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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Nadie tiene que juzgar a Martí

A 121 años de la caída en combate del Apóstol, intentamos ofrecer luces sobre la posible paternidad de María Mantilla...

En una carta de marzo de 1895 José Martí le prometió a María Mantilla que viajaría con ella a París, si llegaba a salir vivo de la guerra. El desenlace trágico del Apóstol, apenas dos meses más tarde, no permitió jamás el viaje de ambos a la capital francesa. Martí murió y María quedó a la espera, sabe Dios con qué tristeza incontenible.

Casualmente, uno de los investigadores más desprejuiciados de la vida y la obra de José Martí, vuela hacia París. Yamil Díaz, el escritor y periodista santaclareño ganador del premio de ensayo de la Casa Víctor Hugo*, marcha conmovido por la tragedia martiana. Yamil cruza el mar atando los recuerdos posibles de un viaje que nunca se produjo. Y acaso en París, intentará reunir a Martí y María, quienes fueron, según él, padre e hija.

«Además de su ahijada o de su “hija espiritual”, María Mantilla fue la hija biológica de José Martí», define el reconocido investigador. Y con esa certidumbre fundada en la investigación, Yamil acudió hace pocos años al antropólogo, médico legal, historiador, arqueólogo y escritor matancero Ercilio Vento, creador de un instrumento científico empleado para dilucidar casos de filiación a partir del análisis comparativo de imágenes: la prueba morfológica y antropométrica.

«Entonces, un montón de fotos […] viajaron de Santa Clara a Matanzas. Y, en intensas jornadas, el apasionado científico buscó en los ojos, en las manos, en los labios, en la frente de ambos la solución a ese viejo y discutido dilema. Luego de comparar 66 caracteres antropométricos en Martí y en María, estos mostraron un ¡74, 3 %! de compatibilidad…», explicó Yamil en publicaciones digitales.

Sin embargo, todavía hoy no existe consenso sobre la relación entre el Apóstol y María Mantilla. Mientras unos historiadores consideran que no se trata de un hecho trascendental y que, por lo tanto, no vale la pena esclarecer; otros apasionados de la vida y la obra martianas, como el escritor santaclareño, anhelan que desaparezca el velo de incertidumbre tendido sobre la descendencia de María.

No obstante la duda pública, Yamil está volando ahora mismo hacia París con su propia certeza. Y en breve evocará el encuentro de Martí con Víctor Hugo; atravesará el cementerio de Père Lachaise hasta la tumba de los trágicos amantes Abelardo y Eloísa, donde Martí puso su mano «fría» hace más de un siglo. Y, sin dudas, imaginará el viaje que nunca fue, padecerá la promesa irrespetada por la muerte, la promesa del padre a su hija.

—Yamil, ¿por qué algunas personas, algunos investigadores, han asumido que es profano hablar de la presumida relación filial entre José Martí y María Mantilla? ¿Es que no está bien conocer la historia tal y como aconteció?

—Bueno, parece que en Cuba existe una especie de «fundamentalismo martiano» desde el momento en que la justa devoción de todo un pueblo por la figura de su Apóstol se llenó de una especie de religiosidad. Siempre me llama la atención que nadie se sonroja ante la abundancia de hechos ajenos a la moral ortodoxa que uno encuentra en la vida de los próceres cubanos y latinoamericanos: adulterio, poligamia, hijos expósitos… Si es Céspedes, no importa. Si es Gómez, no importa. Si es Maceo, no importa. Los biógrafos pueden ofrecer la información sin miedo. Si es Bolívar, no importa: leemos el libro, vemos con gusto la película. Pero no se te ocurra sugerir que María Mantilla fue hija biológica de José Martí, porque te espera una carga de improperios.

—Si el Tribunal Supremo de Cuba validó la prueba morfológica y antropométrica del doctor Ercilio Vento, y esa prueba se emplea para dilucidar casos de filiación, ¿ahora no sería hipócrita dejar de reconocer los resultados arrojados por ese instrumento científico, solo porque inmiscuyan al Apóstol?

