Anuncian mal tiempo y reparten bolsas para quienes se pasen de mareados. Yo la tomo en señal de obediencia, pero en el fondo -lo acepto- con la arrogancia de quien nunca las necesita. La guardo en el bolso y sigo en el intento de dormir. El sueño siempre me salva en esos malos ratos. Vamos llegando a Batabanó y es entonces que entiendo el mal tiempo. Las olas se hacen más fuertes, el barco atraca por el lado contrario, la gente desde tierra firme nos está grabando y la salida se demora, evidentemente por el movimiento del barco.
Soy de la última fila en salir, para no variar. Desde el fondo una voz: LIBEREN EL PASILLO, y dos muchachos corrían a la proa. Se había roto una segunda cuerda en el atraque. Algo andaba más raro que en un día de "mar picado".
Yo, con frío, llevaba una estola que la hidromosa detectó como un riesgo para salir. Me la acomodó de forma segura: "a ver, porque te vas a enredar con eso", y me encomendó a otro muchacho que me sostuvo hasta la salida después de notar mi mareo.
Entonces caí en cuenta. No recogería el equipaje. Nos estaban evacuando. La prioridad era hacernos salir sin que nadie cayera al agua. En la nave, la tripulación nos sostenía y nos indicaba; en tierra firme, parte del equipo de béisbol de la Isla -que viajaba a La Habana también y acababa de ganar la subserie a Sancti Spíritus, dicho sea de paso- nos esperaba para sostenernos. "Separen los pies, caminen firme y rápido. ¡Ahora, que se calmó un poco!".
Y salí. No había tiempo para pensar, reaccionar, ni siquiera para temer. Había que salir. Ahora, cuando el susto pasó, pienso en Pedro, aquel discípulo de Jesús que caminó sobre la tormenta, y entiendo mucho mejor ese mensaje. Hay momentos en la vida que no tienen vuelta atrás. La única posibilidad es caminar sobre la tormenta y confiar que llegarás a tierra firme, que habrá unos brazos esperando para sostenerte y que caminar por fe te hará llegar a puerto seguro, aunque el barco hoy se tambalee.
Dios provea en nuestras vidas tripulación como la que nos guió hoy: confiable, que acompaña, que ofrece seguridad en medio de la tormenta. Mis aplausos y mi agradecimiento para ese equipo del capitán Félix.
PD: Después de esto, jamás me volveré a quejar porque suspendan la transportación marítima. ¡ES NECESARIO! Caminamos sobre la tormenta
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.