Hay personas a quienes es imposible imaginárselas en reposo, algo hay en sus maneras enérgicas, en sus múltiples empeños, que nos induce a pensarlas creando siempre. Leidys María Labrador Herrera es una de ellas.
A sus 33 años, la tunera de rostro noble, ademanes dulces, delgada, no solo trasluce unas inmensas ganas de hacer, sino una cercanía casi inmediata. Quizá sea por su bondad, que no esconde; pero va más allá, Leidys es en extremo consecuente y entregada, no hay dobleces en su actitud, no hay poses.
Es tal como se muestra y como se define: una mujer con mucha fuerza y voluntad de hacer, de soñar, de pensar y de vivir. Esos rasgos de su carácter, junto a una meritoria trayectoria profesional, la llevaron a ser candidata a diputada por el municipio de Puerto Padre, junto a otras dos compañeras, luego de que la propusieran en varios plenos de las organizaciones de masas, esencialmente en los de la Federación de Mujeres Cubanas y en los del Sindicato de la Cultura.
No obstante, no es su primer contacto con los muchos retos que supone ejercer el Poder Popular, ya fungió durante un mandato como delegada a la Asamblea Municipal en Jobabo y ocupó un escaño en la Asamblea Provincial hasta la disolución de ese órgano. Además, actualmente integra el Comité Provincial del Partido.
Por eso está muy convencida cuando afirma que “la misión de un parlamentario en la Cuba de hoy es tener los pies y los oídos en la base. Pensar como pensaría el pueblo, poner el beneficio colectivo por encima de cualquier interés individual a la hora de legislar. Aportar su experiencia, sin importar cuán humilde sea su ascendencia, porque toda opinión, todo criterio es válido y, sobre todo, necesario”.
–¿Cuáles serían entonces tus metas si llegaras al Parlamento?
–Primero aprender todo lo que pueda, prepararme para estar a la altura de una misión tan importante como esa. Poder responder a la confianza depositada en mí por el pueblo de Puerto Padre y tomar cada decisión pensando también en ellos. Aportar allí la visión de una periodista que ama su país, que conoce la realidad de la Isla, y que no renuncia a llevar adelante en ella su proyecto de vida.
Con su visión de la política, se interrelaciona constantemente la experiencia que le ha aportado el ejercicio como reportera: “Lo primero y más importante es que un periodista trabaja por y para el pueblo, y un diputado, también. Lo segundo es que ambas responsabilidades llevan implícito un alto nivel de transparencia, de ética. Hay que obrar en ambos casos con mucha seriedad pero, sobre todo, con coherencia de pensamiento y acción. Un periodista en cierto modo no deja de serlo en ningún instante, un diputado tampoco”.
AL TIMÓN Y DESCALZA
De integrar el Parlamento, sería uno más de los muchos retos a los que Leidys le ha puesto el alma. Así fue cuando pasó de Radio Cabaniguán a ser corresponsal del diario Granma, con lenguajes muy diferentes, y una responsabilidad social y profesional enormes.
“Desde el punto de vista formal los lenguajes radiofónico e impreso en materia de periodismo difieren en muchos sentidos. Por eso pasar de un medio al otro implica pertrecharse de habilidades y herramientas profesionales específicas.
“Sin embargo, cuando amas la profesión, el cambio no se produce de forma brusca, sino de un modo tan natural que a veces ni te percatas del momento en que tus competencias profesionales migran totalmente de un medio al otro.
“Si ese otro medio te abre todo un espectro de oportunidades, de confianza, como me pasó a mí cuando llegué a Granma, entonces no existe un proceso de ruptura sino más bien de superación. Es eso esencialmente lo que me ha dado el diario, la posibilidad de superarme. Miro a la periodista de hoy y no puedo dejar de notar cuánto ha crecido y se ha formado aquella muchacha que ocho años atrás publicó su primera nota allí.
“Sin embargo, la responsabilidad de ser corresponsal del periódico en una provincia es algo que jamás me permito olvidar. Algo que respeto desde la concepción de la idea hasta el punto final de cada texto.
“Sin paranoia de ninguna índole, si el sistema social de tu país está siempre bajo lupas enemigas, si lo está el Partido que representa a ese sistema social, entonces también lo está su órgano de prensa.
“Cualquier cosa dicha sin rigor y con superficialidad desde las páginas de Granma, puede significar que se denigre, irrespete y ponga en tela de juicio todo aquello que orgullosamente representa. Siempre llevo eso presente”.