—Sería hipócrita, por supuesto. Mira, tuve el honor de estimular al doctor Ercilio para que hiciera la investigación y luego el privilegio de anunciar periodísticamente el resultado. Pensé entonces y sigo pensando ahora que las normas jurídicas y los métodos científicos valen igual para todos los seres humanos. Pero no sé si cumple lo mismo en el caso de algún dios; por eso no me sorprendieron algunas reacciones propias de la recepción hagiográfica: enseguida intentaron poner en tela de juicio el método investigativo desarrollado por Ercilio. De todos modos, no podemos aspirar a que la breve entrevista que le hice a este notable antropólogo y médico legal o a que el artículo que publiqué sobre el mismo tema, logren cambiar de golpe y porrazo la opinión de la gente. Es necesario que se publique el libro de Vento «María Mantilla: la verdad escondida». Luego, que cada quien saque sus conclusiones.

—¿Cómo podría realizarse la prueba definitiva, es decir, el examen de ADN?

—Técnicamente es viable realizar una prueba de ADN que permita comparar, digamos, muestras de un descendiente indudable de Martí con uno de María Mantilla para determinar si existe compatibilidad. Se trata de un tema apasionante del que, por el momento, no me es posible ofrecer más información.

—¿Y si el examen probara que no existe tal relación filial entre Martí y María? ¿No te asusta estar equivocado?

—Si estuviera en mis manos obtener, a través de un examen de ADN, la prueba definitiva de que ella fue o de que no fue su hija, ten por seguro que seré el primero en difundir los resultados. No he entrado en esa polémica por vanidad, sino por amor a la verdad y al derecho sagrado que tiene cada hijo de llevar el apellido de su padre.

—Más allá de la confirmación necesaria que esperamos, tenemos la seguridad de que Martí siempre sintió una gran devoción por María. Solo basta leer las cartas que le dedicó. ¿Qué condiciones históricas y sociales habrían impedido que el Apóstol reconociera el verdadero parentesco con su hija? ¿Quería Martí proteger a Carmen Miyares, la madre de María? ¿Quería protegerse a sí mismo?

—En las circunstancias en que vivieron ellos era imposible reconocer el parentesco. Para empezar, los dos estaban casados con otras personas de las que no se podían divorciar. Para que fuera más dramático, los dos tenían hijos con sus cónyuges legítimos. Haber proclamado entonces lo que a mi juicio era la verdad no les hubiese servido para ningún fin práctico y les habría traído, sin embargo, muchos contratiempos, en especial a ella. Por eso, ellos mismos destruyeron la mayoría de las evidencias escritas de su relación, como ya han precisado otros investigadores.

—Hay muchas evidencias históricas que avalan tu hipótesis: María Mantilla siempre aspiró a que se le reconociera como hija del Héroe Nacional, y anheló, además, que su descendencia llevara con orgullo el apellido Martí. Teté Bances, la nuera del Apóstol, quedó impresionada por el parecido físico entre María y Pepe. Y algunos amigos de Martí no tenían dudas de que él fuera el padre de María…

—Gonzalo de Quesada y Miranda afirma tajantemente que «los Quesada» sabían que María era su hija, con lo que habla en nombre de su padre, Gonzalo de Quesada y Aróstegui, nada menos que el secretario y uno de los hombres más cercanos a Martí. Este es un testimonio de enorme peso, que solamente por capricho se puede minimizar. Y en cuanto al parecido físico entre Pepito y María, no se trata solo de una impresión de Teté Bances: se hizo muy evidente en las comparaciones antropométricas que se harán públicas cuando se edite el libro que ya te mencioné.

—En el lado contrario, ¿hay evidencias reales que contradigan el parentesco filial entre Martí y María?

