Sacar vuelo a las alas del alma

El 20 de julio de 1977 –hace ahora 45 años-, el Comandante en Jefe Fidel Castro clausuró en el teatro Carlos Marx, de la entonces Ciudad de La Habana, la primera graduación del Destacamento Pedagógico «Manuel Ascunce Domenech».

En las palabras iniciales de su discurso, Fidel recordaba el origen de la idea que hizo surgir un ejército de jóvenes educadores, quienes, salidos de las aulas de 10mo grado, entonces último año de la secundaria básica, realizaron la proeza de llevar adelante lo que se considera en Cuba la Segunda Revolución Educacional, continuadora de la histórica Campaña de Alfabetización de 1961.

Dijo Fidel: «Hace cinco años, al clausurarse el II Congreso de la Juventud, en este mismo teatro, desde esta misma tribuna, hicimos aquella apelación a nuestros jóvenes estudiantes, para resolver uno de los más agudos y aparentemente insolubles problemas que se nos presentaban en el desarrollo de nuestra educación. Y hoy, demostrando una vez más que el tiempo pasa rápido y que todo noble esfuerzo tiene siempre frutos, asistimos todos con placer y emoción a esta primera graduación de los miembros del destacamento».

• Consulte además: El primer maestro que tuvo esta aula

Manuel Delgado Pérez fue uno de los integrantes del I Contingente del Destacamento Pedagógico, en su caso en la especialidad de Química, para luego, con los años, derivar en un excelente profesor de Filosofía.

Manuel Delgado, miembro del I Contingente junto al ministro de Educación José Ramón Fernández, el Gallego (Fotograma del documental Sembrando semillas del futuro)

Al evocar aquella decisión de sumarse al incipiente grupo de jóvenes imberbes de apenas 17 años cumplidos a las filas del magisterio, el hoy educador jubilado, en emotivas palabras para un documental realizado en homenaje a los 50 años del Destacamento Pedagógico en la antigua provincia de Las Villas, afirmó:

«Motivados por la convocatoria de Fidel en abril de 1972 durante el Congreso de la UJC poco más de mil estudiantes de 10mo grado de todo el país nos incorporamos al Destacamento Pedagógico «Manuel Ascunce Domenech». En los cuatro cursos posteriores fueron miles los jóvenes que se sumaron, y dieron el paso al frente, a este movimiento extraordinario de carácter educacional, quedando así conformados los primeros cinco contingentes.

«Tuvimos un plan de formación basado en el principio de la combinación del estudio con el trabajo y nos integramos a los claustros de profesores de las recién construidas escuelas secundarias básicas en el campo. Comenzamos a dar clases en septiembre del propio año 1972, iniciando así, lo que muchos han denominado, con justeza, la Segunda Revolución Educacional en el país. Sin duda, una experiencia inédita».

Esos incipientes profesores tuvieron un claustro de excelencia que ayudó de manera extraordinaria a su formación pedagógica y metodológica. Uno de esos brillantes formadores de educadores lo fue el doctor Juan Virgilio López Palacio, Premio Nacional de Pedagogía, Profesor de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba y Doctor Honoris Causa en Ciencias Pedagógicas de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

De aquella inolvidable experiencia, recuerda el octogenario educador: «Era una necesidad formar un profesor con el nivel ideológico, científico y en sentido general, con todas las cualidades de lo que debe tener un pedagogo en función de la educación, y a esa labor nos consagramos a través de la combinación de la teoría con la práctica, teniendo al trabajo como el primer formador de la juventud, tal y como nos enseñara Fidel».

Fidel en uno de sus incontables encuentros con los miembros del Destacamento Pedagógico «Manuel Ascunce Domenech» (Fotograma del documental Sembrando semillas del futuro)

Otro de esos primeros egresados del Destacamento Pedagógico, quien luego resultaría el Mejor Graduado de aquel I Contingente, fue Guillermo Soler Rodríguez, hoy doctor en Ciencias Pedagógicas y un experimentado y reconocido educador villaclareño, en su caso graduado de la especialidad de Matemáticas: «Al inicio tuvimos una nivelación general, pues no habíamos cursado el pre-universitario, para luego profundizar en la asignatura y en su didáctica; o sea, en los modos de impartir las clases. Así, combinando clases como alumnos en una sesión y dando clases en la otra, en esa interacción nos formamos como profesores».

«Entré a las filas del I Contingente con la convicción de ayudar a la Revolución. Estudié mucho, siempre me ha gustado estudiar. Guardo para mí el recuerdo de aquella primera graduación en el teatro Carlos Marx, cuando recibí el título de manos de nuestro Comandante en Jefe, quien me preguntó cómo había obtenido 5 (excelente) en todas las asignaturas y solo le respondí: “Estudiando Comandante”.

«Tengo el orgullo de tener mi título con su firma y de haber podido conversar con él, lo que pudieron hacer también muchos de mis compañeros, pues Fidel iba mucho a las escuelas, incluso, algunos hasta jugaron baloncesto con él».

En aquel memorable discurso del 20 de julio de 1977, Fidel hizo un recuento de la educación cubana después del triunfo de la Revolución  y del reto que significaba impartir clases a cientos de miles de adolescentes nacidos en la década de los 60, y en cada idea, enaltecía el papel desempeñado por el Destacamento Pedagógico:

«Así se creó el destacamento, y así contribuyó a resolver un problema insoluble, demostrando además, nuevamente, que en el pueblo y en las masas siempre hay soluciones para los problemas. Y aquí se prueba una vez más la enorme importancia del nivel de conciencia política y revolucionaria de las masas. Y nunca se insistirá suficientemente en esto, porque todo cuanto se haga en ese sentido será poco».

Han pasado 45 años de aquellas palabras y medio siglo de la creación del Destacamento Pedagógico «Manuel Ascunce Domenech». Cincuenta años que han servido de motivación y pretextos para volver a reencontrase esos miles de educadores que se sumaron a aquel camino inexplorado que tantos buenos frutos dio a la Revolución.

Reencuentro de los miembros del Destacamento Pedagógico de las tres provincias centrales en ocasión del aniversario 50 de su constitución (Tomada de la edición digital del periódico Vanguardia)

En Villa Clara, dicho rencuentro, denominado Cincuenta años después, agrupó a educadores de las tres provincias centrales que antes conformaban Las Villas: Cienfuegos, Sancti Spíritus y Villa Clara, y tuvo su punto de encuentro en la histórica Plaza de la Revolución Comandante Ernesto Che Guevara.

En otras provincias de Cuba se han sucedido reuniones semejantes. Y en todas, se han desbordado las emociones y aflorado, junto a las anécdotas, las inevitables lágrimas de alegría.

Hoy, llena de satisfacción el deber cumplido. Los tiempos actuales son complejos, pero nos avala esa rica y linda historia magisterial de aquellos jóvenes que abandonando sus sueños se sumaron a la gran aventura de educar a las nuevas generaciones que emergían y, sin siquiera saberlo, marcaron un hito en la educación en Cuba.