La enfermería es una disciplina de las ciencias médicas que por lo general se practica en salas de consultorios, policlínicos u hospitales. Sin embargo, los avatares de la vida han llevado al tunero Gonzalo Pérez ha ejercer esta profesión en alta mar. Y es que, con casi 30 años de experiencia laboral, trabaja desde hace más de dos en las embarcaciones que a diario viajan transportando pasajeros desde el puerto de Batabanó hasta la Isla de la Juventud, y viceversa.
Para conocer las peculiaridades de su trabajo a bordo del Río Júcaro, uno de los cuatro catamaranes que actualmente posee la empresa Viajeros, a cargo de este tipo de transportación, Cubahora conversa con este profesional de la Salud, a propósito de celebrarse el Día Internacional de la Enfermería el próximo 12 de mayo.
Con gran parsimonia y seguridad en el hablar, este hombre comienza explicando que un equipo compuesto por cuatro enfermeros es responsable de la salud de las 237 que viajan en cada catamarán, y de sus 15 tripulantes. “Además, estos medios de transporte son como ambulancias que tenemos entre el Municipio Especial y la Isla grande, pues en ellos viajan todos los casos que van a La Habana para atenderse en consultas especializadas, siendo pasajeros que requieren de una atención especial”.
¿Por que decidió desempeñarse como enfermero naval?
Aunque soy original de Las Tunas, motivos personales me llevaron hace muchos años a vivir en la Isla de la Juventud, donde radico junto con mi familia. Aquí estudié la licenciatura y luego trabajé durante mucho tiempo en un policlínico de Nueva Gerona.
Entonces, cuando hizo falta personal de enfermería para completar la tripulación de estas embarcaciones, enseguida me alisté, pues pienso que esta profesión se practica siempre en donde te necesiten. Y hoy estoy aquí, pero antes tuve que pasar un curso de enfermería naval para adquirir los conocimientos necesarios referidos al trabajo a bordo.
Desde el punto de vista médico, ¿cuáles son las incidencias más frecuentes durante el tiempo que dura el viaje?
Marzo y abril constituyen meses de fuertes vientos, muy molestos para la navegación, porque hacen más incómodo el viaje para los pasajeros. En este período son más quienes se marean durante la travesía, que por lo general dura más de dos horas, en dependencia del catamarán que realiza el recorrido.
A bordo tenemos que actuar para contrarrestar estos efectos, que son los más frecuentes. Para ello se recomienda gravinol, ya sea en su variante oral o en ámpula. Pero con los alérgicos a este medicamento, aplico la digitopuntura, técnica milenaria china que mejora el estado del cuerpo, y alivia el mareo.
Sin embargo, hay personas que embarcan con alguna dolencia que la tripulación desconoce, y lo sabemos justo cuando el paciente está sufriéndola. Entonces se debe asumir el tratamiento del paciente y su estado, en lo cual nos apoyan mucho las hidromozas. Ellas están al tanto de cualquier ayuda que puedan ofrecer, sobre todo en lo que respecta a la comunicación rápida.
El enfermero siempre está en un lugar localizable de la embarcación, y como ellas recorren con más frecuencia los salones de pasaje, cualquier situación que acontezca nos lo informan de inmediato.
¿Alguna situación de emergencia significativa que haya debido enfrentar?
Cuando trabajaba en el catamarán Bellamar, que hace la travesía de puerto a puerto en cinco horas, tuve el caso de un adolescente de 16 años con insuficiencia renal crónica que entró en crisis cuando íbamos por la mitad del viaje hacia La Habana. Aunque estaba bajo tratamiento, al jovencito le subió la presión arterial y rápidamente fui en su auxilio junto con algunos de los tripulantes.
A través de la digitopuntura lo ayudé y estabilicé bastante, hasta que los compañeros del SIUM de Batabanó llegaron en una lacha rápida para socorrerlo. El muchachito se recuperó y todo salió bien. Pero este tipo de situaciones ilustra cuán importante resulta la presencia del personal de enfermería en cualquier tipo de embarcación, no solo estas.
¿Qué consejos recomendaría a quienes piensan viajar por vía marítima?
Algunas técnicas que ayudan a evitar un poco los efectos que causan los viajes por esta vía pueden ser concentrarse en la respiración en un lugar fijo de las embarcaciones, mirar mucho el color rojo, y toda persona que pueda ingerir el gravinol, hacerlo antes de embarcar. Además, ya estando a bordo, los pasajeros deben comunicarse rápidamente con el enfermero ante cualquier situación, sin temor ni pena, pues nuestro trabajo esta encaminado a velar por su salud.
Por otra parte, estos deben respetar lo estipulado en el reglamento de las embarcaciones, que prohíbe viajar a los niños con menos de 28 días de nacidos y a las embarazadas con más de 28 semanas y las que no porten el tarjetón que identifica las características de su período de gestación. Tampoco pueden abordar personas en estado de embriaguez. Es necesario que los pasajeros cumplan con estas indicaciones que al final cuidan su vida, y apoyan nuestra labor.
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