domingo, 29 de septiembre de 2024

La “bolsa de valores” y el informe aberrante

La justicia y la honestidad han sido reclamadas por muchos desde disímiles ángulos. La manipulación entró al ruedo y lo volvió todo más borroso aún. Por si fuera poco, el arte de la chancleta ha ganado en adeptos y, en el reino de los aplausos, quien grita recibe más palmas que quien piensa...

Mario Ernesto Almeida Bacallao en Exclusivo 01/01/2021
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CUBA 2021
Nuestra piel se ha curtido y, por simple lógica, somos más fuertes. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

La Habana, 31 de diciembre de 2020

Destinatario:

Alta Comisionada Regional para los Valores Humanos…

Estimada ejecutiva, tras un profundo estudio del año que cierra, le hacemos llegar el presente informe que, consideramos, pudiera servir a la hora de rediseñar y poner en ejercicio la estrategia de valores humanos que respalda su cartera.

Los valores y las miserias se acentuaron, algo que en tiempos de crisis resulta natural: los buenos, para sobrevivir, exprimen lo mejor de sí mismos, mientras que los no tan buenos, para sobrevivir también, emplean fórmulas distintas.

Comencemos por la solidaridad. A este valor fue al primero que se le solicitó un extra. Como todos sabemos, desde hace años forma parte el equipo de respuesta rápida y ha insistido en mantenerse en él. Algunos de nuestros autores clásicos lo han tachado de indispensable para la supervivencia misma y, en lo que otros esperan que la historia demuestre el exceso o carencia de razón, la solidaridad, con más votos a favor que en contra, sigue ahí.

De tanto conocer los peligros de la desunión, el valor de marras ha creado alianzas estratégicas con otros que comparten su línea de mensaje, como el altruismo. La solidaridad sabe que el ser humano suele aprovechar los tecnicismos del idioma para desvirtuar esencias, según dicten intereses. Por ello, se reunió a lo corto con su homólogo y le dijo: “O nos condenan juntos o nos salvamos los dos…”La cooperación también insistió en aliarse, por escrito y todo, para que a los burócratas ni se les fuera a ocurrir meter su veneno.

Prosigamos con el coraje. Este amigo, sabemos, no es de los que suele andar en falta. Pero, conocemos también, más de uno a cada rato se coloca una máscara que se le parece bastante y nada… ahí va, sin que nadie se entere o sobrepase la línea de la sospecha; embaucador, mentiroso.

Dichos personajes la han tenido complicada este año. En tiempos de mar tranquila suelen sacar músculos, pero, en tempestades como las que nos han azotado, han ido, temblorosos, dejando caer sus caretas. Sirvió un poco para purificar y legitimar las filas de la vergüenza; los corajudos de siempre demostraron de qué estaban hechos, mientras otros, que por culpa de la humildad permanecían anónimos, crecieron.

Los oportunistas han tratado de recoger las máscaras que escondieron tras la loma de las justificaciones, pero… eso sí, están heridos y se la piensan un poco más antes de volver a aquello de salirse con la suya. Como son muchos y alardean tanto, se reconocen fácilmente y se agrupan en un santiamén. Acabar con el oportunismo, sabrá usted, es tarea difícil, pero se camina…

El respeto ha sufrido, sobre todo porque su secretaria, la prudencia, ha sido menospreciada de manera mayúscula. La ignorancia y la prepotencia, por ejemplo, se hacen las que no la ven, levantan el hocico, pasan hasta la segunda puerta y, entre las dos, agarran al respeto y, como dicen por ahí, lo vuelven un ocho.

El respeto y la prudencia después van a tomar café “Hola” al despacho de las compañeras decepción y aliento, quienes siempre tienen las mejores intenciones pero se las pasan fajadas. En diálogo consensuado de cuatro, llegan a la conclusión de que las impertinentes aquellas no son malas, pero sí estúpidas. Después, se desasen de la borra, friegan la cafetera y las tazas y regresan al trabajo.

Sobre la bondad no hay que decir mucho. Aunque los neoliberales intenten hacer creer que el egoísmo nos llega por los genes, de sobra sabemos que se nace amando y que a odiar se aprende por el camino. Animal Planet lo narra sin sobresaltos y le llama al fenómeno “selección natural”, pero nos olemos que algo macabro tiene que enseñarle el águila a sus pichones para que, frente al hambre, devoren la cabeza del hermano.

Sin embargo, en las pesquisas ha salido a relucir que el amor, por muy endémico que nos sea, necesita cada vez más procesos de validación. Quizás no resulte grave, pero al ser humano a veces se le olvida lo importante, y la desmemoria, aliada con la desesperanza y la carencia, puede pasar factura.

Por su parte, la gratitud mostró una tendencia generalizada a corresponder de forma directamente proporcional a los estímulos, a pesar de que los vientos variables y débiles pudieron haberla descolocado con relativa facilidad. Hemos de reconocer que durante el 2020 el término “gracias” gozó de buena salud. La gente se sintió más vulnerable y con cada acto, en consecuencia, se sintió más salvado y menos sola.

A la dignidad le ocurrió similar al amor; víctima de algún que otro sabotaje, ha sufrido la triste desgracia de la deslegitimación. También le pasó lo que al coraje; hay muchos impostores sueltos, gritones por antonomasia, que ridiculizan el término. Habrá que volver a explicar lo que entendemos por “ser dignos” –que no es lo que entienden todos– y vindicarlo.

La justicia y la honestidad han sido reclamadas por muchos desde disímiles ángulos. La manipulación entró al ruedo y lo volvió todo más borroso aún. Por si fuera poco, el arte de la chancleta ha ganado en adeptos y, en el reino de los aplausos, quien grita recibe más palmas que quien piensa.

En medio de un escenario tan complejo e irregular, dejamos constancia de que el cambio de almanaque no traerá un borrón y cuenta nueva en el balance de valores. Las miserias –¿quién se atreve a negarlo? – siguen metidas en la misma bolsa y lo vuelven todo confuso. Por desgracia o suerte, resulta imposible separar un valor de otro, dado que funcionan, entre sí, como un organismo complejo. Cuando uno pierde, lo hacen todos.

Sin embargo, advertimos con optimismo que cuando gana la honestidad, lo hace la justicia y cuando gana la justicia, lo hace la vergüenza y así sucesivamente y a la inversa y de manera aleatoria, pasando por el respeto, la prudencia, la dignidad, el coraje...

Para el año que inicia, seguirá la puja. Pero el 2020 nos ha azotado tan duro, que mire usted, Comisionada, nuestra piel se ha curtido y, por simple lógica, somos más fuertes.

Informe anónimo.


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Mario Ernesto Almeida Bacallao

Periodista y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana


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