El 2 de diciembre de 1956 arribaba a las costas de Cuba, por Las Coloradas, en Oriente, el yate Granma con sus 82 expedicionarios, quienes, con Fidel al frente, venían a cumplir la palabra empeñada de, en 1956: ¡Ser libres o mártires!
Atrás quedaban meses de intensa preparación, acopio de recursos, burlar el asedio de la policía de Batista, esperar por los compañeros presos, las vicisitudes del mal tiempo en un mar Caribe embravecido, los minutos de angustia por salvar la vida del cabo Roque, quien cayó al mar y sobrevivió gracias a la voluntad y convicción de Fidel de no dejar a nadie abandonado, sin ayuda.
Por delante, todo por hacer y una tiranía sangrienta por derrotar. Algo más de dos años de intenso batallar por ver libre a Cuba, cuya etapa guerrillera culminaría con el triunfo de la Revolución, el 1.o de enero de 1959.
Entre aquellos 82 hombres enrolados en el Granma estaban tres hijos de Villa Clara: el placeteño Eduardo Reyes Canto, el caibarienense Luis Arcos Bergnes y un hijo de Calabazar de Sagua, Pablo Díaz González, quien resultara el único de los sobrevivientes. Sobre este hombre humilde, de piel negra y nacido en un poblado pequeño —aledaño a la Encrucijada de Jesús Menéndez y los hermanos Santamaría Cuadrado—, un sobrino suyo, Aleido Cabrera Díaz, por intermedio del colega Alberto González Rivero, rememora anécdotas del tío, quien pudo sobrevivir a los días de Alegría de Pío, marchar al exilio y reincorporarse a las tareas de la Revolución hasta su muerte, el 8 de septiembre de 1992, a los 80 años de edad.
Aleido Cabrera Díaz, quien atesora anécdotas poco conocidas de su tío Pablo, quien fuera un revolucionario íntegro al servicio de la Patria. (Foto: Cortesía de Alberto González Rivero)
“Mi tío Pablo nació el 29 de junio de 1912, en la finca Manuelita, Calabazar de Sagua. Realmente ellos quedan huérfanos desde muy pequeños, él tenía 13 años y mi mamá 7. A Pablo lo cría su madrina en Camagüey y desde bien joven se incorpora a las luchas contra la tiranía de Gerardo Machado en los años 30.
”Por esas labores revolucionarias, y ya viviendo en La Habana, donde forma su familia, tiene que abandonar Cuba junto a su esposa e hijo y marchar hacia el exilio en Estados Unidos.
El expedicionario villaclareño Pablo Díaz González estuvo con Fidel y Universo Sánchez luego del combate de Alegría de Pío, hasta que los perdió de vista. (Tomada de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado)
”Varios moncadistas y expedicionarios del yate Granma que visitaban Encrucijada, cuando yo ocupaba el cargo de presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), como Pedro Trigo, me refirieron que en un recorrido por varias ciudades de Estados Unidos, organizando la futura expedición del Granma, Fidel hace contacto con ese grupo de emigrantes cubanos que luchaban contra la dictadura de Batista, se entrevista con Pablo y lo designa Delegado del Movimiento 26 de Julio en Nueva York.
”Y en la revista Verde Olivo, el propio Pablo recordaba que cuando Fidel preparaba la futura expedición le pregunta por Camilo, recién llegado a México, sin recomendación alguna: ‘¿Tú conoces a un tal Cienfuegos?’ Y Pablo le dice: ‘El único Cienfuegos que yo conocí fue a Camilo, pero hace más de un año que no lo veo; cuando aquello era bueno, no sé ahora’. Y que él, Pablo, se puso muy contento cuando vio a Camilo en un camión que iba para los campos de entrenamiento en los días previos a la salida del Granma hacia Cuba.
”Al frente de la expedición vendría Fidel, con Juan Manuel Márquez como segundo al mando, el Che, en su condición de médico, como Jefe de Sanidad, y mi tío Pablo, como Jefe de la Intendencia”.
El bautismo de fuego de los bisoños expedicionarios se produjo tres días después del desembarco, en Alegría de Pío, donde fueron sorprendidos y dispersados por el ejército de Batista. Al respecto, el calabaceño Aleido Cabrera Díaz rememora cómo Pablo salvó la vida y llegó hasta casa de su mamá, para luego marchar hacia La Habana y, de ahí, otra vez, al exilio de Nueva York hasta el triunfo del 1.o de enero de 1959, cuando regresaría definitivamente a Cuba:
“Una vez que son sorprendidos en Alegría de Pío, Pablo es del grupo que queda regado por la Sierra Maestra y logra burlar el cerco de los soldados de la tiranía. Él llevaba muchos años emigrado en los Estados Unidos y dominaba el inglés. Entonces, por su físico, pues Pablo era un negro prieto, grande, se hizo pasar por uno de los jamaiquinos que vivían por la zona. Compró unos billetes de lotería a un vendedor, que antes existían en los campos, y hablando un poco inglés, un poco español, e imitando a un jamaiquino, logró burlar el cerco. Incluso, les vendió billetes de la Lotería Nacional a algunos soldados.
”Pablo llega a Calabazar de Sagua primero, antes de seguir viaje para La Habana. Recuerdo la pistola que se le quedó en el guano de nuestra vivienda y tuvo que regresar a buscarla. Él vino a Calabazar también a buscar su inscripción de nacimiento, inscripto en el registro civil de Viana, y de aquí va para Santa Clara, porque era muy conocido y muy perseguido por los sicarios de la dictadura, en viaje hacia la capital. Luego regresó a los Estados Unidos hasta que triunfa la Revolución”.
Para finalizar su diálogo, Aleido recuerda una anécdota del Che, quien fuera el primer expedicionario enrolado en la utopía del Granma, la cual corrobora el apego siempre a la verdad del Comandante Guevara y que involucra a Pablo Díaz.
“Se trata de una carta del Che a Pablo, a propósito de un artículo publicado por mi tío en un medio de prensa cubano: ‘Compañero Pablo Díaz González, administrador de la cuenca petrolera de Majagua, en Camagüey. Pablo, leí tu artículo, debo agradecerte lo bien que en él me tratas, creo que tú también te tratas demasiado bien. Lo primero que debe hacer un revolucionario que escribe historia es ceñirse a la verdad como un guante a un dedo. Tú lo hiciste, pero el guante era de boxeo, así no se vale, escucha mi consejo: relee de nuevo el artículo, quítale todo lo que tú sepas que no es verdad, y ten cuidado con lo que a ti te consta que es verdad. Comandante Ernesto Che Guevara’”.
De esa manera se inicia la forja del Ejército Rebelde, del cual Pablo Díaz González fuera fundador, y a 65 años de aquellos acontecimientos conviene rememorar los sucesos que marcaron el reinicio de la lucha armada en Cuba y que hoy nos sirven de ejemplo para sobreponernos a las adversidades y continuar con la misma convicción de entonces de ser libres o morir por la patria, conquistada con tanto esfuerzo y sangre derramada.
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