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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Esa gente que alivia

Cuba se descubre siendo simplemente buena lejos de Cuba y aprende un poco más de sus diferentes credos, cocinas, hablas, mañas, señas… y comprende un poco mejor que la caridad es una cosa y otra, definitivamente otra, el movimiento organizado de la bondad

Mario Ernesto Almeida Bacallao en Exclusivo 30/03/2023
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Médicos Cubanos
Cuba se descubre siendo simplemente buena lejos de Cuba y aprende un poco más de sus diferentes credos, cocinas, hablas, mañas, señas… y comprende un poco mejor que la caridad es una cosa y otra, definitivamente otra

Los números resultan demasiado engañosos, fáciles, si se quiere… la escala cuantitativa de las cosas peca al presumir de objetiva: el número de intervenciones quirúrgicas, de consultas, de ingresos, de llegadas a tal o más cual lugar, de gente que se recupera, de personas que no… Lo difícil es contar aquello que los números callan.

Cada profesional de la salud cubana que parte implica un choque emocional en tres dimensiones fundamentales: conmoción para sus seres queridos que aquí quedan, en vela, a veces temiendo lo peor; conmoción en quienes conoce y cura; conmoción en sí mismo o misma que, a la vez, añora la casa, se enfrenta a lo desconocido, le teme, lo examina, lo cala, al tiempo que se deslumbra con las maravillas que encuentra.

Conmoción en sí mismo o misma que crece profesionalmente o se prueba en la “arena internacional”, mientras comprueba que un peruano es tan mortal y tan salvable como aquella anciana bondadosa que alguna vez, en Cuba, trajo de la muerte y que, desde entonces, como tantas y tantos, es algo así como parte de su propia familia.

Hay también una conmoción colectiva. De repente, Cuba se conoce en el extranjero: un pinareño comparte asiento de avión con una guantanamera y luego habitación o casa de campaña con alguien del Camagüey, para más tarde operar junto a un anestesista de La Habana.

Cuba se descubre siendo simplemente buena lejos de Cuba y aprende un poco más de sus diferentes credos, cocinas, hablas, mañas, señas… y comprende un poco mejor que la caridad es una cosa y otra, definitivamente otra, el movimiento organizado de la bondad, del sacrificio fundamentado en el bien que se construye, grano a grano.

¿Idealizar personas y profesionales? Claro que no. Siempre los hay brillantes y mediocres, trabajadores, remolones, buenos, malos, comprometidos, sinceros, discretos, oportunistas… De todo hay, como en cualquier parte, como en cualquier entorno, como en cualquier país.

Pero pasa que, a veces, uno representa cosas más grandes que uno mismo, puede que, incluso, a pesar de uno mismo, contra cuya esencia nada vale. Entonces la decencia y la bondad acaban imponiéndose por propio peso. La vida, con su decursar sabio, lento e implacable, se irá encargando del resto y pondrá a cada cual en su sitio.

¿Y quienes se quedan trabajando aquí? ¿Qué con ellos? En momentos tan duros como los que corren, los profesionales de la salud que laboran en Cuba tienen un mérito gigante. Más aún luego de la Pandemia terrible que nos viró a todos de cabeza la vida y en la que ellos y ellas pagaron el precio más alto.

¿Cuántos y cuántas estuvieron al filo de la muerte? ¿Quiénes no están? ¿Qué tiempo estuvieron lejos de su familia o cerca, pero sin tocarse? ¿Qué horrores vieron, tocaron y trataron en masa? ¿Cómo decirle a un padre que su hijo ha muerto? ¿Cómo convencerlo de que se hizo todo lo posible, a esa altura, para qué, si ya no cabe consuelo que valga?

Vimos llorar a varios, enjugarse los ojos de algunas ante el toque imprevisto de cualquier pregunta, porque nunca se sabe exactamente el punto que hace trastocar las emociones, la cruz de la neuralgia.

Dicen que un 30 de marzo se usó por primera vez la anestesia quirúrgica. Por eso aprovechamos para hablar un poco, de esa gente que alivia.

 


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Mario Ernesto Almeida Bacallao

Periodista y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana


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