Quienes trabajan con ella lo afirman: Leidys es la persona a la que llamar a cualquier hora, la que asume los encargos de buen ánimo y con resultados rápidos y de calidad; pareciera que no sabe decir que no, pero es rotunda cuando desmiente esa hipótesis:
“Sé decir que no, cuando un sí implique renunciar a mis principios, a mis valores; cuando un sí puede poner en tela de juicio mi integridad moral y también física y sicológica. Y siendo sincera, en ciertas circunstancias de la vida –las menos diría yo– me he visto en la disyuntiva de tener que decir no, cuando quiero decir que sí, pero eso también forma parte de la vida.
“Lo que no hago nunca es decir que no por facilismo, cuando estoy consciente de que puedo con todo aquello que entrañe un sí”.
–¿De dónde viene ese compromiso?
–Lo heredé de mi abuela materna. Desde que tuve un mínimo de conciencia, la vi llevar adelante disímiles tareas, y no eludir jamás ninguna de ellas, y la vi hacerlo con toda la responsabilidad posible, con altas dosis de sacrificio, de esfuerzo, de empeño. Es una mujer muy íntegra, recta, que sin dejar de ser humana, ha sido siempre muy exigente, ante todo consigo misma.
–Aprendiste un buen día a manejar, algún compañero tuyo dice que se asombró cuando te vio toda resuelta ante el timón y descalza, ¿tiene algo que ver esa actitud con la que asumes ante la vida?
–Creo que sí. No me gusta sobrecogerme ante los retos que me pone la vida. Si hay que hacer algo se hace, si hay que aprender algo se aprende. Lo de descalza es quizá porque creo que no podemos hacer bien nada con lo que no nos sintamos del todo cómodas, o cómodos. Hacer las cosas a nuestra manera no implica necesariamente que las hagamos mal, implica que les imprimimos nuestro sello.
SER HIJA, MATERNAR
Leidys no es solo muy unida a su mamá, sino una hija muy orgullosa de ella, de lo joven que se ve, del apoyo que le brinda. “Sin ella no hubiera podido llegar hasta aquí. Mis éxitos, mis logros, mis sueños realizados tienen en mi madre a una artífice indiscutible.
“De ella he aprendido a no rendirme, a buscar salidas. He aprendido a pensar en los demás, a hacer bien sin mirar a quien, a compartir lo que tengo, a sensibilizarme con los problemas de los otros, a amar incondicionalmente a mi familia.
“Mi familia es entonces como mi estrella polar. Tenerlos me impide sentirme perdida o desamparada. Son mi sostén, mi empuje, mi retaguardia, mi lugar seguro”.
En ese mapa de afectos, un lugar central lo ocupa su hija, una niña muy pequeña que apenas ha empezado el círculo infantil. La maternidad es otra faceta de su vida que ha asumido con igual optimismo e impulso.
“Las ganancias de la maternidad han sido la fuerza, la energía, la seguridad, la capacidad de desdoblarme de un modo que nunca creí que fuera posible; el amor sin límites; nuevas formas de ser feliz.
“Con la maternidad he perdido quizás el tiempo más mío, un cierto grado de temeridad al que nunca le puse demasiada atención cuando nadie más dependía de mí. Las noches plácidas y despreocupadas de sueño. Pero no cambiaría un segundo con mi hija por nada de eso.
“Me influye de maneras que no sé si algún día tendré la capacidad de explicarle. Por ella trato de ser cada día mejor persona, mejor mujer, quiero ser un espejo en el que pueda mirarse sin sentir vergüenza alguna. Tenerla me ha demostrado que soy capaz de mucho más de lo que antes pensaba.
“Como profesional, me he vuelto más centrada, más objetiva, más práctica. Eso me permite seguir desarrollando mi trabajo con toda la pasión que me exige y que siempre le pongo, sin faltar a lo que para mí son premisas inviolables: pasar tiempo de calidad con mi hija, demostrarle que estoy ahí para ella, ayudarla a crecer con patrones de seguridad y confianza en sí misma.
“Por otra parte, todo el cúmulo inexplicable de sentimientos y sensaciones que ella despierta en mí, están presentes en mis textos, sin importar el tema del que escribo”.
– ¿Cómo sueñas el país de tu hija?
–Sueño el país de mi hija sin bloqueo, con menos carencias materiales y más valores humanos. Lo sueño próspero, con la misma paz y la seguridad de la que me siento tan orgullosa desde niña. Lo sueño como el lugar ideal para que ella configure su proyecto de vida como yo he configurado el mío.
– ¿Qué te seduce de Cuba?
–De Cuba me seduce su gente. Sin chovinismo ninguno afirmo que los cubanos somos seres excepcionales, admirables. Cuba es lo que es gracias a su pueblo, a su gente.
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