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miércoles, 27 de noviembre de 2024

El último rezago de la Enmienda Platt

Cuba reclama desde 1959 la devolución del territorio nacional usurpado por la Base Naval de Guantánamo, totalmente obsoleta desde un punto de vista militar...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 25/02/2016
4 comentarios

El 25 de febrero de 1901, cuatro días después de que la Asamblea Constituyente en La Habana aprobara el texto definitivo de la Carta Magna que debía regir en la futura república de Cuba, se iniciaron los debates en el Senado de los Estados Unidos sobre una enmienda presentada por el congresista Orville Platt.

Este proyecto de ley reglamentaba las relaciones que habrían de existir entre la nación norteamericana y la Isla, una vez obtenido esta última su independencia. El 27 de ese mismo mes los senadores imperiales aprobaron por simple mayoría la enmienda.

La Cámara de Representantes lo ratificó sin modificación alguna el primero de marzo. Ese mismo día, el presidente McKinley la sancionó como ley y sobre ella cursó instrucciones precisas al gobernador impuesto por las tropas estadounidenses de ocupación en Cuba, general Leonard Wood.

Veinticuatro horas después, Wood comunicó a la Asamblea Constituyente cubana que el texto de la Enmienda Platt tenía que ser incluido como apéndice de la Constitución de la Isla. Este documento refrendaba el derecho de Estados Unidos a intervenir en Cuba cuando lo estimara necesario.

Entre otros acápites controvertidos, la enmienda determinaba que “para poner en condiciones a los Estados Unidas de mantener la independencia de Cuba […], el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados”.

Juan Gualberto Gómez deviene en este momento figura cumbre de la nacionalidad cubana. Ya antes, en noviembre de1900, le había recordado al interventor que no es de la Constitución, sino del Gobierno de Cuba, una vez ella independiente, elegido por el pueblo, la tarea de regular las relaciones con el vecino norteño.

También alzó su voz Cisneros Betancourt, tanto contra la enmienda injerencista como, particularmente, contra el inciso que estipulaba lo de las bases navales. Con respecto a esto último, expresaría: “¡Qué astutos son y como se interesan por sus bienes propios!… Con esta condición cercenan el territorio cubano”.

Tras una lucha de meses, 16 constituyentes se declararon vencidos y votaron a favor de la inclusión del texto de la Enmienda a la Carta Magna; once mantuvieron su oposición (entre ellos Juan Gualberto y Cisneros), cuatro estuvieron ausentes de la votación.

Una vez alcanzada la independencia formal, el 20 de mayo de 1902, Washington presionó para la firma de los tratados que la Enmienda estipulaba como obligatorios. El 16 de febrero de 1903 en La Habana y el 23 del propio mes en la capital estadounidense, se suscribía el Tratado sobre bases navales y carboneras.

En un principio se determinó el arriendo de tierras en Guantánamo y Bahía Honda. Nueve años después Estados Unidos renunció a “sus derechos” sobre la bahía artemiseña pues le interesaba más ampliar el área de la base de Guantánamo, lo que por supuesto logró concretar.

Entonces al enclave injerencista le llamaban “estación naval”. En 1943 la denominaron “base naval de operaciones” y desde 1952, “base naval”, como hasta nuestros días. Su extensión es de 117 kilómetros cuadrados: la mitad, tierra firme y una cuarta parte, pantanos. La línea costera se extiende por unos 17 kilómetros

Nunca esa base naval ha servido para preservar la independencia cubana. Más bien resultó ser “un trampolín de agresiones”, como le califica el historiador René González Barrios.

Pocos días después de estallido de la protesta armada de los Independientes de Color (mayo de 1912) más de 3 000 marines desembarcaron en la Base. Desde allí marcharon a Daiquiri y El Cobre y se desplegaron a lo largo de la línea férrea guantanamera para proteger propiedades yanquis.

Cinco años más tarde, con la sublevación de los liberales, más conocida como “la guerrita de La Chambelona”, miles de marines y soldados usaron la Base como trampolín para dislocar tropas por Camagüey y Oriente. Todavía en 1918 quedaban 30 000 de ellos custodiando haciendas y empresas de ciudadanos norteños.

A la vez, en los años de la república neocolonial, la Base Naval devino antro de corrupción para muchachos y muchachas. Varias pandemias proliferaron en los poblados vecinos con motivo de su cercanía: juego, prostitución, drogadicción, contrabando de todo tipo, pedofilia.

Según los historiadores locales, 27 prostíbulos funcionaban en la zona, que albergaban más de medio millar de meretrices, sin contar las cuarterías clandestinas, casi siempre destinadas a prostitutas negras, porque ningún burdel podía incluirlas en su nómina, de acuerdo a una ley nunca escrita.

Tres médicos atendían la salud en esos establecimientos para que ellas “no enfermaran” a los efectivos acantonados en la base. En cambio, en Caimanera, el pueblo más cercano, no había médico establecido, sino uno que venía de otra localidad semanalmente a la Casa de Socorros.

En los años de Revolución, después de 1959, se construyeron solo en Caimanera un policínico integral, un materno infantil y 13 consultorios del médico de la familia.

Aunque en 1934 se derogó oficialmente la Enmienda Platt al convenir los gobiernos de Estados Unidos y Cuba la anulación del Tratado Permanente de 1903, que prácticamente calcaba los incisos de la enmienda injerencista, no se produjeron cambios con respecto al status de la Base Naval de Guantánamo.

Incluso fue tan servil el régimen de Batista-Mendieta que no se atrevieron entonces a sugerir una fecha límite de ocupación del territorio usurpado, aunque en la legislación internacional un tratado de ese tipo caduca obligatoriamente al siglo de ser suscrito.

