Los sucesos del Cuartel Moncada en Santiago de Cuba y el Céspedes en Bayamo el 26 de julio de 1953, marcaron un momento de giro profundo en la historia nacional. Los hechos de esos días han sido narrados por historiadores y testigos, que han aportado información muy valiosa, en correspondencia con la importancia de la fecha. Si bien no se logró ese día el objetivo de tomar los cuarteles para iniciar un gran movimiento popular frente a la tiranía batistiana, el impacto de ese acontecer y lo que le acompañaba marcaría un nuevo devenir para la Cuba de entonces, cuya hondura se proyecta a nuestro presente.
Lo primero a resaltar radica en la concepción de aquel suceso: no se trataba de un golpe militar más, sino de toda una concepción programática que comenzaba a aplicarse ese día. Se realizaba una acción en función de llamar al pueblo a la lucha a partir de disponer de las armas necesarias; por tanto, no sería un grupo sino un pueblo luchando ante la profunda crisis que vivía la sociedad cubana, con vistas a transformarla. Este es otro de los aspectos que deben resaltarse.
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El asalto a los cuarteles se acompañaba de un programa revolucionario, transformador de la sociedad, cuyos hilos fundamentales se darían a conocer una vez tomadas las instalaciones como parte del llamamiento al pueblo para participar en aquella lucha. Es decir, el objetivo no se circunscribía a derrocar al tirano, sino que había una concepción programática muy importante, aunque en el Manifiesto del Moncada no se tratara exhaustivamente, sino solo en sus líneas generales. La explicación detallada se conoció después, cuando Fidel Castro pronunció su discurso de autodefensa en el juicio que se le siguió, junto a sus compañeros. Este programa sería de profunda trascendencia para la incorporación popular.
Cuando los partidos políticos de oposición planteaban la celebración de elecciones como vía de solución en lo fundamental, el Manifiesto del Moncada ofrecía otra perspectiva, pues afirmaba el propósito de “proseguir la revolución inacabada” que remitía a Céspedes, Martí, Guiteras y Chibás. Es decir, retomaba la tradición revolucionaria actualizada, según afirma, por los que en el siglo XX asumieron liderazgos, en este caso desde el antimperialismo de Guiteras y la lucha cívica de Chibás. Afirmaba que la revolución aún no había triunfado, pero triunfaría. Era un nuevo lenguaje en aquel contexto que tendría precisiones programáticas fundamentales en “La historia me absolverá”.
“La historia me absolverá”. (Tomada del Archivo Granma)
Fidel expuso en su alegato los problemas esenciales que debía resolver la Revolución: la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud, al tiempo que definía las fuerzas con que contaba para la lucha, al describir a los sectores populares que serían los dispuestos a combatir. Esta caracterización de problemas y fuerzas capaces de asumir la vanguardia en la lucha que comenzaba estaba afirmada en la situación de la sociedad cubana de entonces, más allá de factores coyunturales como el golpe de Estado y la represión establecida, que por sí ya era un asunto grave, pero que se insertaba en conflictos de mayor profundidad.
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Ese año 1953, el Censo de población mostraba que el 23,59% del total de la población de 10 años y más era analfabeta, con una mayor concentración en las zonas rurales, donde el por ciento era de 41,7, mientras la cifra de niños que no asistían a la escuela era muy alarmante: en los niños de 7 años era el 50,69%, y así se mostraba en todas las edades escolares, con una mayoría en las áreas rurales. En las personas mayores de 6 años, el 30,86% no tenía ningún grado aprobado, al tiempo que los problemas de desempleo eran muy fuertes pues de 3 828 464 personas en edad laboral, 1 856 198 estaban inactivos, em lo cual las mujeres tenían la peor posición pues solo representaban el 13,7% del total de activos, mientras entre los profesionales y técnicos eran el 13% y entre gerentes, administradores y directores eran el 0,53%. Estos problemas se reflejaban también en las condiciones de las viviendas: el 37,2% habitaba en viviendas de hojas de palma en las zonas urbanas y el 78,2% en las rurales, donde el 87,9% no tenía baño o ducha y el 90,6% carecía de refrigerador o nevera. Esas condiciones de vida eran también resultado de los problemas del latifundio y de la estructura monoproductora y monoexportadora de una economía dependiente de la relación neocolonial con los Estados Unidos.
La exposición sumaria de la situación de la sociedad cubana en 1953, a lo que habría que añadir los escandalosos problemas de corrupción del aparato estatal, permite entender la importancia del programa que planteaba la nueva vanguardia revolucionaria que se proyectó el 26 de julio de 1953. Se trataba de un programa que apuntaba a problemas fundamentales, de ahí que “La historia me absolverá” se convirtiera en un factor importante para la movilización masiva en respaldo a la dirección que lo enarbolaba y que estaba al frente de los combates.
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Raúl junto a otros detenidos por los sucesos del Moncada. (Tomada de Verde Olivo)
El 15 de octubre de 1960, Fidel anunció que, en lo fundamental, se había cumplido el programa del Moncada, pero también explicó que la Revolución no podía detenerse por lo que entraba en una nueva etapa. Sin dudas, lo sucesos del Moncada y el Céspedes significaron la apertura hacia la solución de los problemas fundamentales de la sociedad cubana de entonces, sumergida en una crisis sistémica profunda, y destacó a la vanguardia que estaría al frente de la lucha por su realización. Esto explica por qué, a pesar de los horrores de las torturas y los asesinatos que desató la tiranía, tiene razón el Grupo Moncada cuando canta que “el 26 es el día más alegre de la historia.”
Carlos de New York City
26/7/21 10:08
! FELICIDADES CUBA Y AL PUEBLO CUBANO POR ESTE DIA 26 DE JULIO !
" NUNCA PODRIAMOS AUNQUE EL MIEDO NOS MATE POR DENTRO DE EXCLAMAR NUESTRA VERDAD Y EL SENTIMIENTO EN RECONOCERLA " Carlos de New York City
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