A tres metros del agua salada de la bahía de Cienfuegos, Marianela y Ana Laura tejen a croché una cinta para pelo y un tapete; están sentadas en el portal de Marianela.
De frente les queda el muelle con el bote de la familia. A la derecha, en dirección a Castillo de Jagua, se escucha el golpeteo de los cuchillos contra la madera de los pescadores limpiando el pescado fresco. En la izquierda más casas, más muelles, más botes. Esto es la comunidad El Perché.
El abuelo de Marianela es pescador, como su papá y sus tíos, él le enseñó a hacer macramé. El croché lo aprendió de una vecina que se llama Berta. A sus trece años forma parte de una iniciativa en La Fortaleza donde le enseña a otras niñas a tejer. El proyecto de desarrollo local le ha permitido compartir sus conocimientos afiliarse a otras tejedoras y conservar tradiciones de la comunidad, también la provee de artículos para seguir trabajando.
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“Yo también pesco: al curricán, a cordel y también fondeado por ahí en el mar. A chinchorro no puedo pescar porque hay que hacer mucha fuerza. Si voy de noche puedo utilizar un pataito vivo de los chiquiticos para la cubereta o la picúa o también carnada de machuelo en tronchito o rebanadito, por el día si el mar está revuelto puedo usar un pataito vivo o maco.”
Marianela tiene caracterización local, municipal y provincial de la Asociación cubana de artesanos y artistas (ACAA). Expone y comercializa sus bordados en las actividades culturales de la localidad junto a las demás tejedoras.
Dentro de la casa la nieta adornó los rincones con piezas hechas de croché y macramé. En el patio, el mismo tejido el abuelo ya los había usado en los utensilios de pescar.
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