—Como en cualquier polémica, hay argumentos de las dos partes. Si calculas el tiempo transcurrido desde la llegada de Martí a Nueva York hasta el nacimiento de María, te das cuenta de que tuvo que haber un acercamiento a Carmita bastante inmediato y en condiciones, además, muy adversas. Si a eso le sumas el momento especialmente complicado por el cual él atravesaba, es normal ver difícil el parentesco, inclinarse a que no es su hija. Se trata de un suceso para el que tuvieron que conjugarse varios «poquitos»; no hablamos de un hecho a primera vista muy probable. Pero la principal bandera en contra proviene de un razonamiento moral: la idea de que Martí no hubiera sido capaz de cometer un adulterio, sobre todo después de la manera en que había fustigado a las adúlteras; se ha dicho incluso que cómo iba a perpetrar esa traición con un «amigo». Aquí falta recordar que no existe ninguna prueba de que Martí y Mantilla hayan sido exactamente amigos y menos de que lo fueran en el momento de la concepción de la niña. Se soslaya que entre los rasgos que hacen humano al ser humano está la posibilidad del pecado, porque hay fuerzas en pugna que rigen nuestro comportamiento, y no siempre prima lo racional sobre lo afectivo. Se olvida el hecho más que probado de que el Apóstol sostenía relaciones amorosas con varias mujeres a la vez y, además, de que en última instancia tenía el derecho de acogerse a su propio concepto de adulterio, no al de quienes escriben sobre él. Hay un apunte muy interesante que estuvo inédito hasta el otro día y que podría aclararnos mucho en este debate. Dice Martí que adulterio es el engaño hecho «por una mujer» (mira tú qué machismo más elegante, cómo exonera a los varones) a un esposo «apasionado, bueno, agradable, estimable, leal». Esto nos obliga a hacer otra lectura de su drama Adúltera y nos indica que, para ser fieles a la letra del Apóstol, hay que empezar por demostrar que Manuel Mantilla fue apasionado, bueno, agradable, estimable, leal, antes de acusar de adúltera a Carmita.

—Precisamente, todavía algunos historiadores pretenden probar con la ética martiana que el Apóstol no podría ser el padre biológico de María. ¿Acaso la vida de una persona, incluso la vida de nuestro Héroe Nacional, no está sujeta a situaciones paradójicas o poco probables?

—La vida de Martí no solo estuvo sujeta a situaciones paradójicas sino fundamentalmente trágicas. Si María fue su hija consanguínea, como muchos pensamos, no veo que yo ni nadie tenga por eso que juzgar a Martí ni someterlo a ese «cartabón ético» que se ha dejado prudentemente en la maleta en el caso de otros próceres, como los que ya nombré. Los primeros en juzgarlo son los que le tienen prohibido haber tenido una hija con una mujer casada, siendo casado también él: ¿qué se harían ante un examen de ADN que les desarme el argumento? Muchos se habrán convertido a posteriori en furibundos detractores de un hombre que, como cualquier otro, tenía derecho a enamorarse de una mujer prohibida o que, movido por un impulso profundamente humano, pudo caer en una situación que a los demás (y acaso a él mismo) les pareciera un acto de debilidad. Pero yo no veo en todo esto un capítulo en la historia de la ética nacional sino un acto conmovedor en la tragedia personal martiana. Mi trabajo no es juzgarlo sino mirar a su tragedia y conmoverme con él.

—Si supiéramos la verdad, si la verdad fuera afirmativa, ¿cambiaría eso la biografía de nuestro Apóstol?

—Hasta el momento no se ha establecido una verdad irrefutable, afirmativa ni negativa, que a la larga será importante, más que para Martí, para María y todos sus descendientes. Ellos por varias generaciones han reclamado el reconocimiento de un lazo consanguíneo que no les provoca vergüenza sino lógico orgullo. ¿Te imaginas que fueras hijo, nieto o bisnieto del cubano supremo y que el prójimo te prohibiera proclamarlo? Para la biografía de Pepe, el hombre íntimo, aclarar ese capítulo será un paso importante; pero para la historia del Apóstol, del ciudadano público, no representa ningún cambio esencial.


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Se han publicado 7 comentarios


Glendit@5
 21/6/16 11:27

estoy de acuerdo con maritza, marti no era solo de nosotros los cubanos, tambien era una persona que se debia a su familia, reconocida o no, y creo que mas que los que aunque lo sentimos,  no tenemos lazos consanguineos con el Apostol, es a su familia a quien le toca decidir si quieren ser reconocidos o no, es un derecho de ellos, y creo que ningun investigador, politico a abogado debe violar eso, respeto para Marti y su familia, los cubanos no vamos a ser menos martianos porque ahora nos digan que marti fue el padre de maria mantilla, lo querriamos y lo respetariamos mas, porque a pesar de no poder reconocerla, estuvo con ella siempre, guiandola y educandola

