A poco más de un mes de las elecciones presidenciales en México, y aunque aparece en las encuestas como favorito, el candidato de la derecha Enrique Peña Nieto puede sufrir un severo revés si el movimiento juvenil ahora en las calles pone un freno a sus pretensiones y favorece al postulado de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
Varios politólogos mexicanos coinciden en que aunque Peña Nieto, el postulado de Estados Unidos aparece con 10 puntos de ventaja sobre López Obrador —quien se presenta por segunda vez y perdió hace seis años por medio punto porcentual frente a Felipe Calderón- la distancia entre ambos puede reducirse de manera notable y cambiar completamente el escenario.
El candidato de los conservadores representando a la coalición Compromiso por México (Partido Revolucionario Institucional-Verde Ecologista) basa su campaña en la desinformación en los medios de comunicación que maneja, aprovechando la despolitización de millones de mexicanos que de manera tradicional votan por esa agrupación o por el PAN, los históricos en el gobierno.
Peor aún le iría a México el próximo sexenio si gana este político considerado responsable de la masacre de los campesinos y vecinos de Atenco, un violador de los derechos humanos que no enfrentará al narcotráfico ni a la corrupción, e incluso facilitará aún más la presencia norteamericana en su sufrido país, considerado un apéndice colonial de la Casa Blanca, según entienden politólogos méxicanos.
El segundo en la preferencia popular, a pesar de la fuerte campaña mediática en su contra, y el único que exige en su programa cambios estructurales en la economía y la sociedad es Andrés Manuel López Obrador, postulado por el Partido de la Revolución Democrático del Trabajo-Movimiento Ciudadano.
Le siguen Josefina Vázquez Mota, del oficialista Partido Acción Democrática, defensora acérrima de Calderón, y Gabriel Quadri, del Partido Nueva Alianza, sin muchas posibilidades en las urnas.
La ciudadanía mexicana pobre —que es la mayoría- tiene en la época de las elecciones la esperanza de que su voto sea reciprocado por alguna recompensa personal —que van desde la posibilidad de un empleo en momentos de crisis, hasta una cama hospitalaria o la escuela para los hijos-, y por ello, aunque hay un gran abstencionismo, se acercan a las urnas. El 1 de julio están convocados 80 millones de ciudadanos a ejercer su derecho al voto.
Hay que considerar en torno a este acontecimiento, que el pueblo mexicano sufre una crisis de emergencia nacional, ante la desestructuración del Estado, con altos niveles de hambruna y pobreza (30% de la población) y la destrucción del medio ambiente, dada la política de saqueo y extracción de recursos naturales aprobada por Calderón y su gabinete, y sus antecesores.
Otro aspecto a tener en cuenta y que favorece a la derecha es el abstencionismo de millones de personas debido a dificultades en la transportación hasta el más cercano Colegio Electoral o porque no encuentran en los políticos tradicionales una esperanza para mejorar su calidad de vida, reducida en los últimos años tras la firma del Tratado de Libre Comercio de México con Estados Unidos y Canadá (TLCAN) y 30 años de continua política neoliberal.
MOVILIZACIONES POPULARES PUEDEN HACER LA DIFERENCIA
Hay muchas interrogantes en el escenario mexicano. El presidente Felipe Calderón deja tras seis años de mandato 60 mil muertos, 20 mil desaparecidos y miles de mutilados a consecuencia de la impunidad con que actúa el narcotráfico y sus luchas intestinas por el control de la droga que viaja hacia Estados Unidos, el mayor consumidor de estupefacientes del mundo.
Para muchos especialistas, la situación en México puede catalogarse de desastre y emergencia nacional, por lo que las recientes movilizaciones de la juventud mexicana — 15 mil de ellos, acompañados por intelectuales y trabajadores ocuparon La Reforma- en contra del candidato Peña Nieto, los medios de comunicación que realizan su campaña y su programa de gobierno.
Lo ocurrido en distintas ciudades mexicanas entre el 15 y el 18 de este mes ha dejado como saldo conocer que en el país de los antiguos aztecas hay mucho potencial para cambiar el panorama político.
Grupos de jóvenes de diferentes sectores —incluso desempleados- sostuvieron un encuentro en el Segundo Campamento de Jóvenes ante la emergencia nacional, en las inmediaciones del Consejo Coordinador Obrero Popular en el estado de Durango. Los participantes en la reunión —más de 300- representaban a diferentes organizaciones y asociaciones de 10 estados del país.
Esa no fue la primera cita de esas entidades juveniles, que pretenden ocupar espacios de diálogo y buscar alternativas al sombrío panorama nacional. Es decir, es un movimiento que primero logró la coordinación y el consenso para designar al país en emergencia y desastre nacional, y avanzar rápidamente en la organización nacional de la nueva entidad.
Esta naciente alternativa política funcionará, según acordaron, como una red de redes o espacio común de discusiones, capaz de movilizarse en distintos lugares del país en solo horas. En noviembre realizarán un tercer encuentro.
¿Qué pretenden los jóvenes, cuyos votos pueden ser decisivos en las próximas elecciones presidenciales, e incluso pueden incidir en el eventual triunfo de López Obrador?.
Entre los objetivos planteados están la recuperación de espacios públicos de discusión, defensa del territorio nacional del narcotráfico y otras lacras, exigencia de paz, justicia y dignidad para toda la población, defensa de la soberanía nacional y del medio ambiente, recuperación de la cultura y el arte como elementos del desarrollo humano.
De lo que se trata es de materializar un movimiento nacional pacífico que buscará contrarrestar el desastre y la emergencia nacional en que viven los mexicanos y una nación que sufre la devastación de una guerra interna, aun cuando no gane la izquierda.
Habría que observar hacia donde se dirige este incipiente movimiento con relación a los comicios presidenciales, pues sus propósitos solo tienen puntos de coincidencia con lo que plantea en su campaña López Obrador.
El candidato de la izquierda sufre en estos momentos continuos sabotajes de los grupos de poder, pero la situación podría cambiar sustancialmente si la juventud y los trabajadores le apoyasen públicamente.
INCIDENCIA DE LA JUVENTUD EN LAS ELECCIONES
Los jóvenes mexicanos entran en la contienda electoral con sus protestas y manifestaciones casi a finales de la campaña, pero sin dudas, y si se unen a López Obrador, un hombre receptivo para las alianzas, pueden cambiar de forma radical el actual panorama electoral, ya que representan 14 millones de votantes.
De hecho, ellos constituyen casi el 30% del padrón de posibles votantes hasta los 29 años, y el 1 de julio lo harán por primera vez tres millones 400 mil jóvenes de entre 18 y 19 años. Otros 10 millones están en esa misma circunstancia, al tener entre 20 y 23 años.
Para que se considere la importancia de estas cifras, baste recordar que Calderón fue el ganador en el 2006 con 15 millones de simpatizantes solamente.
El rechazo de la juventud a Peña Nieto y a los medios de comunicación que lo apoyan, como Televisa, TV Azteca, y Radio Fórmula, tergiversadores de la verdad mexicana, debe reflejarse en los sufragios con una mayor participación de ese importante sector de la sociedad.
Los próximos días pueden ser decisivos en la contienda electoral en México.
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