Pasadas las 5:00 de la tarde del 20 de abril de 1957, la tranquilidad de aquel sábado fue interrumpida de manera abrupta en el apartamento 201 del edificio de la calle Humboldt 7 por el tableteo de las ametralladoras y las obscenidades de una jauría de asesinos dirigidos por el capitán Esteban Ventura Novo, quienes, cual fieras sedientas de sangre, asesinaron a mansalva a cuatro revolucionarios que allí se escondían de la acrecentada represión policial después de los sucesos del 13 de marzo de 1957.
De las cuatro víctimas, dos no rebasaban la veintena de años, uno, contaba con solo 30, y el más joven aún no había cumplido los veinte: Fructuoso Rodríguez Pérez (23) (Santo Domingo, Las Villas, 3 de mayo de 1933), Juan Pedro Carbó Serviá (30) (San Juan de los Remedios, 21 de noviembre de 1926), José Machado Rodríguez (Machadito) (24) (Manzanillo, 19 septiembre 1932) y José, Joe, Westbrook Rosales (19) (La Habana, 14 septiembre 1937).
Todos eran miembros del Ejecutivo Nacional del Directorio Revolucionario, con Fructuoso Rodríguez como su secretario general, electo después de la muerte de José Antonio Echeverría, en los sucesos de Radio Reloj.
A los cuatro los acribillaron a balazos, sin darles tiempo a defenderse. Joe y Carbó murieron en el propio apartamento; en tanto, Fructuoso y Machadito se lanzaron desde una ventana hacia la planta baja, pero cayeron en el pasillo de una agencia de automóviles. Fructuoso permanecía inconsciente por el impacto de la caída y Machadito con ambos tobillos fracturados intentaba levantarse. Allí mismo fueron rematados.
- Consulte además: Los mártires de Humboldt 7
Sus cuerpos fueron arrastrados de manera inmisericorde por la escalera. La foto de un niño observando la sangre dejada por el cadáver de Juan Pedro Carbó Servía reflejó para la posteridad la bestialidad policiaca en aquel aciago Sábado Santo del 20 de abril de 1957, hace ahora 65 años.
Con Fructuoso se perdía al continuador de la línea revolucionaria marcada por José Antonio Echeverría. Un hombre vertical en su conducta, quien en pocos días, entre otras decisiones, logró reorganizar al Directorio Revolucionario, aprobar el envío de las armas rescatadas por un comando del Directorio de la acción del 13 de marzo a Fidel, y, además, crear un Frente Guerrillero en Las Villas.
Carbó y Machadito eran hombres de acción y de una valentía a toda prueba, aunque distintos en carácter, pues Carbó era impulsivo y dado a las bromas en los momentos más difíciles; en tanto, Machadito era mucho más pausado y enemigo de las jaranas y chistes en esos momentos cruciales, cuando estaba en juego la vida.
Joe, era el benjamín del grupo, con solo 19 años. Como los demás, participó en las acciones del 13 de marzo de 1957, en su caso, al lado de José Antonio en la toma de Radio Reloj. Con dotes para la escritura, de su puño y letra salió la alocución que leyera José Antonio ese día invocando la muerte del tirano Batista y llamando al pueblo a la huelga general revolucionaria. Fue el último en llegar al apartamento de Humboldt 7, pues arribó pasada la 1:00 de la tarde de ese propio 20 de abril.
Lo horrendo del crimen ocultó durante años la delación que permitió a Estaban Ventura y sus secuaces localizar el apartamento donde permanecían escondidos los cuatro jóvenes. Fue Marcos Rodríguez Alfonso, conocido como Marquitos, quien, por resentimientos personales y/o de índole política, como afirman algunos, tras una fuerte discusión con Fructuoso, Carbó y Machadito, pues Joe aún no había llegado, contactó a Ventura la propia mañana del sábado 20 y le dio al esbirro la ubicación exacta de tan valiosos y buscados revolucionarios.
Siempre hubo sospechas sobre su persona, pero la infamia permaneció en el anonimato durante años. Marta Jiménez, la viuda de Fructuoso, embarazada de un hijo suyo, que el joven no llegaría a conocer, se entrevistó con Marcos Rodríguez en la embajada de Brasil en 1957, pero no pudo comprobar nada.
Finalmente la terrible verdad salió a la luz. El traidor fue sometido a juicio y aceptada su culpabilidad fue condenado por el Tribunal Supremo a la pena de muerte por fusilamiento, la cual se concretó en marzo de 1964.
La masacre de Humboldt 7, además de lo horrendo del crimen, que evidenció el carácter sanguinario y despiadado de la dictadura de Fulgencio Batista y su camarilla de asesinos, cegó la vida a cuatro jóvenes valiosos, quienes tenían por delante un porvenir grandioso en aras del bienestar de la Patria.
Con Fructuoso, Carbó, Machadito y Joe se perdían cuatro puntales de la Revolución. Transcurridos 65 años de aquellos sucesos, el legado de heroísmo dejado por ellos continúa vigente en las nuevas generaciones de cubanos, quienes le rinden homenaje a la memoria de tan abnegados y valientes revolucionarios, ultimados a mansalva en la flor de sus vidas.
El propio día 20, horas antes de caer asesinado, Fructuoso Rodríguez envió una carta al Consejo Superior de la Universidad de La Habana exigiendo el cese de sus clases, en la que expresaba: “Que haya mil universidades ‘ajenas’ a la Patria no importa, pero lo que sí importa es que la nuestra, la del pueblo, la de Mella, la de Trejo, la de Ramiro Valdés Daussá y José Antonio Echeverría, siga demostrando que no es de piedra, porque sangra, que no es ajena porque siente el dolor de sus hijos, que no se abre porque en este momento crucial aspira a que sus bicentenarias puertas se abran cuando la Libertad engalanada aparezca en el pórtico de la República”.
Ese reclamo le fue cumplido a partir del 1.o de enero de 1959.
Ariel Pérez
23/1/24 17:28
Muchos errores históricos. No todos los cuatro mártires que murieron en Humboldt 7, participaron en el asalto a Palacio, Machadoito y Carbón si lo hicieron mientras que Joe y Fructuoso participaron en la toma de Radio Reloj. Ninguno de ellos murió en apartamento que les servía de refugio, Joe logró llegar al apartamento de una vecina del cual fue sacado y ametrallado en las afueras del mismo mientras era conducido. Carbó mientras intentaba llegar al elevador, fue interceptado y ametrallado.
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