Por el arriendo de la base, Estados Unidos pagó desde 1934 un poco más de 3 millones de USD anuales. Hoy pretenden sufragar unos 4 millones. Pero desde febrero de 1959, cuando Fidel asumió como primer ministro del Gobierno Revolucionario, se dejó de cobrar esa suma.

De esa fecha acá, Cuba reclama la devolución de ese territorio que en los últimos años, totalmente obsoleto desde un punto de vista militar, solamente ha servido para las provocaciones contra nuestro país, las cuales han costado las vidas de varios compatriotas guardafronteras.

En fecha más reciente, han utilizado esa parte del suelo cubano ilegalmente usurpado como campo de concentración para emigrados cubanos y haitianos ilegales y de prisioneros de sus guerras de agresión.

La devolución de ese territorio cubano constituye otro punto neurálgico en la normalización de las relaciones entre los dos países.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.

Se han publicado 4 comentarios


DOGARBE
 9/4/16 16:33

pedro antonio hoy descubro este trabajo tuyo.

en mi opinion este tema tratado asi no da idea clara de lo contine como estructuras constructivas, de servicios, sociales, deportivos, hospitalarios, residenciales, religiosos, recreativos, servicio de acueducto, alcantarillado, energia electrica, asi como las vinculadas directamante a los asuntos militares como tal sean aeropuertos, cavernas de refugios navales, puertos y sistemas defensivos soterrados.

en el contexto de las relaciones entre Cuba y USA, hoy este tema tiene que tratarase en forma colegiada y negociada, creo que los miles de millones que hay invertidos en esas macroestructuras dentro del teritorio que ocupa la base NO la van a regalar a Cuba.

si de soberania se trata, de acuerdo, hay que restablecersela a cuba, si de teritorio geografico tambien, pertenece a guantanamo provincia cubana, si de base militar extranjera sin clusula juridica o convenio con nuestro gob, de acuerdo tambien deben eliminarla (como base miltar).

Pero no veo como USA vaya a regalar a cuba lo que contien ese teritorio.

Rafael Alvarez Alba
 28/3/16 21:19

El territorio que actualmente ocupa la base naval de Guantanamo es un territorio que pertenece a nuestro territorio nacional, cuyo arrendamento fue impuesto por la enmienda a nuestra constitucion por parte de los Estados Unidos y por tanto es una afrenta a nuestra soberania nacional y debe ser devuelto al pueblo cubano para una normal relacion con los Estados Unidos, pues de lo contrario no existirian laas bases solidas para una normal relacion entre los dos paises partiendo como premisa que no deben existir manchas injustificables contra nuestra soberania.

Pavel
 20/3/16 1:12

Como cubano considero que la recuperación del territorio ocupado por la Base es un asunto de soberanía territorial y estoy a favor a que se luche por recuperarla. Solo me afligen alguna consideraciones históricas, que desde la escuela se han enraizado en el conocimiento popular y que distoricionan la verdad, o mínimo, son valoraciones muy particulaes y parcializadas de los hechos.

1.- En las condicines de ocupación militar que tuvo Cuba luego de la victoria contra España, rechazar la Enmienda Platt no era una opción, eso sin dejar de ponderar a los revolucionarios cubanos que la endilgaron en la constituyente de 1902. Cuba estaba ocupada por el ejército más poderoso del mundo, con acorazados de acero en épocas en que grandes ejércitos del mundo todavía se enorgullecían de sus galeones de madera y no soñaban con armas a repetición ni con ametralladoras automáticas. Un Ejercito Libertador licenciado, una población sumida en el hambre y la miseria, una insalubridad plagada por las epidemias, y un interventor que dice firmas o no nos vamos, no había de otra, la doctrina de la fruta madura se había cumplido, supieron esperar su momento, nos cayeron en el momento preciso y ya no tuvimos salida. El destino estaba trazado desde que intervinieron en la guerra hispano-cubana. 

2.- De allí salio la base, que si bien se firma el tratado de arrendamiento al amparo de una enmienda que dejó de estar vigente en 1934, el contrato de arrendamiento no depende de enmienda ninguna, es un contrato, que Cuba estaba obligado hasta esa fecha a cumplir de manera condicionada por la ley ingerencista, por lo que hoy, la ilegalidad de la ocupación no es señalable. Cuba tiene la obligación y le asisten razones para impugnar la continuidad del contrato, pues en derecho internacional, los terminos aceptados, tiempo ilimitado, sin clausulas de reseción recíprocas, evidencian el estado de sometimiento y coacción con que concurrió el gobierno de Cuba, y ese es el rescollo que tenemos los cubanos, el pueblo y su gobierno, para exigir el cese del contrato, y la devolución del territorio, pero el argumento de ocupación ilegal es incosistente. El contrato lo firmó un gobierno de Cuba soberano, con reconocimiento internacional, más allá de la valoración que la historia revolucionaria haga de ellos, que si bien hicieron desmanes en la posición de la primera magistratura, la historia cubana que nos cuentan en la escuela, omite que hasta la revolución del ´30, todos eran generales de la Guerra de Indepencia, por lo cual, el gobieno revolucionario, una vez en el poder si tiene obligación de negociar en continuidad de los términos antes pactados y exigir soberanamente lo que corresponda al margen de la situación política actual.

Ana Isabel Larrondo Somonte
 16/3/16 14:48

La Enmienda Platt ha sido para nuestro país como una gran herida que no sana, pues parte de nuestro territorio está ocupado ilegalmente  por los Estados Unidos de América. La Base naval de Guantámo,  está siendo utilizada por este gobierno con fines inhumanos y de otra índole, contrarios a la vocación humanista de nuestro pueblo.Considero que con la visita del presidente Obama se allane el camino para empezar a buscar una solución negociada, no violenta a esta situación.

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