Cuco
 9/6/16 16:49

Hola una vez en una cena de trabajo en ele hotel nacional con un inversionista  extrangero de un proyecto en el que estaba inmerso y conversando con la esposa de esa persona vimos una foto del comandante che Guevara jugando golf . les confieso que  nunca ahabia visto esa foto y nunca mas la he vuelto aver pues no he regresado al hotel . esa persona se maravillo de encontrar la faceta humana de aquel gigante en una cosa tan sencilla como una foto y asi me lo dijo y yo le comente que esos gigantes tambien fueron hombres y como tal respiraban y hacian todo lo que haciamos el resto delos mortales . Marti  no deja de sorprenderme . y  solo ajustandome a lo que conozco de su vida  era  un ser humanao tan humano como el soldado español anonimo que acabo con su vida - y a que humano del genero masculino  no le gusta una mujer ,quien puede sustraerse al misterio del a vida y sus pequeñas cosas . Marti  fue demasiado grande pero tambien demasiado humano para sustraerse de las humanas conductas y  al menos a mis ojos no hay pecado en esa afirmacion me confirma solo que ese gran hombre camino y murio  en esta tierra y no es un animal de leyendas como algunos prefieren verlo   disfrute  mucho la peklicula marti el ojo del canario que nos muestra aun marti joven en pleno proceso foramtivo de su conciencia y su personlidad  pero con las cosas normales de un adolescente .  Chao

Yuniany-Baby-Yadamís
 7/6/16 10:42

Sería maravilloso poder tener la certeza absoluta de que la sangre martiana no se extinguió con la muerte de José Francisco, sino que siguió viva para orgullo de sus descendientes y de todos los que hemos anhelado verlo más que como héroe, como hombre.

Evelio F. Reyes
 6/6/16 12:05

Cuando el tema salio en el programa Todo tiene su historia del Canal Educartivo 2, inmediatamente suspendieron el programa y no salió más al aire, luego varios televidentes, entre los que me encuentro, consideramos que era un grandisimo error suspender el programa poe este artículo, solo que con no ponerlo más era sugficiente, y no quirtar el programa, por el problema del artículo y continuar la transmisión de otros, tanto fue así que al regresar al aire buen tiempo después cambiaron hasta la conductora y creo que hasta la dirección del mismo, entonces como dice el entrevistado, hablar de nuestro héroe nacional es una ofrenta cuando se trata de asuntos personales y sin embargo de otros patriotas y próceres no, Martí fue un ser humano con muchas virtudes, pero como humano también con contradicciones y situaciones propias de los humanos, no lo endiosemos, al contrario querrámolo como el Gran Humano que fue.

Cuca
 3/6/16 8:51

Creo que si Martí fuera el padre de María Mantilla eso no disminuiría para nada su figura, por el contrario, haría aún más evidente el ser humano inmenso que fue.

Fabio
 3/6/16 8:34

Bueno si ellos destruyeron todas las pruebas y no querian que se supiese, vamos a respetar la memoria de ellos y dejemos las cosas como estan a fin de cuentas nada vamos a resolver con eso ahora , fue un asunto personal asi deve quedar!!!!!!!!

MARITZA DESCHAPELLES MOREJÓN
 3/6/16 3:53

Hace varios años que la historiadora y periodista Nydia Sarabia, escribió el libro CARMEN MIYARES LA PATRIOTA DEL SILENCIO, enel que da luz acerca del tema y tengo la certeza que Yamil conoce de la gran relación que unió a Nydia con el último hijo vivo de María Mantilla Eduardo Romero, ( quien falleció hace unos pocos meses). Creo que más allá de la verdad hay que leer las cartas de Marti y las de Carmita,Miyares para sacar nuestras conclusiones. Respeto y admiro al profesor Ercilio Vento, un apasionado de la historia. Y me pregunto quién está juzgando a Marti?,Pienso que le que lo ha leído y lo conoce respetará para siempre la decisión que tomó... Sabía que en la lejana Hawaii donde vivió Eduardo la presencia de Marti está en todos los rincones del hogar y BIEN GUARDADA en el alma de la familia que él formó. Una de sus hijas se llama Marti y la otra Victoria María...Ambas veneran tanto como los cubanos al hombre que defendió en silencio lo que ahora otros pretenden sacar a la luz sin su autorización., Sabremos más de historia de Cuba. con eso?.

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