río de Janeiro.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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