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viernes, 22 de noviembre de 2024

Campaña de Alfabetización en Cuba: Experiencias para el presente

Entrevista con Nidia González, presidenta de honor del Consejo de Educación de Adultos de América Latina

Cubahora en Exclusivo 21/12/2011
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Nilda Gonzalez
Nidia González, reconocida figura del magisterio cubano

Nidia González, reconocida figura del magisterio cubano y presidenta de honor del Consejo de Educación de Adultos de América Latina, consideró la Campaña de Alfabetización de 1961 como un momento de gran trascendencia histórica.

Luego de 56 años dedicados a la educación, la también presidenta de honor de la Asociación de Pedagogos de Cuba comentó a Prensa Latina que las experiencias salidas del aquel acontecimiento pueden ser útiles para todo el proceso cubano.

Graduada de maestra en 1956, en la occidental provincia de Pinar del Río, inició su vida laboral como profesora sustituta de escuelas rurales, en las cuales pudo entrar en contacto con el campesinado cubano y la difícil situación en la que este se encontraba.

Al triunfo de la Revolución cubana en 1959, vivían en el país un millón 32 mil 849 personas -23,6 por ciento de la población- que no sabían leer ni escribir, y en las zonas rurales era más crítica esa realidad, pues existía un 41,7 por ciento de analfabetismo.

En 1961, cuando comenzó la campaña que redujo la tasa de analfabetismo a menos del cuatro por ciento, González ejercía el magisterio en el poblado pinareño de Ovas, y desde allí se incorporó a las tareas de la gesta educacional como asesora técnica.

Mi trabajo consistía en ubicar a los alfabetizadores en las casas de los campesinos, hacer el censo de los analfabetos del lugar, ayudar a los maestros voluntarios y realizar cualquier actividad organizativa, precisó.

En 2009, recordó, nos reunimos un grupo de participantes en la campaña -en la que se enrolaron más de 300 mil cubanos entre alfabetizadores populares, brigadistas y maestros-, para realizar una jornada de reflexión sobre los aprendizajes de la gesta.

Según la profesora, los asistentes al encuentro compartieron diversas impresiones sobre los acontecimientos, pero todos coincidieron en apuntar que el éxito de la alfabetización se debió, sobre todo, al apoyo de la familia cubana.

De las más de 979 mil 207 personas analfabetas existentes en Cuba, aprendieron a leer y escribir 707 mil 212, empeño conseguido en un poco más de un año y que fue posible, en primer lugar, por el apoyo y el esfuerzo del pueblo, afirmó.

La familia constituyó el principal sustento de la epopeya, valoró, porque en sus núcleos acogieron a los alfabetizadores, en muchos casos niños, y permitieron que estos llevaran la educación hasta todos los hogares.

Desde el punto de vista de la pedagoga, esa es una de las enseñanzas más importantes de la campaña para la actualidad, porque demuestra que en todo proceso pedagógico la interacción del maestro con la familia representa un paso imprescindible.

Para asumir toda obra educativa, reflexionó, es necesario sostener un diálogo permanente de la escuela con la familia, en el cual se compartan experiencias sobre las posturas y conductas que exigen los alumnos según sus edades.

La educación del niño debe consensuarse, tiene que existir una sincronía entre las enseñanzas del hogar y las transmitidas en los centros de estudio, pues de ello depende su formación como futuro ciudadano, estimó.

Al decir de González, otro de los legados de la empresa alfabetizadora radica en la vinculación del proceso de aprendizaje con la situación política y social del momento, de manera que los estudiantes tuvieran una mayor comprensión de los cambios del país.

Autora de numerosos libros y publicaciones sobre pedagogía, y directora de proyectos como el de Educación Popular Comunitaria Graciela Bustillos, acumula además una amplia experiencia sobre la educación en América Latina.

Entre Cuba y América Latina existe una situación muy diferente desde el punto de vista educativo, pues en el resto del continente persiste una enseñanza muy privatizada y dada a la exclusión de las clases pobres, consideró.

Al decir de González, eso crea un contraste con la nación caribeña, donde se garantiza la masificación y gratuidad del aprendizaje, a la vez que se vincula el estudio con la práctica.

Los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), expresó, han tenido un desarrollo importante en los últimos años, y ya se están viendo los resultados de ese esfuerzo educativo.

De cualquier modo, tanto en América Latina como en Cuba es necesaria la aplicación de nuevas prácticas, donde la enseñanza tenga la calidad requerida y una coherencia mayor con los principios que sueñan nuestros pueblos, estimó.

González sostuvo el criterio de que no se puede formar el hombre nuevo con moldes pedagógicos viejos, de los que surjan personas repetitivas, incapaces de asumir búsquedas y dialogar.

Solamente tendremos ciudadanos democráticos, creativos y conscientes si les compartimos métodos de enseñanza participativa, diferentes a la tradición vertical y autoritaria, aseguró.

La destacada educadora aseveró que rememorar un acontecimiento como la Campaña de Alfabetización puede ser un ejercicio muy útil para repensar las formas de asumir el presente y sus demandas.

Una de las enseñanzas de ese acontecimiento para la actualidad es la importancia de rescatar el prestigio del maestro como sujeto social de respeto, que puede constituir una fuente de información confiable en la comunidad, manifestó.

Para González, quien comparte el criterio del educador brasileño Paulo Freire cuando expresó que "el mundo no es, está siendo", corresponde a la educación garantizar un futuro de ciudadanos plenos, críticos de su realidad y con la capacidad de cambiarla.


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