//

martes, 5 de noviembre de 2024

Perucho Figueredo, un mambí de vencer o morir

El compositor del Himno Nacional, La Bayamesa, dejó un legado histórico para todos los cubanos...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 29/07/2014
2 comentarios

Apenas habían transcurrido nueve días del revés militar en Yara, el 11 de octubre de 1868, y los cubanos ya se apuntaban su primera gran victoria: la toma de Bayamo. Se engalanaron balcones y ventanas de la ciudad, y el pueblo se lanzó a las calles para festejar el triunfo.

La victoriosa tropa insurrecta organizó un desfile: al frente iba Canducha Figueredo, vestida de libertadora, portando la bandera del 10 de Octubre, escoltada por su padre, Perucho, y por Carlos Manuel de Céspedes. Detrás marchaban, entre otros, Maceo Osorio, Luis Marcano, Donato Mármol y José Joaquín Palma.

La multitud, emocionada, tarareaba el himno guerrero compuesto por Figueredo unos meses antes. Primero, una voz aislada; luego, un clamor unánime, empezó a pedirle la letra del Himno.

Apremiado por sus coterráneos, aún sobre la cabalgadura, lápiz en ristre, Perucho comenzó a improvisar en un papel unas estrofas: Al combate, corred, bayameses/ que la Patria os contempla orgullosa./ No temáis una muerte gloriosa,/ que morir por la Patria es vivir...

Al terminar la redacción, le arrebataron el papel de las manos. Decenas de lápiz surgieron de la nada y se multiplicaron las copias. Un antiguo esclavo, devenido ciudadano, las repartió entre la multitud. Doce muchachas, junto a la hoy Catedral, rompen a cantar el Himno, coreadas por la muchedumbre.

Varios patriotas, encabezados por el mismísimo Céspedes, lanzaron su sombrero al aire y un grito unánime se adueñó de la plaza: “¡Viva Bayamo! ¡Viva Cuba Libre!”.

Mayor general mambí

Pedro Figueredo Cisneros, Perucho, nació en Bayamo el 29 de julio de 1819. Desde pequeño tuvo inclinaciones por la música. Su otro gran amor fue la independencia de Cuba por lo que su casa devino centro principal de las conspiraciones separatistas en su ciudad natal.

En su hogar, donde hoy se halla el Correo, frente a la Plaza de la Revolución bayamesa, se constituyó el 14 de agosto de 1867 el Comité Revolucionario de la localidad, en el cual asumió el cargo de vocal. Dada su afición por la música, sus compañeros le dijeron: “Ahora te toca a ti componer nuestra Marsellesa”.

Con la ayuda del maestro Manuel Muñoz Cedeño, quien hizo la orquestación, concertó los compases de lo que luego sería el Himno Nacional. Cuando tiempo más tarde lo estrenaron en una ceremonia religiosa, el gobernador español Udaeta exclamó que aquello parecía más bien una marcha patriótica.

Perucho asistió en representación de los patriotas bayameses a las reuniones de San Miguel de Rompe (4 de agosto de 1868) y de la hacienda Muñoz (1º de septiembre siguiente) en las que se debatió sobre la preparación de la guerra.

No más supo que el 10 de octubre de 1868 el propietario del ingenio Demajagua había proclamado la independencia de Cuba, Figueredo reunió a sus más allegados y se dispuso a incorporarse a la insurrección. Entonces le oyeron decir: "Me uniré a Céspedes y con él he de marchar a la gloria o al cadalso".

El 17 de octubre de 1868 se sumó con sus hombres a la tropa del Padre de la Patria, quien le confirió el grado de teniente general y jefe del Estado Mayor, bajo las órdenes del también teniente general Luis Marcano. Junto con ellos dos participó en la toma de Bayamo.

La Asambleade Guáimaro, en su sesión del 11 de abril de 1869, le designó subsecretario de la guerra del primer gobierno de la República de Cuba en Armas, con el grado de mayor general. También se desempeñó como jefe de despacho del presidente Céspedes.

Convaleciente de fiebre tifoidea, Perucho se hallaba en la finca Santa Rosa de Cabaniguao, en Las Tunas, cuando una tropa española, el 12 de agosto de 1870, asaltó de improviso la hacienda y lo hizo prisionero. Estaba tan enfermo que apenas pudo defenderse.

Trasladado en parrillas a Santiago de Cuba, así estaba su salud de deteriorada, el juicio a que lo sometieron fue una farsa, ya estaba dictada la sentencia de muerte. Solo sentía, dijo a sus jueces, "no poder gozar con mis hermanos la gloriosa obra de redención que había imaginado y que se encuentra ya en sus comienzos".

Cuba está ya perdida para España, les expresó con profunda convicción, "el derramamiento de sangre que hacen ustedes es inútil y ya es hora de que reconozcan su error".

Lo fusilaron el 17 de agosto de 1870. Ante el pelotón, Perucho Figueredo tuvo aún fuerzas para cantar: "(…) que morir por la Patria es vivir".


Compartir

Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.

Se han publicado 2 comentarios


Rafael/Chang Ka
 10/8/14 20:37

Solo aclarar, que el comité revolucionario se constituyo en la Logia de manzanillo donde este y otros insignes patriotas pertenecientes a esta institución fundaron el mismo y prepararon el alzamiento que después devino en el 10 de Octubre de 1868 en la Damajagua, ese es como otros muchos errores reflejados por algunos libros de historia errados. Recomiendo lea las notas históricas y publicaciones de Torres Cuevas que aclaran muchas de estas.

 

cubanita soy
 29/7/14 11:02

Perucho hizo un himno que mostraba el deseo de independencia de los mártires cubanos

Deja tu comentario

Condición de protección de datos