Tras el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959 Cuba experimentó un cambio radical en su política exterior. Amparado en los más elementales preceptos de cooperación mutua, el país amplió y profundizó sus relaciones diplomáticas con el mundo, sobre todo, con los países subdesarrollados
A lo largo de los años muchos han visto los ejemplos de solidaridad como una manera intencionada de exportar—como si ello fuera posible— la experiencia emancipadora encabezada por Fidel Castro. Nada más lejos de la realidad. Se trata de un principio imprescindible en la construcción del nuevo tipo de sociedad. Un internacionalismo que reconoce y se opone a los intereses coloniales e imperiales, pero que, en última instancia, desconoce ideologías y solo busca el bienestar y la justicia social.
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