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lunes, 25 de noviembre de 2024

Medicina ¿con o sin apellidos?

La polémica acogida por la revista Juventud Técnica sobre la medicina natural y tradicional en Cuba ha llegado a la XXIII Feria del Libro, una excelente propuesta para construir ciencia desde el debate…

María del Carmen Ramón en Exclusivo 20/02/2014
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Medicina sin apellidos-libro
Un libro que rescata el valor del debate para hacer ciencia.

¿Debe la medicina tener apellidos? ¿Qué diferencia la medicina natural y tradicional de la medicina occidental? ¿Pueden considerarse ciencia tratamientos como la fitoterapia, las gotas florales, el uso terapéutico de pirámides, la acupuntura? Preguntas como estas desencadenaron, durante los meses de enero y abril de 2012, un inteligente debate en la revista Juventud Técnica, en el que participaron destacadas personalidades del mundo académico cubano: ocho médicos, tres biotecnólogos, un ingeniero, cuatro físicos y un matemático.

A más de un año de los fuertes enfrentamientos desde la base de sólidos argumentos, ha llegado a la XXIII Feria Internacional del Libro de La Habana el volumen Medicina sin apellidos. Un debate sobre la medicina natural y tradicional en Cuba, que recoge toda la polémica que tuvo lugar en las páginas de esta publicación de divulgación científica cubana. El libro fue presentado este miércoles por el reconocido Dr. Francisco Rojas Ochoa, destacado especialista de la Salud Pública cubana, y reunió en el vestíbulo de la Universidad de La Habana a muchos de los especialistas participantes en el debate.

La polémica tuvo su origen a raíz de la publicación de un texto que da título al libro Medicina sin apellidos, por el Dr. Jorge A Bergado. En ese artículo, el autor se muestra en desacuerdo con que determinadas prácticas curativas realizadas en el país sean recogidas por el sistema de salud cubano como “Medicina natural y tradicional”.

Para adentrarse en el desarrollo de esta línea argumentativa, Bergado continúa: “Cuando yo era niño, la medicina no tenía apellidos; no necesitaba calificativos que la definieran o diferenciaran de otras, porque había solo una, y ella era producto y parte del desarrollo de la ciencia moderna. Existían claro está, chamanes y curanderos que pretendían curar enfermedades al aplicar métodos terapéuticos al margen de la ciencia; y por esa misma razón, quedaban automáticamente fuera de las prácticas médicas. Una cosa era ir al médico, y otra al curandero”.

A partir de ahí, el autor ofrece una serie de argumentos para, en sus propias palabras, demostrar que la tradición de ese conjunto de actividades llamada medicina natural y tradicional es, además de infeliz, engañosa. “Basta mirar la lista para darse cuenta de que más que un sistema de prácticas con una unicidad y base teórica, se trata de una colección diversa y variopinta de todo lo no que cabe en el concepto de medicina con base científica”.

Según Rojas Ochoa, el mayor mérito del libro es rescatar el valor del debate, como base para perfeccionar el conocimiento científico. De hecho es visible cómo las diversas intervenciones contribuyeron, desde el respeto, a aunar conocimientos sobre la práctica de la medicina tradicional en Cuba y cómo el mismo nivel de los argumentos conduce a los lectores a quedarse con un criterio u otro.

Una idea fue reforzada en distintos momentos del debate, desde perspectivas distintas, y es que no se trata de estar en contra de la llamada medicina natural y tradicional, sino de la defensa de que cuanto sea considerado ciencia esté respaldado por bases científicas.

Por ejemplo, según Osvaldo de Melo, coordinador de la edición, “a nadie le cabe duda que lo que garantiza que un producto cure no reside en que sea natural o artificial, tradicional o moderno. Lo que garantiza que un producto se convierta en un medicamento es que haya sido comprobado con experimentos controlados y aprobado por autoridades competentes. Los experimentos como estos permiten diferenciar, por ejemplo, una verdadera acción curativa del efecto placebo, según la cual la persona se sugestiona y esto contribuye, en algunos casos, a alguna mejoría”.

En otro momento del debate, también Bergado refuerza este planteamiento: “El camino de la ciencia pasa necesariamente por la experimentación rigurosa y la comprensión de los mecanismos implicados en tal o cual efecto. Ese es el camino que solicito que recorran las prácticas amparadas por la entonces mencionada resolución ministerial, no solo las que se pretenda incorporar en el futuro, sino las ya incluidas, porque no han saldado esa deuda”.

Medicina sin apellidos es un excelente libro para los amantes de la ciencia y de la polémica, para quienes no existen verdades dichas y creen en la importancia de preguntar y dudar de todo.


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María del Carmen Ramón


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