El 7 de abril de 1930 Santiago de Cuba la vio nacer y con el pasar de los años y por su excepcional trayectoria revolucionaria en defensa de su país la vio convertirse en un paradigma de las nuevas generaciones de mujeres de la Cuba de hoy.
Su ejemplo de modestia, honestidad y solidaridad se fraguaron en ella como sólidos valores desde sus primeros años, en un ambiente familiar armónico donde imperó la comunicación.
En la Universidad de Oriente alzó su voz tanto para defender la oficialización del recinto de altos estudios, como para integrar la coral universitaria y matriculó para graduarse como una de las dos primeras ingenieras en Química Industrial en Cuba.
Las calles de Santiago de Cuba conocieron de su intensa labor clandestina. Desde aquí, Vilma, en compañía de Frank País, visitó a las guerrillas de la Sierra Maestra, a las cuales apoyó de forma efectiva.
Luego del triunfo de la Revolución, Vilma desempeñó diversas tareas hasta su designación como Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), responsabilidad en la que se consagró como defensora de los derechos de las féminas a nivel nacional, continental y mundial, hasta la hora de su desaparición física.
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