Entre dos ríos y arroyos

Para un camagüeyano relloyo los temporales de junio marcan pauta en la vida de la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe que fue fundada hace cinco siglos entre dos ríos nombrados después como Hatibonico y Tínima, con sus correspondientes afluentes que corren apacibles hasta que caen las primeras gotas.

Desde hace varios días, ha sido compleja la situación meteorológica, que tuvo su máxima expresión este viernes cuando las aguas salieron de sus cauces los ríos y arroyos para penetrar en las calles de la ciudad, como la importante e histórica Avenida de la Libertad; el mayor parque urbano del país: Casino Campestre y las instalaciones deportivas como el estadio de pelota y la sala polivalente; y en varias zonas residenciales aledañas a las corrientes fluviales.

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La ciudad de Camagüey había registrado más de 140 milímetros de precipitaciones, pero no ha sido la única afectada, pues en Vertientes se reportaron 237 mm, y en Florida 131 mm. Hay saturación de los suelos también en Minas y Guáimaro.

Muchos están preocupados y ocupados, desde las autoridades política y gubernamentales, hasta aquel soldado de empapado uniforme verde olivo que ofrece sus manos a los pobladores que deben abandonar sus viviendas para marchar a sitios seguros. Según informaciones trascendidas, alrededor de las seis de la tarde del viernes alrededor de 3 000 personas se han protegido desde el miércoles en todos los municipios de la provincia, fundamentalmente en viviendas de familiares, amigos o vecinos y en unos cuarenta centros habilitados para los evacuados.

No se ha tenido que lamentar el fallecimiento de una persona por las inundaciones en el territorio.

Por otra parte, comenzó a distribuirse en el municipio cabecera la cuarta vuelta de los módulos de donación para 293 mil núcleos familiares y la tercera destinada a más de 24 mil personas en situación de vulnerabilidad. Se trata de un kilogramo de arroz, dos de leguminosa, uno de azúcar, dos paquetes de pastas alimenticias y dos latas de sardinas,

Aun cuando han descendido los niveles de las aguas y pausado las lluvias, se ha hecho un llamado a la población a no confiar ni bajar la guardia en la preservación de la vida y los recursos económicos. En las próximas horas, estas condiciones de inestabilidad atmosférica se mantendrán sobre todo el territorio nacional.

No deja de llover en junio, ni en la gran sequía del 2005. Cada vez que la madre naturaleza hace de las suyas viene a mi mente la crónica del coterráneo Guillén: Junto al río y la busco en Internet, pues no la encuentro rápido en mi modesto librero, y releo con el aprecio cognoscitivo de la primera vez. Confieso que a los setenta y tantos años y ha cesado de lloviznar, no quiero obviar el placer de caminar con el agua a los tobillos hasta la esquina de la calle donde resido, donde han llegado la no apacible de la corriente del arroyo “Juan del Toro”, que abandonó su cauce unos doscientos metros atrás. En la acción me sorprende la doctora del consultorio de la familia y regreso (pero fui y vi).

Y cuando la lluvia cesa y la última teja escupe la última gota de agua, el habitante de Camagüey, cuya mente en aquel momento toda es río, se lanza a las calles mojadas y galopa hacia el puente. Llega junto al Hatibonico, abre desmesuradamente los ojos y grita al fin, con voz que la carrera y la emoción hacen temblar:

—¡Cómo se ha puesto el río!