El 28 de enero de cualquier año parece un buen día para nacer, para empezar la vida. El 28 de enero es exacto para empezar la vida sí, y solo sí, se está dispuesto a vivir. Atreverse a vivir no es tan sencillo y está atravesado por varios sustantivos: decisión, dolor, goce…
Sin apuros que la hagan “reventarse” en esta carrera de fondo ni pausas que la condenen, Cubahora llega a sus 25 años de vida con un recorrido sedimentado en buena parte de su público y en quienes, con más o menos años de experiencia, hemos decidido probar suerte en sus páginas digitales.
Con un dejo de ternura, hemos escuchado a maestros y maestras del oficio periodístico, que ya hoy van transitando por lo que popularmente se conoce como la “media rueda”, hablar de Cubahora como el primer sitio que les abrió las puertas… para probarse, para crear, para crecer.
De pronto nos encontramos ante un hecho que se repite y que se muestra como línea de trabajo de esta revista: ellos y ellas, que llegaron “antes de ayer”; nosotros y nosotras que arribamos lo que se diría “hace unas horas” y algunos y algunas que apenas están llegando; muchos y muchas seguimos recalando en este espacio, que algo virtuoso ha de tener para conseguir eso, que no es poco.
Por supuesto que no tratamos de reducir a Cubahora a solo un espacio de formación, porque no solo es eso, pero sí resulta justo resaltar esa capacidad suya de, incluso en tiempos difíciles, continuar “aupando” jóvenes que no son, de ninguna forma, pasivos y que, por tanto, también la empujan a ella y la moldean a lo que ellos quieren y pueden y sueñan, dentro de las posibilidades del momento.
Y claro que es un parto doloroso, porque el mismo vivir del día a día, ya lo decíamos, trae, como mínimo, dolor. Pero no hay otra forma.
En fecha reciente, conversando con jóvenes profesores de lo que se denominan “ciencias duras”, nos contaban que biológicamente el único equilibrio absoluto que existe es la muerte. El corazón, los riñones, el sistema nervioso, los pulmones —nos contaban— persisten en un desequilibrio más o menos controlado que los hace estar en constante movimiento, traumático a veces, que únicamente se detiene por completo cuando se encuentran en el punto fiel, cuando ya no existe intercambio de energía. Quizás la vida sea el cúmulo indetenido de continuas explosiones.
Ha sido un anhelo constante nuestro, como especie social, el acto de comunicarnos más allá de lo que la voz permite, como mismo tuvimos que inventar el ferrocarril, el automóvil y el aeroplano para ir más allá de lo que posibilitaban los pies. La historia de Cuba y del mundo, si de medios de comunicación se trata, está llena de nombres que surgieron con ese empeño de extender las ideas, de gritarlas. Sin embargo, resultan muchísimos los que aparecieron para morir en poco tiempo, en pocos meses.
La falta de objetivos concretos, la inconstancia, la carencia de recursos, las fuerzas desmedidas en su contra, el cansancio… han entrado a jugar para que los medios de comunicación, o los proyectos de ello, pasen de la esquina y resulte un esfuerzo no despreciable el solo hecho de ser, de seguir siendo.
Y en medio de esa historia y de los contextos difíciles que mencionábamos, Cubahora arriba a sus 25 años y promete seguir, con su trabajo de hormiga tantas veces anónimo, poniéndole empeño a un día a día que, mienten los clásicos, morirá o dejará de tener sentido en las próximas horas.
Mienten, sí, o son, por lo menos, inexactos. Porque la prensa trabaja para el momento histórico, pero también para el recuento; porque en la aparente nota sencilla sin presumible trascendencia, está la prueba “arqueológica” de lo que un día ocurrió, de cómo un grupo de personas vio el suceso y se atrevió a contarlo. La evidencia de cómo se pensó en determinado momento, de cómo se escribía, de cómo se miraba. Toda esa información, en lo que cuentan y en lo que callan, en cómo lo cuentan y en cómo lo callan, recogen los diarios para la posteridad.
Cubahora sigue en eso, trabajando en el recuento urgente de los días que corren, formando público y profesionales y sedimentando la evidencia histórica de lo que hasta este 28 de enero de 2023 resultan ya 25 años. La obra está y prosigue… La felicitación es tan grande como el reto.
Muchos hemos encontrado aquí instantes de plenitud y, contradiciendo al apotegma, continuamos volviendo a este lugar, donde hemos sido nada menos que felices.
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