Tío Julio, como le llamé siempre, me llegó de sangre, me llegó del arte, de su postura por su “cine imperfecto”. Me llegó más allá del apellido.
Fue un pensador y un hacedor, ríos que no siempre se conjugan. Fluyó por todos los caminos que el arte y el cine en particular permiten labrar. Con sus aguas cristalinas y sus vericuetos sorteó su andar y edificó su obra. Al final esa es la vida con sentido.
Sin embargo fue una noticia más, no hubo rimbombancia, ni recuentos históricos, ni ofrendas memorables, solo la noticia y el pésame de los amigos, de los compañeros, de los creadores. Pena por el presente, para quien dio y entregó tanto por la cultura y el cine cubano.
Tal vez, mejor así, mejor leerlo, mejor ver su cine, mejor descubrirlo y redescubrirlo. Creo que sería su mejor regalo.
Entonces tío Julio, como escribí hace unos años en la partida de un amigo tuyo: “...ve tranquilo, lo hiciste bien…”.
Comparto este Blog y esta entrevista… no pudo filmar la película que narra la historia de abuelo Pedrito, el guion está a punto. Alguien que sienta por el cine y por nuestra Cuba lo hará.
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