Si algo nos ha enseñado estos tiempos de COVID-19 es la fragilidad de los sistemas de salud en el mundo, y cómo la privatización de la atención médica atentan contra la vida de miles de personas. A causa de la falta de acceso a la salud se quedan desprovistas de tratamiento médico en esta crisis sanitaria global. Duelen las imágenes.
Sin embargo, lo que para algunos pareciera una utopía, en Cuba es una derecho garantizado. El sistema de salud es una prioridad del Estado y no presenta costo alguno para los ciudadanos.
Además, no toma en cuenta ningún tipo de discriminación a la hora de ofrecer sus servicios. Esto se ve reflejado en la sonrisa de Marta Sánchez, la señora de 94 que iluminó las redes sociales cuando fue dada de alta tras vencer a la COVID-19.
Gracias a médicos y enfermeras que la cuidaron con esmero, y a la política inclusiva de un país, que no pretende sacrificar a los más necesitados y los adultos mayores en pos de la economía; la señora seguirá con su familia.
“Primero el contagio se descubrió a tiempo y luego se nos dio un tratamiento de excelencia. Lo que han hecho por nosotras no tiene precio. ¡Este es mi país: Cuba, que no termina de darle lecciones al mundo!”, contaba su hija, Clotilde Peón, que también sufrió y rebasó la enfermedad.
Es voluntad del Estado cubano, proteger y garantizar los derechos de los sectores más vulnerables de la población, así lo reafirma la letra de la Constitución de la República.
“El Estado cubano reconoce y garantiza a la persona el goce y el ejercicio irrenunciable, imprescriptible, indivisible, universal e interdependiente de los derechos humanos, en correspondencia con los principios de progresividad, igualdad y no discriminación. Su respeto y garantía es de obligatorio cumplimiento para todos”, dice el artículo 41 de la Constitución de la República.
Cuando los estudiantes de medicina recorren los barrios en busca de posibles casos en una pesquisa activa; no piensan en si los pacientes serán ricos o pobres, si tendrán cómo pagar gasto médicos, si serán negros o blancos; al contrario, piensan en que son vidas que se deben salvar.
La atención primaria de salud es uno de nuestros mayores logros precisamente por esto, por su cercanía y su acceso igualitario.
En el plan de medidas contra el nuevo coronavirus no se apartan a los más vulnerables por la enfermedad, al contrario, se les da seguimiento, se les protege; sobre todo al grupo de mayor riesgo, los ancianos, el 15 % de ellos viven solos .También esta convicción parte desde lo refrendado en la Carta Magna.
En las políticas del país el abandono a los más necesitados no es una opción. Los cubanos gozan de derechos. Así está previsto en la asistencia social a las familias de bajos ingresos, en la especial protección a las niñas, niños, adolescentes, adultos mayores y personas discapacitadas, en el Código de Trabajo.
Igualmente en la seguridad social, que se le garantiza a las personas que se encuentren impedida de laborar por su edad, maternidad, paternidad, invalidez o enfermedad, según el artículo 68 de la Constitución.
La tradición humanista de nuestro pueblo va incluso fuera de nuestras fronteras, la Brigada Henry Reeve extiende su necesaria ayuda a países afectados por la pandemia.
Con COVID-19 o sin esta terrible enfermedad, en Cuba no se deja a nadie desamparado.
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