Hay elección de nuevo parlamento en Cuba. Cada cual tiene derecho a ejercer el derecho del modo en que lo entienda, pero lo que conviene al país y su proyecto social es votar por todos los propuestos. Las razones han sido explicadas y nuestro pueblo no es analfabeto.
Si nosotros mismos podemos destruir el socialismo, también podemos desde adentro arreglarlo, y para ello se necesita un parlamento que eleve un ejercicio de poder colectivo en el momento más complejo de la revolución.
Fracturar la unidad o dar la espalda a la responsabilidad ciudadana pensando que lo que ocurra el domingo 26 no tiene que ver con mi proyecto de felicidad personal, es abrir la ocasión a los que apuestan por la derrota de la revolución para asegurar la narrativa de que solo el capitalismo es la solución.
Entre los efectos de la pandemia, las medidas de Estados Unidos para garantizar nuestra asfixia y los errores propios, se crea un escenario que puede estimular el cansancio, la indiferencia y la pérdida de consensos. Sabemos que sin bloqueo externo se vive mejor, pero también sin empacho interno; ello no significa poner un signo de igualdad entre ambas realidades.
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Un parlamento para defender la soberanía y la justicia, en un país que introduce fórmulas con nuevos actores económicos, brechas sociales, emigración a gran escala, envejecimiento poblacional, desapego a la idea socialista y a los valores del altruismo. Por eso, ahora es preciso estar más unidos para enfrentar tantos desafíos.
Es la hora de elegir un parlamento y luego seguir la marcha enfrentando entuertos, dogmas, necesidades y sobretodo, sumando la diversidad de voluntades. No necesitamos el odio, sino el amor que no excluye; eso no se logra por decreto, es un ejercicio de mucha creación colectiva y respeto.
El mayor desafío no es elegir un parlamento sino socializar el poder para que la corrupción no desplace el legítimo poder de las mayorías. Tenemos que arrancar todo formalismo y manipulación a nuestra labor política y ajustar la comunicación con nuevas exigencias en tiempos de memes y redes digitales que se mueven vertiginosas.
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Es urgente debatir abiertamente, disentir, oír otras propuestas, enriquecer el proyecto colectivo con un poco más de pensamiento y ternura. Defendamos el derecho a elegir, pero también el derecho a crear, el derecho a soñar para que reivindiquemos la alegría.
Hay organizaciones del sistema político que tienen que ser reinventadas, agonizan por el vicio de formalismos, inmovilismos y simulaciones. No se puede olvidar que es en esas bases donde se arma la participación democrática.
Hay elección de nuevo parlamento en Cuba; ahora los adversarios políticos se mezclan con los inconformes y pesimistas. Es más dura la pelea, y hay que darla sin decretos ni fórmulas triunfantes. Mi voto es por todos, sin callar todo lo grande que falta a la unidad.
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