Hay estudios que critican la electricidad soterrada. Sí, los hay. Que critican su alto precio. Estudios que consideran la creación de estos sistemas extremadamente caros. Incluso, se dice por ahí, su precio es 10 veces mayor que los simples postes ya conocidos.
Esos detallados informes reprochan el hecho de que arreglar una falla en ese sistema se vuelve engorroso. Es verdad, hay menos fallas, pero cuando ocurre una no hay forma simple de encontrarla, y cuando la encuentran… toca romper calles. ¡Y cuidado con seguir rompiendo calles!
¡Ah! Pero en esto último los postes ejercen como su propio anfitrión y verdugo. Arreglar una falla del tendido eléctrico es fácil, muy fácil (en comparación). Pero a la vez, esas fallas son el pan nuestro de cada día. No hay, siquiera, que aclararlo. El propio hecho de existir a la intemperie le ofrece su kit de ventajas y desventajas.
Y vuelven los estudios a criticar al sistema soterrado. Vuelven sobre el tema del precio y de las fallas. Tras explicar sus ventajas y desventajas aseguran que la razón número uno por las cuales ciudades enteras han escogido este sistema resulta la “estética”. Que han decidido deshacerse del laberinto de cables creado por el desarrollo energético.
Así, dejan bien en negritas, entre las desventajas del tendido eléctrico aéreo, su bajo valor estético. Y así, monto en cólera. No porque me oponga, entiendo sus razones, pero me atrapa el barroco de tanto cable junto. De los zapatos ejerciendo presión sobre cada línea. Del cielo interrumpido ante tantas rayas.
Y este encanto no lo tiene un cable bajo tierra. Quizás los topos sepan admirar esa otra belleza, pero mi cámara no. Así que yo me quedo admirando aquello que mi cámara tiene la capacidad de ver.
Existen varios tipos de postes eléctricos. Pueden ser de madera, de fibra de vidrio, de concreto, y de acero.
¡Ah! Y las torres.
Esta fotografía ya fue parte de un trabajo anterior en nuestro medio, pero fue tomada como parte del amor a los cables y a la recuperación de la provincia de Pinar de Río.
Un barrio cualquiera de La Habana
: Ese barroco en su esplendor.
Si esto no es moldear el paisaje… nada lo es.
Nuestro postes favoritos, entre los cubanos, son la madera y el concreto. Mientras que el primero es muy barato de construir el segundo tiene una vida útil de 50 años y sufre menos por las condiciones del clima.
Una última oración para dedicarle a todos esos tendidos eléctricos aéreos que han sido convertidos en soterrados.
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