Alain Delon acaba de fallecer. Desde hacía tiempo estaba deseoso por partir de este mundo y lo decía a los medios de prensa y a sus familiares. La vida, llena de elogios por su físico, ya no era la misma. Las comparaciones entre el pasado y el presente eran dolorosas. El contraste entre lo que existió y que ya no estaba se transformaba en ejercicio retórico, dolorosa experiencia que lo retrotraía y lo tornaba alienado. Delon es el sueño de muchas mujeres que vieron en él al hombre por antonomasia, a la persona que encarnaba los valores del galán, de la perfección y el equilibrio. Pero, desde hace muchos años, todo eso era una reina, un conjunto de cenizas en el camino que el viento de estos tiempos ha ido barriendo.
Durante sus últimos años estaba enfrascado criando a sus animales, llegó a tener refugios para muchos perros y gatos a los cuales amaba con un cariño sincero. Decía que era un sentimiento que no estaba mediado por los intereses, ya que ellos no sabían que él es Alain Delon. Las personas que viven en medio del oropel de la industria llegan a buscar la autenticidad como si se tratase del vellocino de oro, porque su existencia es una especie de montaje, de descolorido escenario en el cual cuando las luces se apagan todo vuelve a ser mustio, mediocre, banal y vacío. El amor que se muestra en los filmes, las historias de entrega y pasión no pasan de encarnar las quimeras del público. En cambio, la vida del actor es tan común y necesitada de afectos como la de cualquier ser humano. Seguramente recordamos a Delon en su papel del zorro, ese hombre lleno de justicia que iba por el mundo. Quizás en el francés de gesto triste, pelo blanco, rostro arrugado; quedaba algo de aquel impulso y lo impartía en el mundo de los animales, uno en el cual pocos reparan con tal pasión.
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Cuando la noticia de su deceso llenó los titulares, las personas dijeron de inmediato que era el ícono de una era perdida. En realidad, la figura del galán hoy, en este universo de la cultura posmoderna, está siendo deconstruida en función de modelos no siempre positivos ni aportadores. Los valores de belleza, de bondad, de trabajo y de altruismo no caben en los vectores de egoísmo, de maquiavelismo de los escenarios de hoy. Se viven tiempos de una tendencia atroz hacia el oportunismo en el cual el amor es confundido con lo más explícito y desprovisto de encanto; las relaciones de parejas son desvirtuadas para colocarlas en crisis y lo esencial de las personas resulta desechado en pos del dinero, las prebendas, los privilegios. Es una era posmoderna en la cual se ha querido negar el valor de antaño, pero no para construir algo que valga la pena. Alain Delon, sin ser un líder social, ni una figura de la política, encarnaba a una época donde se podía creer en la transformación hacia algo más hermoso y justo, hacia un mundo con estructuras y no aspirar al vacío que hoy tenemos, en el cual nada es lo que parece y los paradigmas se derriban por segundos para dar paso a supuestos paradigmas nuevos. Ese es el mundo en el cual Delon no quería vivir, allí residen las causas de su deseo por desaparecer. De hecho, lo dijo, que las redes sociales, los likes, el fárrago de falsos sentimientos de hoy habían sepultado el valor de todo lo que era firme, vigente, trascendente y sólido.
Cuando un actor como este muere, se dicen muchas cosas, se llenan las páginas de los periódicos, se construyen matrices de opinión en las cuales se introducen mitos y maneras de pensar. Toda esa contaminación del presente ha estado allí en este caso también. Han dicho que Alain Delon era una especie de ser posmoderno que se adelantó a su tiempo y que tuvo marcas en su carácter que lo separan de los galanes clásicos. Y es que se ha intentado hacer una apropiación desde el arte de todo lo que tenga algún valor para resignificarlo desde los medios que hoy se encargan de las narrativas sobre los sucesos. Eso también es parte de la maquinaria cultural que no deja que pervivan voces independientes ni modos de pensamiento alejados de la clásica hegemonía. Al actor lo están introduciendo en los estancos donde nunca quiso estar.
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El verdadero drama de Delon es verse desechado por la misma industria que lo creó y que lo transformó en un objeto de consumo solo por la belleza masculina. Cuando el tiempo pasó factura, él ya no servía a los mismos intereses y fue parcialmente olvidado. Es esa alienación de la condición humana lo que duele en las declaraciones del actor. Aunque él nunca lo formulara, había en esas palabras el deseo de ser algo más que ese ícono que las personas recuerdan alguna vez cuando ven una película vintage. Por eso su amor por los animales, porque se distanciaba del amor de las personas, siempre mediado por intereses, por la posesión como mantra, por las relaciones de producción materiales que no son otra cosa que mecanismos ajenos al alma.
Alexei Gómez Sánchez
20/8/24 19:05
Me ha gustado mucho tu comentario. Tus palabras escritas suenan a verdad y a denuncia. Y sí, es cierto, vivimos una época donde todo transcurre tan al revés que a veces resulta imposible, o al menos extremadamente difícil, dilucidar la verdad de la mentira. Un mundo en donde pudiéramos pensar que la humanidad ha entrado irreversiblemente hacia un proceso grotesco de autodestrucción. Delon fue víctima de un sistema que te usa mientras reportas ganancias. Delon fue convertido en mercancía y luego que la mercancía caduca, se vuelve inservible. Triste realidad que nos rodea. Que nos rodea a todos. ABSOLUTAMENTE A TODOS.
denise
20/8/24 17:57
No puedo creer lo que estoy leyendo en una columna de un periódico cubano. Glorificar a una persona como Alain Delon es un contrasentido. No tuvo ni un ápice de los valores humanos que defiende la Revolucion cubana. Cierto, fue un actor bello y bueno (al principio de su carrera), pero nada más y mucho menos un modelo de hombre. Alain Delon hablaba de él a la tercera persona. Politicamente, siempre fue un hombre de derecha, hasta de extrema derecha, amigo del leader del Frente Nacional Jean Marie Le Pen. Tuvo relaciones con el crimen organizado a lo largo de su vida. En cuanto a su vida personal, es verdad que quería mucho a los perros, tanto que quiso que su perro fuera eutanasiado para que muriera con él. Sin embargo, no acepto reconocer a un hijo que tuvo con una actriz (retrato vivo), cuidado por la madre de Alain Delon, el cual se suicidó a los 60 años... Hace varios años ya que los dos hijos legítimos ocupan la prensa con sus pleitos por su herencia (Le dió por testamento 50% a su hija y 25% a su hijo...). Por favor, léanse su biografia antes de presentarlo como un hombre que " encarnaba a una época donde se podía creer en la transformación hacia algo más hermoso y justo, hacia un mundo con estructuras y no aspirar al vacío que hoy tenemos". Eso es pura fantasia... Se puede hablar de él como un buen actor de una época del ciné francés, y nada más.
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